Bora, Bora, Bora

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Renato Cisneros

Es como tener un hermano viviendo en la espesura del jardín. Un hermano al que nunca le preguntamos cómo está, o qué piensa del futuro, o si quiere un poco de la comida que nos sobra o algo de la ropa que no nos falta. Un hermano geográficamente próximo pero culturalmente remoto, desatendido, cuya opinión acerca de la casa que compartimos básicamente nos da lo mismo.

Sin embargo, basta que un vecino faltoso trepe el muro y le lance una piedra para descorrer la gruesa mampara de vidrio que nos separa y salir aparatosamente en su defensa. Una defensa, por cierto, histérica y latifundista, cuya indignación tiene menos que ver con el hermano injuriado y más con la invasión perpetrada. Una defensa que deja a la víctima sorprendida, no precisamente por la eficacia de nuestro  sulfúrico blindaje, sino por la facilidad con que, una vez acabado el numerito de protesta, cruzamos el jardín, giramos el pestillo de la mampara y regresamos a la comodidad de la sala a seguir mirando las Olimpiadas en la tele.

Algo así ha pasado con la comunidad Bora, doblemente insultada en estos días: primero por un par de periodistas chilenos desatinados (que en ningún caso representan a la prensa chilena, mucho menos a su país); y después por cientos de peruanos, que –azuzados por la charlatanería y el chauvinismo de ciertos periodistas y autoridades miopes– han reaccionado desde el prejuicio, desde el complejo, desde la tara. Y así, por falsear una preocupación proamazónica que jamás tuvieron, han dejado al descubierto su cavernario antichilenismo.

Una vez más queda comprobado que ese gallardo patriotismo del que tanto nos gusta presumir –reivindicado por todo lo alto hace solo dos semanas en 28 de julio– no es más que una pobre confusión, un gris malentendido, una manera solemne, y cada vez más burda, de disimular el tamaño de nuestra ignorancia.

http://www.larepublica.pe/
columnistas/que-sabe-nadie/bora-bora-bora-11-08-2012

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