Combatiendo la pobreza


​​Raúl Wiener

Debe ser que creen que no nos damos cuenta. Hace algunas semanas el Banco Mundial y la OIT proporcionaban cifras que causaban alarma en la gran prensa y que indicaban que el 68.6% de la fuerza laboral peruana se empleaba en establecimientos informales, y que por supuesto nadie podía ganar un buen salario ni disponer de derechos si se mantenía en esa condición.

La solución era bajar los requisitos de la formalidad, es decir, que se pueda ser formal aún pagando menos del mínimo actual (en tres palabras, sin mínimo alguno) y con menores derechos.

Esa discusión es, ahora, después de la publicación de datos del INEI, la de quién bajó más la pobreza, si García con Castilla de viceministro de Economía, o Humala con Castilla como ministro, y que gira sobre si hubo una mayor capacidad de captación de inversiones de parte del gobierno del ego colosal (las famosas reuniones en Palacio) o si lo que está pasando es que el mundo ya no es el de hace siete u ocho años, y los flujos de inversión y el comercio tienen otro comportamiento.

Pero, alto ahí, ¿no era que somos una economía informalizada cerca del 70%?, ¿y que lo que empobrece a los peruanos es que negocian el valor de su fuerza de trabajo fuera de un circuito formal? Vamos, un empleo en la gran minería cuesta 2 millones de dólares, mientras que uno en la minería artesanal, informal y hasta ilegal, debe costar algunos cientos. Está claro por qué hay diez mineros informales por cada formal, y la proporción sería más pronunciada si separamos a las subcontratas del personal de planilla de las empresas concesionarias.

Es evidente que los informales de la minería deben haber salido de pobres y muy pobres, sobre todo si la medida es de ingresos monetarios como la que aplica el INEI, pero su mejora poco tiene que ver con el arte de García de enamorar a los de Newmont o Antamina, salvo quizás en el sentido de los lazos subterráneos que unen lo formal con lo informal, donde los primeros terminan comprando la producción de los segundos y sacándola al exterior.

Que en el Perú la participación del salario sobre el PBI haya pasado del 27% en 1990 (era 30% en 1980), al 20% actual, debe ser una forma singular de combatir la pobreza. En el mismo lapso el Brasil pasó de 40% a 44% y Argentina de 38% a 41% (datos OIT-CEPAL). Es decir los tres países hemos crecido, pero hemos repartido de manera bien diferente el crecimiento. Y eso, por supuesto, se aprecia muy fácilmente en las condiciones de vida de la gente. Y también en el propio discurso de nuestros gobernantes que viajan por el mundo ofreciendo que aquí se paga barato por los trabajadores, se cobran bajos impuestos y las regulaciones van desapareciendo.

http://laprimeraperu.pe/columna/combatiendo-la-pobreza/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*