La esforzada tarea de distraer

Guillermo Giacosa

Esta sociedad tiene el poder, a través de los medios de comunicación, de convertir el mínimo deseo en necesidad perentoria. No de otra manera pueden interpretarse las largas colas desde la noche a la mañana para adquirir el nuevo celular o el nuevo I Phone o incluso el último modelo de una marca de zapatillas.

Nuevos que, por otra parte, serán viejos a una velocidad cada vez mayor y habrá que repetir la cola para que el sentimiento de estar vivo vuelva a estallar en nuestro interior. Alguien dijo, allá por los años 20, que “la propaganda es el brazo ejecutivo del gobierno invisible”.

El tiempo le ha dado la razón y ha convertido a ese gobierno en tiranía invisible. Tiranía en la que el represor opera desde nuestro interior sustituyendo lo que es necesario por lo que es banal, accesorio y, sobre todo, colaborando con la obligación esencial de distraer, que es el objetivo primero de toda tiranía disfrazada. Manteniendo al yo lo más alejado posible de su mundo interior, el control se convierte en mecanismo sencillamente administrable.

El ser humano, que es simultáneamente un complejo de lo físico, con lo psíquico, lo social, lo cultural y lo histórico, deviene en ameba, babosa o repollo, cuando entrega la soberanía que debe guardar sobre la integridad de su persona, a la escandalosa e interesada ligereza de los medios de comunicación. Cuando renuncia a pensar por sí mismo y adscribe, acríticamente, a las opiniones, gestadas en las usinas de los poderes fácticos, que llueven sin pausa sobre sus sentidos.

Hoy, mientras el Occidente de la OTAN y de los Estados Unidos está en plena y obsesiva campaña por controlar todas las fuentes de energía del planeta, sin reparar en gastos, ni costos políticos, la prensa logra que el gran público, en América Latina por ejemplo, vuelva a preocuparse por los hermanos Castro, por las desventuras de Nicolás Maduro o por las opiniones de Rafael Correa.

No importa que estén en marcha guerras reales contra seres humanos reales en Siria, Libia, Irak, Ucrania, que el planeta se vaya convirtiendo apresuradamente en una probeta donde los ricos y poderosos, avalados por sus ejércitos y sus sofisticadas armas, ensayan desestabilizaciones políticas, arman tinglados financieros gobernados por las mismas leyes que las de un casino administrado por Al Capone o mandan a los aviones sin tripulación, llamados drones, a matar a quienes obstruyen sus intereses, aunque para hacerlo deben aniquilar también a sus vecinos y familiares.

No importa un bledo la lucha real que hoy siega vidas en distintas partes del mundo para apoderarse de los recursos naturales. Ese no es el tema de la prensa, ellos están para cosas superiores como son distraer, alienar y, naturalmente, defender las abundantes ganancias que esa noble y esforzada tarea produce. Quienes reinventan cada día la realidad para consumo humano merecen, sin duda, que reconozcamos sus méritos.

http://diariouno.pe/columna/la-esforzada-tarea-de-distraer/

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