Baño de mugre: aspersión y subterráneo

​Rocío Silva Santisteban

Comenzó la guerra sucia: insultos, descalificaciones, medias verdades, mentiras y demás intentos de bajar cualquiera de las candidaturas alternativas a las habituales identificadas con los poderes fácticos. El lanzamiento de excreciones no viene solo desde los usuales sectores achorados, también desde otros que minimizan los debates y cancelan, con su belicosidad, cualquier alternativa de izquierda o incluso de socialdemocracia coherente.

A Alfredo Barnechea se le acusa de “pituco” porque no se puso un sombrero pero también de “aprista” cuando al candidato de ese partido se le perdona todo, hasta la soberbia. A Verónika Mendoza la artillería de la prensa concentrada & adláteres está en campaña para descalificarla: primero, por chavista; luego, por “terrorista”; ahora porque un supuesto perito identifica su letra con unas anotaciones en las agendas de Nadine Heredia. Lo que insinúan es que Mendoza está inmiscuida en malos manejos del dinero que venía de Venezuela para las campañas nacionalistas 2006 y 2011. Bajo, bajo, pero aún no subterráneo.

La guerra sucia, o el baño de mugre como lo denominó Mario Vargas Llosa en El pez en el agua, tiene dos instancias de lanzar sus fluidos: la aspersión escandalosa, con juegos verbales, mediática y rasgado de vestiduras público; y la subterránea que va avanzando de a pocos, con paciencia, pero con un veneno concentrado que puede minar los enclenques andamios de la democracia.

La primera se da a través de la jauría del Twitter, siempre dispuestos a mostrar los dientes cariados que no muerden; a través de los medios televisivos cuyos periodistas reciclados de la época nefasta de los medios vendidos hacen preguntas arteras que se convierten en hidromiel cuando son lanzadas hacia los candidatos de su preferencia; y en menor medida, porque se cuidan de parecer más plurales, en los medios impresos tipo Expreso, Correo, Perú21 o descaradamente en La Razón. La segunda –subterránea— no necesariamente está dirigida a los candidatos por sus “defectos” sino a minar la credibilidad en el mismo sistema electoral que, por cierto, está en entredicho desde que el JNE no pudo resolver sino con legalismos los impasses de una ley aprobada tardíamente.

Patricia Robinson, asesora del Congreso, ha tuiteado desde su cuenta la posibilidad de que se dé una vacancia temporal del Presidente de la República por inmiscuirse en el proceso electoral, luego de la carta solicitando la salida de Urresti. Varios lo han insinuado pero pocos de manera tan clara como la asesora, quien insiste que la Constitución (art 114, inciso 1) plantea esta posibilidad siempre y cuando el Congreso lo apruebe ¡por mayoría simple! La propuesta, retuiteada por Paredes Castro, Alfonso Baella, Jaime Chincha, entre otros, es defendida por Robinson así: “El sistema democrático se defiende parando a los que interfieren en sus procesos” o “Cuántas veces más hay que llamarle la atención (a OHT) para que respete las leyes y el principio de autoridad”. No tendría ninguna importancia si no fuera Robinson una experta en sistema parlamentario con contactos en todos los partidos, sobre todo, con el fujimorismo (está asignada a la 3ra vicepresidencia con Luis Galarreta).

¿Por qué declarar a Humala incapaz de gobernar si apenas faltan 4 meses para que deje de hacerlo?, ¿quiénes son los más interesados en hacer explotar una bomba política ad portas de un proceso electoral ya minado?, ¿estos intereses no están vinculados con la “necesidad democrática” que plantean algunos de postergar las elecciones? Pedro Cateriano ha salido a deslindar y a decir que es imposible hacerlo; Jorge Bruce nos ha advertido que es peligroso y Carlos Meléndez, que implicaría un alto costo democrático. Sospecho que alguien, de ego colosal, sonríe de satisfacción.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/750297-bano-de-mugre-aspersion-y-subterraneo

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