Intolerante a la podredumbre

Claudia Cisneros

Hay un cierto odio que es sano. Porque marca el límite del rechazo a lo obsceno inadmisible, en este caso, el fujimorismo de la peor estirpe. Keiko Fujimori ha resultado ser la mejor representante del fujimorismo que bebió a temprana edad de su padre, y que, muy precozmente, hizo suyo al tomar el puesto de su madre como primera dama. Con mucho maquillaje, tacones y aires de glamour 8 http://goo.gl/fiUE6h), Keiko vivía su fantasía de poder y popularidad cual consorte de su padre, a costa de las más brutales torturas infligidas a su madre por orden de su papá. Keiko, impávida, públicamente no solo jamás defendió a su madre, sino que la reemplazó. Keiko no solo no tuvo el menor atisbo de empatía y humanidad con ella, no se inmutó y siguió sonriendo a las cámaras y flashes. Keiko no tiene corazón. (https://goo.gl/sWZvxG)

Desde joven supo cómo manipular, mentir, jugar en pared para contener el poder que tanto les excita. Ya lo decía Fernando Vivas en un artículo escrito en el 2011: “La hija mayor de Fujimori es una política de la fatalidad. Ha hecho mucho daño sosteniendo que hacía el bien. Cuando se le ocurrió, en el caliente 2000, salir a los medios a denunciar a Montesinos, no buscaba una salida democrática para el país –¡ya la estábamos consiguiendo los opositores sin su interesada ayuda!– sino una coartada para la fuga de su papá, un tiempo de gracia para que hiciera maletas y, de paso, llenara otras con los videos que, si llegamos a ver alguna vez, quizá expliquen cómo así le pudo pagar a su heredera estudios en las universidades de Boston y Columbia”. “Keiko, pasando piola y estudiando en EE.UU. mientras a su padre se le acusaba de mil fechorías, se ha presentado, sin subrayarlo, como la reserva moral del fujimorismo y, por lo tanto, su candidata natural a la presidencia en el 2011. Keiko (…) ni parece perder el sueño por el juicio de su padre mientras este cargue solo con todas las culpas”.

Esta señora, que vive de su apellido, y mantenida por el partido que ve en ella su única posibilidad de recuperar el poder, no solo ha heredado lo peor de su padre, sus aliados, sus asesores, su manejo turbio de las cuentas (rifas, cocteles, estudios), su tergiversación de las leyes (la virgen y el sobre que no tocó), sino que ha demostrado actuar con aquel cinismo que para los políticos es motivo de orgullo y habilidad: sabe sonreír, no pelearse, descargar responsabilidades por donde la pita es más débil, tener operadores que mueven la maquinaria mediática, empresarial a su favor con la promesa y esperanza de años provechosos para sus negocios. Dice medias verdades (errores no delitos), completas mentiras (mi padre es inocente, yo no defendí a Montesinos https://goo.gl/oA9nGb).

Bueno fuera que siendo mantenida por su partido, hubiera mostrado alguna vez, en estos 16 años desde que cayó la dictadura de su padre, que ella sabe hacer algo, trabajar en algo para los peruanos por los peruanos, que tiene algún tipo de experiencia para tomar tan complejas riendas de un país o siquiera vocación social que solo muestra cada 5 años. Pero Keiko Fujimori solo se ha dedicado a navegar por la vida a costa de otros. Y quienes la rodean son la pesadilla hecha realidad, las mismas, mañas, artimañas, voluntad de impunidad, torcedura de ley (caso dádivas y Factor K) para llegar a su ambicioso objetivo.

Los conocemos bien y como dice César Hildebrandt en su semanario, hay que odiar a los ladrones del tesoro público (6 mil millones robados por el fujimorismo http://goo.gl/oSjQSc y destrozo de la economía http://goo.gl/2MlNBE) y a quienes “ofendieron al país ensuciando sus instituciones” porque ese odio es un “deslinde permanente”. Dice el buen César que “odiar a quienes quieren convertir al Perú, otra vez, en un país de siervos, revela salud mental, carácter, ciudadanía. Odiar no significa lanzar piedras ni amenazar con matar al adversario. El odio civilizado contra quienes no respetan los cánones de la democracia es un mecanismo de defensa amparado por la Constitución.”

¿Por qué los fujimoristas se quejan de ese odio, ese repudio y nos tildan de intolerantes? “A los fujimoristas les asusta el odio y el desprecio que producen. Llaman intolerantes a todos aquellos que les recuerdan, en la tribuna o en la calle, quiénes son, qué encarnan, qué harán. Esperan gobernar. Esperan despertar el fantasma del terrorismo –así sea con atentados pensados por algún grupo parecido a los Colina– para dictar medidas de emergencia.”

Somos muchos los que pensamos que la vuelta del fujimorismo no debe suceder, que es en defensa al país, a la democracia, al Estado de derecho que tenemos la obligación cívica, patriota y moral de odiar aquello que destila pus para nuestro país. Tal como lo pone Hildebrandt: “El fujimorismo está condenado a ser lo que es. En sus raíces está la violencia y el desdén por los modales democráticos. Contra eso se yergue el odio que puede salvarnos.” Nos vemos el 5 de abril en las calles, marcha nacional. Alertas porque el fujimorismo intentará que las marchas se tornen violentas. Rendirse, jamás.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/749783-intolerante-la-podredumbre

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