Golpe neoliberal en Brasil

César Lévano

El Senado de Brasil aprobó ayer, por 55 votos contra 22, el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, lo cual implica que ella dejará el poder durante 180 días. Asume el cargo el vicepresidente Michel Temer, quien antes fue aliado de Rousseff.

Han ganado la partida la ultraderecha y la social democracia domesticada, pero sobre todo la corrupción. El Senado brasileño tiene 81 miembros. El 60 por ciento de estos tiene juicios por delitos electorales y corrupción, según el instituto Atlas Político. En la Cámara de Diputados, que también votó contra la presidenta, 273 del total de 513 diputados afronta causas judiciales por robo, agresión, extorsión, tortura, y hasta por secuestro.

A la mandataria solo se le acusa de manipular cifras presupuestarias al incluir dinero de la banca estatal para ocultar déficit. “Nada nuevo bajo el sol”, comenta el diario madrileño El País en su edición de ayer 12. “Son incontables los casos de dudosos ajustes de cuentas en Brasil, en España y en el resto del mundo. Es una mala práctica por la que un gobierno debe rendir cuentas, pero no justifica una medida tan drástica como un impeachment”.

La justicia de Brasil considera que la medida presupuestaria de Rousseff no constituye delito. Quizá el crimen mayor de ella, para los neoliberales que, en la huella de Pinochet, alían represión y libre empresa, es político. Es presidir un gobierno progresista, amigo de los pobres, los obreros, los campesinos, que la llevaron al gobierno con 54 millones de votos. Otro de sus crímenes, sobre todo a ojos del Tío Sam, es ser partidaria de la unidad y la independencia de América Latina.

Sobre las tendencias fascistas de los fautores del golpe en Brasil existe una prueba. En Diputados, el congresista Jair Bolsonaro dedicó su voto contra Rousseff al coronel Carlos Alberto Brilhante, quien, durante la dictadura militar que en 1964 se adueñó del poder, cometió numerosos actos de tortura, una de cuyas víctimas fue Dilma.

Lo que viene ahora es un juicio político, que muy probablemente será adverso a la presidenta. Concluida esa etapa, el Senado deberá votar por la destitución definitiva. Ese voto está cantado.

En el ínterin, Michel Temer ejercerá la presidencia. Un diputado de Bahía, según reportero de El País, lo pintó como “el típico mayordomo de una película de terror”. Otros lo describen como callado y ceremonioso. Es abogado y ¡oh sorpresa! constitucionalista. Un amigo suyo lo define como “muy prudente en política. Solo es osado en las conquistas amorosas”. Esto último parece exacto. Se ha casado tres veces. La última con una dama de 31 años (él tiene 73).

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