Perú: Todos somos kukamas

​Marco Fernández

En el Pueblo de Santo Tomás, a una hora al sureste de Iquitos (Loreto, Perú), el artista Pablo Taricuarima Paima continúa el legado de sus ancestros, quienes al ver que su pueblo pedía sus raíces, destinaron sus esfuerzos para hacer que renazca su cultura kukama.

Allá, a una hora al sureste de Iquitos, reluce a orillas de las aguas del caño Mapacocha el pueblo de Santo Tomás, una comunidad de origen kukama obligada a renegar de sus raíces ancestrales, pero que hoy cuenta con un proyecto de revitalización de su cultura a través de las herramientas de la modernidad.

El gestor del Proyecto Yrapakatun, que en kukama significa “qué genial”, es Pablo Taricuarima Paima (1988), artista plástico de Bellas Artes, que sigue la senda trazada por su padre (homónimo) y su abuelo, Nímer Aricara, quien desde siempre cultivó la lengua kukama y hasta montó un programa de radio comunal en su idioma (Radio Yrapakatun) en el pueblo.

“Mis abuelos llegaron a este lugar en 1914 y 1918. En 1936,el religioso católico Óscar Saldaña propuso la fundación del pueblo. Se acordó en asamblea comunal que llevaría el nombre del primer habitante, Tomás Huanaquiri, quien ya había fallecido. Saldaña propuso el nombre de Santo Tomás, supuestamente por Tomás Huanaquiri, pero no fue así. Hasta ahora las fiestas patronales se realizan en honor a Santo Tomás de Aquino, de España, y no por Huanaquiri”, dice Pablo Taricuarima.

Así, con un santo se comienza a borrar la historia de un pueblo. Y pensar que Huanaquiri llegó aquí escapando del esclavismo en pleno “boom” del caucho y en búsqueda de la tierra sin mal y de la abundancia. Y Santo Tomás lo es.

Pueblo de pescadores y ceramistas, principalmente, aprendieron a olvidarse de sus raíces kukamas. Ser kukama era ser borracho, pegalón, ocioso, atrasado, de acuerdo a la iglesia, y por eso los padres de la comunidad no transmitían su lengua a sus hijos, porque habían sido rechazados en la iglesia, en el colegio, en la calle por ello.

La Gran Kukamera

Ahora, sin embargo, la familia Taricuarima-Paima ha montado un centro cultural a la orilla del pueblo, a unos pasos del caño Mapacocha (una saliente del río Nanay), hecho íntegramente de materiales orgánicos: La Gran Kukamera.

No les agrada llamarla maloca, pues este es un vocablo bora para el palafito, esa construcción de madera construida con patas para que la casa no se moje cuando crece el agua en la localidad por las lluvias.

Ahí, en ese romántico y nostálgico palacete kukama, se montó la casa, el centro cultural, el espacio para el campamento, el mirador, donde los voluntarios que llegan arman sus carpas para dormir y las desarman para desarrollar proyectos donde enseñan a los niños cine, teatro, fotografía, entre otras técnicas, para realizar productos que atesoren su memoria histórica.

La kukamera funciona todo el año, pero es en el Festival Yrapakatun donde muestra su esplendor. En este festival los niños reciben talleres, participan de la siembra de la humisha (yunza), del mashakara (pasacalle con máscaras kukama), entre otras actividades.

Lo más concurrido es el “Kombate Kukama”, una versión original del fenecido programa de concurso “Combate” de la televisión, pero donde las preguntas y las actividades no son banales como en aquel programa,sino que tienen relación con su cosmovisión indígena y cuyo recorrido culmina en una carrera hacia el divertido tobogán de barro que los lleva al río, el final de la meta.

“Hace 18 ó 20 años aproximadamente comenzó el trabajo de rescate cultural de manera empírica a través de la música y el canto por mi abuelo Nímer Aricara, el primer gestor cultural del pueblo. En el año 2000,se unió a mi padre para desarrollar otras actividades, como la enseñanza de la lengua kukama en los niños. Yo asumí la presidencia de la Asociación Cultural Yrapakatuny en 2010 planteamosestatutos, objetivos y metas. Ahí nació el proyecto como tal”, recuerda Pablo.

Los niños son importantes porque ellos aprenden la cultura kukama y en un futuro serán los maestros de otros chunanines (niños principiantes). Los abuelos son más importantes aún, pues son la fuente de la memoria kukama y sin ellos no hubiera sido posible el proyecto.

“Los abuelos del pueblo son la fuente del conocimiento. Con ellos yo aprendí a hablar el idioma kukama, porque nunca me lo enseñaron. Mi papá me apoyó con el proyecto y por ello fue destituido de su cargo en la Iglesia Bautista Evangélica, después de más de 25 años que se dedicaba al ministerio.Le dijeron ‘Tú estás promoviendo cosas del diablo’. Ahora yo ya no comulgo en la iglesia. Mi padre está conmigo todavía en una etapa de reconstrucción de nuestro pueblo”, afirma.

Para promocionar estas actividades, utilizan la cuenta de facebook “Festival Yrapakatun”, donde publican imágenes y videos de la convivencia que durante sus siete festivales han tenido con voluntarios nacionales e internacionales.

“Siento que la kukamera y el Proyecto Yrapakatun no son algo temporal. Y ese mensaje le quiero dar a cada voluntario: este es tu segundo hogar y un lugar para siempre. Cuando sales de aquí eres un kukama más. Tana Kukama. Todos somos kukamas en este pueblo”, sentencia.

http://diariouno.pe/columna/todos-somos-kukamas/

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