Un Perú ahogado en exclusión

Humberto Campodónico

¿Ha disminuido la desigualdad en el Perú? ¿Es la informalidad un “colchón protector” que disminuye los impactos de la desaceleración económica e impide la protesta? Veamos.

El aumento de la desigualdad es un fenómeno mundial ligado a la globalización en curso. Ha aumentado en EEUU, en la Unión Europea y también en América Latina. Entonces, ¿por qué la CEPAL dice que la desigualdad ha disminuido en los últimos años? Respuesta: Porque esa medición se realiza con los datos de las Encuestas de Hogares (la ENAHO del INEI) sobre la base de entrevistas a las personas (repetimos, entrevistas).

El problema es que la ENAHO se basa en información que dan los encuestados. Pero como los sectores de altos ingresos no responden con la verdad a las preguntas, la riqueza está sub-representada. Corolario: las ENAHOs sirven para medir la pobreza pero no para medir la riqueza. Es por eso que el INEI y CEPAL dicen que la desigualdad (el coeficiente Gini) disminuye.

Esta deficiencia se puede corregir por diferentes métodos, que también utiliza la CEPAL. Entonces la desigualdad aparece nítida. Según Cruz Saco, Seminario y Campos, el 1% superior de los peruanos tiene el 38% del ingreso nacional, el 70% más bajo tiene el 23% y el 10% más pobre solo el 1.7% (ver gráfico). Dicen los autores: “Es posible observar un Perú ahogado en exclusión, que no parece reducirse a pesar del crecimiento y las políticas sociales” (p. 42).

Eso es lo que, con grados y matices, se aprecia en la región: cuando subieron los precios de las materias primas todos crecieron y la pobreza cayó. Pero desde el 2014 esos precios bajan. Las protestas se producen porque la gente quiere seguir prosperando y no recaer en la pobreza. Pero se encuentra con la economía estancada –además que no se han impulsado nuevos motores de crecimiento– y con una desigualdad creciente, tema central de los informes de la CEPAL desde el 2012.

Algunos dicen que en el Perú es difícil que se den las protestas debido al “colchón de la informalidad”: la gente no tendría nada que pedirle al Estado ya que “sale adelante con su propio esfuerzo”. El esfuerzo está, que duda cabe. Pero los informales no son un compartimento aislado de la economía en su conjunto. Es totalmente al revés. Si la economía va mal, la gente no les compra sus productos y sus ingresos caen.

El ingreso promedio mensual en el 2017 para los trabajadores independientes era de 1,220 y 735 soles para hombres y mujeres, respectivamente (1), antes de la gran inmigración venezolana. Ahora los ingresos han bajado en 30% y “la calle está más dura”.

La gran mayoría, incluidos los venezolanos (el ministro Meza Cuadra ha dicho que los recursos para asistirlos están desbordados), se atiende en el SIS, que está desfinanciado. La ONP y las AFP pagan pensiones bajísimas y el 65% de la población ocupada de 10.7 millones no tiene ninguna pensión de vejez (ídem).

Está claro. Las exportaciones de materias primas que llevaron al Perú a la categoría de Ingresos Medianos Altos (US$ 6,600 per cápita anual) no son capaces de llevarnos a mejoras económicas mayores. La informalización de la economía no es colchón alguno contra las protestas. Por ahora la lucha contra la corrupción y el cierre del Congreso han sido canales de desfogue.

Pero hay que cambiar de chip, ya (escuche Confiep), apostar por la innovación y nuevos motores, a la vez que se ataca la desigualdad. Guerra avisada no mata gente.

1) Inei: indicadores de ingreso y empleo por departamento, 2007-2017, https://www.Inei.Gob.Pe/media/menurecursivo/publicaciones_digitales/est/lib1537/index.Html “Las exportaciones de materias primas que llevaron al Perú a la categoría de Ingresos Medianos Altos (US$ 6,600 per cápita anual) no son capaces de llevarnos a mejoras económicas mayores”.

https://larepublica.pe/economia/2019/10/30/humberto-campodonico-un-peru-ahogado-en-exclusion/

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