Desigualdad racial: los estadios blancos de Brasil

Alberto Sicilia

Estamos en una antigua fábrica al norte de Sao Paulo. Hoy juega A Seleção y decenas de familias han venido a seguir el partido a través de un proyector.

Los cánticos de ánimo al equipo se suceden durante todo el partido. Apenas dos circunstancias los interrumpen: cuando se acerca una ocasión de gol la armonía en los coros degenera en puro griterío de emoción. Cuando la televisión enfoca a los espectadores en las gradas, el cántico también se apaga, pero esta vez para transformarse en un triste murmullo.
Y es que, para muchos brasileños, contemplar las imágenes de las gradas significa enfrentarse a la desigualdad racial tan cotidiana en esta sociedad.

En un país en el que el 56% de los habitantes se declara negro o mulato, resulta difícil encontrar a alguien que no sea blanco en las gradas. Según una encuesta realizada por la Folha en uno de los partidos de Brasil, el 86% de los espectadores había completado estudios superiores. Entre la población general ese promedio apenas llega al 16%. “Haz el experimento. Te apuesto a que puedes contar más negros en el campo que entre las gradas”, me decía un amigo hace unos días.

“Estrictamente no se trata de discriminación racial. Sería discriminación racial si la FIFA no vendiese entradas a los negros y eso es lo que la ocurrido. Lo que ha ocurrido es que la mayoría de los negros son pobres y las entradas son demasiado caras. Pero, ¿por qué los negros son pobres? Porque existe una terrible discriminación en la sociedad brasileña”. (Carlos Ribeiro, sociólogo en la Universidad Estatal de Río de Janeiro).


Que las élites han ocupado las gradas del Mundial quedó claro desde el partido inaugural, el único al que ha asistido Dilma Rousseff. Tras el gol de Neymar que ponía por delante a Brasil, el estadio se levantó para cantar “Ei Dilma vai tomar no culo”. Aquel acto generó un debate nacional que ocupó durante días las columnas de los periódicos. Muchos brasileños lo consideran un ataque de la clase alta al Partido de los Trabajadores.

Según el discurso oficial, Brasil es la nación de la mezcla, el país que superó las razas. En realidad, y a pensar de los avances de la última década, Brasil fue el último país occidental que abolió la esclavitud y la desigualdad económica corre paralela a la brecha racial.

Termina el partido. Brasil ha ganado en los penaltis. En esta fábrica al norte de Sao Paulo las familias se funden en abrazos. Comparten sus lágrimas de emoción con las del guardameta Julio Cesar, proyectado en una lona.

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