Perú, Miedos e incertidumbres

Nelson Manrique

Los resultados de las elecciones congresales han encendido varias alarmas por el respaldo alcanzado por organizaciones como el Frepap (8.24%), Podemos (8.03%) y Unión por el Perú UPP (6.90%). La primera anotación es que se trata de un respaldo más bien modesto; son votos válidos, pero si se consideran los votos emitidos el apoyo es aún menor. En Podemos y UPP, el respaldo es a caudillos, Daniel Urresti y Antauro Humala, y no a movimientos orgánicos.

El fundamentalismo del Frepap asusta a muchos. Pero este se ha cuidado de mezclar la política con la religión. La plataforma con la que se ha dirigido a los sectores más pobres podría ser suscrita por muchos: apoyo al agro, reducción de la jornada de trabajo de 48 a 44 horas, revocabilidad de los parlamentarios, eliminación de la inmunidad parlamentaria, etc. Sus congresistas electos no tienen experiencia política y son válidas las preguntas planteadas por la literata Carla Sagástegui: ¿Tienen asesoría, quién los asesora?

Se confirma la profundidad de la crisis de representación. Acción Popular, la organización con mayor respaldo, ha obtenido apenas el 10.3% de los votos válidos, la distancia que la separa de la última organización con representación parlamentaria, Somos Perú (6.1%), es de apenas 4.2%. A esto hay que añadir las contradicciones internas de AP, la crítica a los parlamentarios que se alinearon con el fujimorismo, y el intento de estos de reescribir la historia, afirmando una distancia que no existió. En la misma línea está Mauricio Mulder, pretendiendo hacer creer que fue crítico con el fujimorismo. El 2.7% alcanzado por el Apra equivale a una partida de defunción, y Mulder, con justicia, es señalado como el culpable del desastre. Su correligionaria Mónica Yaya le ha pedido que dé cinco pasos al costado. El salvavidas que les lanzó el JNE ha impedido que pierdan la inscripción legal, es de esperar pues que continúe la disputa por los restos del naufragio.

El Partido Morado (7.36%) no tiene los centenares de comités en el país que afirmaba Julio Guzmán, y finalmente es un partido limeño. Un segundo problema es que quienes han obtenido la más alta votación, Alberto de Belaunde, Gino Costa y Daniel Olivares, son invitados, y la votación de De Belaunde supera por tres veces la obtenida por Francisco Sagasti, el militante morado con el mayor respaldo electoral. Lo más grave, sin embargo, es la despintada de Julio Guzmán, que decidió utilizar esta elección para promover su candidatura presidencial al 2021. A su incendio y fuga del departamento de la calle Ocharán se ha sumado anoche el informe de Panorama, que muestra que, a través de su abogado, Guzmán firmó un contrato de confidencialidad con el dueño del departamento para esconder su participación en el incidente. Como agudamente lo ha anotado Rosa María Palacios, ha quedado como un tramposo monse.

La crisis política actual fue detonada por la corrupción y su desenlace estará inevitablemente asociado al destino de la lucha contra ella. La mayoría parlamentaria del Congreso fenecido se jugó por la corrupción y utilizó como pata de cabra la inmunidad parlamentaria. Varios parlamentarios electos piensan utilizarla también para evadir la justicia; otros, para blindar a delincuentes. Tiene razón el presidente Vizcarra cuando afirma que la inmunidad parlamentaria no puede seguir siendo manejada por el Congreso. Desgraciadamente no es de esperar que este vaya a renunciar a su privilegio. Puede, sin embargo, seguirse otro camino: que el ejecutivo someta la cuestión a un referéndum. Allí donde una puerta se cierra hay que buscar dónde abrir otras.

https://larepublica.pe/politica/2020/02/04/nelson-manrique-miedos-e-incertidumbres/

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