Perú: AHORA, LOS IMPUESTOS

Hugo Ñopo

¿Qué fórmulas tributarias son mejores para un país tan desigual?

La semana pasada compartí un artículo sobre la tributación, motivado por las declaraciones del ministro de Economía y las sensaciones que le generan los carros suntuosos, y prometí una segunda parte sobre el asunto de los impuestos, un enorme pendiente.

Lo que conseguimos recaudar por impuestos en Perú es muy poco. Justo antes del inicio de la pandemia, los países de la OECD tenían una recaudación tributaria promedio de 34% del PBI. Brasil recaudaba el 33%. Uruguay, 29%. Bolivia, 25%. En promedio, los países de América Latina y el Caribe recaudaban 23% del PBI. Mientras tanto, nosotros llegamos a un magro 17%.

Si esto le sorprende debe ser porque no ha estado prestando mucha atención. En el ranking de recaudación tributaria hemos estado consistentemente debajo del promedio de la región desde hace, al menos, un par de décadas. Esto es algo que han resaltado varios organismos en múltiples oportunidades, entre ellos la OECD, ese club del que alguna vez recabamos los formularios de admisión, pero sin poder proseguir con el proceso.

No es que el Perú no haya hecho esfuerzos por aumentar la recaudación, lo que pasa es que estos han sido débiles. En 20 años hemos pasado de 15% a 17% del PBI. Ese aumento de un punto porcentual por década es clamorosamente insuficiente. Pero en esas mismas décadas llama mucho la atención lo sucedido en dos periodos: (i) entre 2008 y 2009 y (ii) entre 2014 y 2017. En ambos, la recaudación cayó. Una ciudadanía vigilante estaría pidiendo cuentas.

Recuerdo bien que en los 90, cuando comenzaba a formarme en Economía, escuchaba con recurrencia un argumento que dictaba que había que crecer primero para redistribuir después. “Es mejor redistribuir riqueza que miseria. Esperemos”, era uno de los mantras de la época. Después de 20 años de crecimiento macro veo muy difícil seguir sosteniendo un argumento así.

Sin embargo, también es cierto que en este momento la economía global se encuentra frente a muchas incertidumbres. Hay que ser cuidadosos para que un alza de los impuestos no ralentice mucho el crecimiento de la economía. En esta línea es mejor aumentar los impuestos a las riquezas y los consumos lujosos que hacerlo a las unidades productivas. Por ahí van algunas de las propuestas del MEF, pero será mejor afinar los detalles usando la razón antes que el corazón (y menos aún el hígado).

Los datos de la OECD citados líneas arriba también nos dan un argumento adicional para incrementar los impuestos a las rentas de las personas físicas (y sus consumos suntuosos) antes que a las sociedades o al valor agregado. Para esto, prestemos atención a la composición de los impuestos recaudados. En nuestra economía, los impuestos sobre la propiedad representan solo 2% de lo recaudado; en la OECD llegan a 6%. Además, en el Perú el impuesto a la renta de personas físicas es 12% de lo recaudado, mientras que en la OECD se trata del 24%. Podríamos bien balancear la recaudación en esos dos rubros. En contraste, los impuestos al valor agregado, sobre bienes y servicios en nuestro país representan 2/5 de lo recaudado, pero en la OECD alcanzan 1/5.

Ya se ha dicho que en un país tremendamente desigual tiene más sentido que quienes más tienen tributen más. Para esto no solo hay que aumentar las tasas de tributación, también hay que cerrar los huecos que permiten la elusión. Pero hay un argumento adicional: en nuestro país, la enorme desigualdad está acompañada de una inmovilidad social pasmosa. El mejor predictor del éxito escolar y profesional de las personas es la riqueza y educación de sus padres. Quien nació pobre está condenado a que sus hijos también lo sean. Las herramientas para igualar las oportunidades —el estudio y el trabajo— tienen capacidad muy limitada. Por eso, además de discutir sobre impuestos a las riquezas, tiene mucho sentido discutir también acerca de impuestos a la transmisión intergeneracional de las mismas: las herencias. Aquí los retos son tanto legislativos como operativos. En un país tan informal como el nuestro no hay un registro confiable de las riquezas.

Todo lo anterior es relativamente fácil de enunciar, pero muy difícil de implementar. Varios de nuestros vecinos han tenido serios problemas cuando intentaron hacer reformas tributarias recientemente. Colombia, con sus protestas a mediados de este año, es el caso más llamativo. Por eso es muy importante generar consensos. Esa es la gran tarea previa. ¿Qué lideres pueden ayudar a realizarla?

https://jugodecaigua.pe/ahora-los-impuestos/

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