Poeta combatiente del amor

César Lévano

Mario Benedetti ha muerto. Su partida nos entristece a todos, pero sobre todo a los jóvenes. Los muchachos y las muchachas lo identificaban como el poeta del amor.

Hace algunos años, en el Palacio de las Artes de Ciudad de México, se le rindió homenaje. Miles de jóvenes repletaron la sala, mientras afuera otros miles, que no habían podido ingresar, se sumaban a la celebración y soportaban, durante horas, la lluvia recia de esa noche.

Desde los días de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, no se había visto en América Latina una consagración tan apasionada.

Ello se debía al hecho de que Benedetti cantó hasta el fin el amor de la pareja humana, pero también la lucha de los que buscan, a la par y más allá de la felicidad nupcial, la justicia, la igualdad, la libertad.

El poema Te quiero lo explica. He aquí un fragmento: “Te quiero por tu mirada / que mira y siembra futuro / tu boca que es tuya y mía / tu boca no se equivoca / te quiero porque tu boca / sabe gritar rebeldía / si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos”.

Fue Benedetti un creador comprometido con la causa de la democracia y la cultura. Por serlo, las dictaduras fascistas que el imperialismo sembró en nuestra América, lo persiguieron. Cuando la institucionalidad de Uruguay fue arrasada, huyó a la Argentina, de donde también tuvo que escapar bajo amenaza de muerte. En esos días se refugió en el Perú.

El compromiso social impregnó su obra. Cuando, con participación directa de agentes yanquis, el Che fue asesinado en Bolivia, la CIA le hizo cortar las manos para certificar su identidad. En honor del héroe, dijo el poeta: “Un solo dedo tuyo basta para mostrarnos el camino”.

Era un hombre tan sencillo como su poesía. Al final, la congoja lo estremeció, y escribió: “Me he quedado sin proust y sin vallejo / sin quiroga ni onetti ni pessoa / ni pavese ni walsh ni paco urondo / sin eliseo diego sin alberti / sin felisberto hernández sin neruda / se fueron despacito en fila india”.

Ahora se suma él a la fila.

Nos quedan su poesía, sus novelas, cuentos, ensayos.

Y también sus canciones. Sus versos se volcaron en música compuesta por Daniel Viglietti y Joan Manuel Serrat.

Un peruano contribuyó al cancionero benedittiano: Víctor Merino, quien hace diez años fue invitado por Tania Libertad para que musicalizara poemas de Benedetti. Merino fue a México y el fruto de su trabajo fue el disco La vida, ese paréntesis, que el poeta celebró. Se juntaron allí las voces de Tania, Serrat y Willy Colón.

Ojalá, la noche del martes próximo, en su Concierto en Fe Mayor en la Biblioteca Nacional, lance Víctor al aire de la sala alguna de las canciones en las que el poeta puso la letra y el alma.

FUENTE:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director_11.do

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*