Feminicidio y Ecocidio
Guillermo Giacosa
En el Perú, según información del Ministerio Público, de cada 10 hombres asesinados, solo uno lo es por su expareja o por sus familiares. En el caso de la mujer, de cada 10, cuatro son asesinadas por su expareja o por familiares. A este tipo de homicidio se le llama, ahora, feminicidio. La mayoría de las víctimas tiene entre 18 y 34 años, y gran parte de los asesinos, una edad similar.
No se trata de un fenómeno local. México –por ejemplo– nos aventaja largamente en esta macabra tendencia. Para comprenderla, habría que entender primero que vivimos en una sociedad solapadamente necrófila. ¿De qué otro modo, sino, se le puede llamar a una civilización que atenta contra el único bien común generador de vida que es la naturaleza?
La explotación de nuestro planeta Tierra se realiza a una velocidad que va ahogando, lenta pero persistentemente, las fuentes de la vida. Mientras asesinan el planeta en cómodas cuotas diarias, nos adoctrinan sobre los beneficios de dicho ecocidio y descalifican a quienes lo denuncian. Muchos, alienados por esta prédica, creen en un futuro que solo existe en la mente de quienes confunden vida con cuenta bancaria. Otros suponen que el calentamiento global es obra de la voluntad de Dios, y los optimistas opinan que algo se inventará para evitar la tragedia.
En el interior de este drama, llamado ecocidio, se encuentra también el feminicidio, que no es otra cosa que personalizar en la mujer, dadora y símbolo de vida por excelencia, la delirante locura homicida a la que conduce un sistema basado esencialmente en el lucro y en la explotación de los seres humanos.
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