Algo se pudre en la pantalla


Imágenes integradas 1
Maritza Espinoza

Como en los tiempos en que todos los canales tocaban el monocorde himno del fujimontesinismo, tras los lamentables sucesos de La Parada, nuestra pantalla se convirtió en vocera del antivillaranismo más militante, al punto que los noticieros parecían producidos por Marco Tulio Gutiérrez y dirigidos por el mismísimo Luis Castañeda Lossio.

Con una coordinación que envidiaría Vladimiro Montesinos, todas las “reacciones” del público recogidas por los programas periodísticos eran una sucesión de cuestionamientos a la alcaldesa, sin ninguna voz discrepante.

No hay que tener dos dedos de frente para pensar que, así como hay quienes le echan la responsabilidad de los sucedido a la Municipalidad de Lima, hay también un sector de la población que opina que hay una extraña complicidad entre los comerciantes y los vándalos que desataron la violencia.

Curiosamente, en la televisión local, esas opiniones no existieron (como sí en las redes sociales y medios escritos). Con una parcialidad escandalosa, sólo se recogió opiniones adversas a la alcaldesa y, lo que es peor, se pretendía hacer pasar como estadísticamente válido lo que sólo son sondeos gruesos sin representatividad muestral.

Algo siniestro ocurre en una ciudad en la que el vandalismo, coludido con comerciantes que se pretenden fuera de la ley, coincide de manera sospechosa con intereses políticos de tan baja catadura que opta por obviar la responsabilidad de los delincuentes para sobredimensionar la del rival político.

¿Dónde se pactan los acuerdos para esa homogeneidad “periodística”? ¿Son tan casuales como quieren hacernos creer? ¿En qué punto la lógica cede paso al oportunismo más descarado? Cuesta creer que, en plena democracia, esté ocurriendo algo que nos remite tanto a los oscuros tiempos de la compra de broadcasters y líneas editoriales.

Lo más triste es pensar que haya periodistas que se estén prestando a este juego y que no hayan aprendido las lecciones del pasado. No es que no pueda haber colegas que apoyen la revocatoria. Es más, si lo hicieran por convicción personal, estarían en su derecho, siempre y cuando fuera una posición explícita y sin contrabandos engañosos.

Lo siniestro del asunto es que nadie apoya al bando contrario. Cuando la opinión es tan unánime, uno no puede dejar de pensar que hemos vuelto a los tiempos de la salita del SIN. Sólo queda preguntarse en qué oficina estarán ahora esos vergonzosos muebles de cuero color marrón putrefacto.

http://www.larepublica.pe/columnistas/palos-de-ciego/algo-se-pudre-en-la-pantalla-28-10-2012

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*