La fe del carbonero


Rodolfo Bueno

El carbonero se persigna al pasar frente a una iglesia; si no lo hace, cree que algo malo va a suceder. ¿Qué? No lo sabe porque siempre lo ha hecho y lo va a seguir haciendo por el resto de su vida. ¿Qué pasará cuando EE.UU. no pueda subir el techo de su deuda? No se sabe porque hasta ahora lo ha subido y el efecto se conocerá cuando no logre hacerlo; puede ir desde graves disturbios internos y mundiales hasta la disolución de ese país.

Según el Departamento del Tesoro de EE.UU.: «Un incumplimiento de pagos no tendría precedentes y constituiría una catástrofe en potencia… los efectos indirectos negativos podrían repercutir en todo el mundo…». Al culpable de este delito lo denuncia Thomas Jefferson, prócer de EE.UU.: «Yo pienso que la institución bancaria es más peligrosa que un ejército».

La economía -si nadie lo ha dicho todavía, se lo dice ahora- más que ciencia es brujería. De otra manera no se explica para qué el mundo necesita de dólares sin fondo para funcionar mal, pero de todas maneras funcionar; porque desde que Nixon perpetrara la mayor estafa de la historia, al eliminar el respaldo oro de los dólares emitidos, éstos se convirtieron en billusos.

El dólar se respalda en el poderío económico de EE.UU. Con ellos cualquiera puede comprar lo que quiera en ese país, dicen los que defienden ese sistema. ¿Será cierto? El gobierno de EE.UU. debe $17 billones, en el año 2000 debía $2 billones, todo el país debe $100 billones, y si se añade la deuda en dólares del resto del mundo, se obtiene una cifra astronómica, muchísimo más alta de lo que valen los EE.UU. comprado metro por metro.

Con obligaciones sin respaldo que la FED comercia en un sistema ya cansado de comprarlas, los EE.UU. adquieren bienes, o sea, a manera de diezmo, obtienen productos reales y entregan dinero que fabrican como papel higiénico; en términos suaves, viven del cuento.

Pero no solo los EE.UU. juegan con trucos sucios sino que Europa entera se embarcó en este carrusel diabólico, imprimiendo euros más allá de su capacidad de pago, de manera que compran lo que necesitan y pagan con papeluchos.

Cuando los conquistadores llegaron a nuestro continente encontraron que los aborígenes no le daban al oro el valor económico que para ellos tenía y que los indios comerciaban con unas conchas llamadas spondylus y también con piedritas.

En la actual economía del mundo, el dólar se ha convertido en piedritas de intercambio comercial, sin cuya aceptación el mundo se detiene. ¿Hasta cuándo durará esta fe de carbonero? Al buen entendedor…

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