Pobreza social e indigencia educativa


Teresa Tovar Samanez

“Pobreza”. Hay que ponerle comillas a la “pobreza” oficial. Hay acuerdo en que la pobreza está disminuyendo, pero discrepancia sobre cuántos y quienes dejan de ser pobres: ganar 294 soles no es salir de la pobreza. Hay que medir la pobreza no en base a una canasta básica (pobreza monetaria), sino considerando otros aspectos cruciales: salud, educación, vivienda, transporte, ruralidad, etc. (pobreza multidimensional o integral).

¿Por qué disminuye? Va en consonancia con el ritmo del crecimiento económico pero como éste depende de variables externas (precios internacionales) la baja de la pobreza también. Crecimiento no es igual a desarrollo y no hemos dejado de ser un país exportador de materias primas.

Ojo que pobreza no es igual que desigualdad. Por ello, el promedio de 23,9% de “pobreza” esconde abismos entre regiones como Cajamarca, Ayacucho, Amazonas, Pasco, Huancavelica, Apurímac, y Huánuco donde 5 ó 4 de cada 10 personas son “pobres”; y regiones como Ica, Madre de Dios, Lima, Moquegua, Arequipa, Tumbes, Ucayali y Tacna donde sólo 1 de cada 10 personas son “pobres”.

Pobreza y educación. Educación es clave para salir de la pobreza, pero aquí sí que estamos indigentes ya que la inversión educativa no llega al 3% del PBI; los sueldos de los maestros son comparables o menores a los de un gasfitero y no aguantan ninguna propuesta de reforma educativa consistente; la inversión por alumno es la tercera parte de la que efectúan países como Chile, Uruguay, Argentina o Colombia; y la infraestructura de los colegios está tan deteriorada que restaurarla al ritmo de la actual inversión tomará 20 años.

De otro lado, la desigualdad educativa persiste y se expresa en el nivel educativo: la mitad de los “pobres” solo tiene primaria; en los resultados educativos: la brecha de aprendizajes rural/urbana se ha duplicado; y en los índices de analfabetismo: el analfabetismo rural es tres veces mayor que el promedio.

Históricamente se invierte menos en las zonas de pobreza. No es casual que las regiones que han tenido peores resultados de aprendizaje sean las que tienen mayor “pobreza”, población rural mayoritaria, menos ingresos per cápita y una inversión promedio o inferior en educación: Cajamarca, Huancavelica, Apurímac, Ayacucho, Huánuco. En el lado opuesto, Moquegua, Tacna, Arequipa y Lima tienen menor “pobreza”, mayor ingreso per-cápita, poca población rural y mayor inversión educativa.

Cuando se invierte un poco más en desarrollo social y educación encontramos excepciones. Cinco regiones de sierra y selva han triplicado sus resultados en matemáticas y lectura en los últimos 7 años. Pasco con 46% de población pobre que recibió 40% más de inversión educativa; Cusco y Puno que disminuyeron drásticamente su nivel de “pobreza” a la tercera parte entre el 2009 y el 2012; San Martín y Amazonas con inversión promedio en educación y mejor gestión de la misma.

Es una cadena: pobreza, subdesarrollo, desigualdad y pobreza educativa. Hay que romperla.

http://laprimeraperu.pe/columna/pobreza-social-e-indigencia-educativa/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*