El Estado soy yo

Teresa Tovar Samanez

Después de casi 4 siglos, Luis XIV aún tiene vigencia. La frase que se le atribuye: el Estado soy yo, grafica la primacía de la autoridad real, donde el rey tenía el poder de decisión por encima de las leyes. El Rey Sol asistía al Parlamento y rodeado de vasallos daba su Declaración Real, que intimidaba y se imponía a un Parlamento decorativo.

En los últimos años las democracias languidecen y los necesarios contrapesos derivados de la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial) se adelgazan. Hay ministros que utilizan diversas puertas giratorias, presionan para viabilizar agendas y esperan que organismos estatales autónomos se “alineen” a sus decisiones. En educación existen algunos contrapesos al Poder Ejecutivo, como por ejemplo el Consejo Nacional de Educación. Otros se han reducido, como el Consejo Nacional de la Juventud transformado en una oficina al interior del Ministerio. En las últimas décadas han surgido en América Latina diversos órganos independientes, como parte del esfuerzo de crear mecanismos para fortalecer la transparencia y la legitimidad de las políticas. El Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación, y Certificación de la Calidad Educativa-SINEACE es uno de ellos.

El SINEACE es un órgano especializado del sector Educación que posee autonomía normativa, técnica, administrativa y financiera. Es el encargado de evaluar y acreditar la calidad educativa, derecho negado para las mayorías. Hoy se pretende reducirlo o desaparecerlo. Diversos funcionarios actúan como si el SINEACE ya se hubiera “extinguido”, vocablo presente en un proyecto de ley que se da por hecho sin haberse aprobado. Se trata de un desconocimiento de facto que colisiona con 3 leyes vigentes que lo amparan: Ley G. de Educación, Ley SINEACE y Ley Universitaria.

Investigaciones recientes muestran que los organismos con algún grado de autonomía enfrentan obstáculos para posicionarse porque su accionar no resulta funcional a regímenes cada vez más subordinados a la lógica del mercado y a los centros de poder financiero internacional. Por ejemplo una acción insignificante para la lógica de las multinacionales pero gravitante para la dignidad de las personas, es el reconocimiento y validación de los saberes de campesinos, artesanos y personas históricamente excluidas .“Hay gente que tiene mucho conocimiento pero no tiene la oportunidad de obtener un documento que lo acredite que sabe” decía un campesino de Junín certificado por el SINEACE.

Se comprueba que a mayor consistencia de los organismos autónomos mayor es la legitimidad yeficacia de las políticas nacionales. Debemos preservar aquellas instancias que se constituyen como espacios de reflexión y propuesta, confiables y cercanas a los actores sociales; que permiten discutir sin temor y pensar sin pleitesía. Su debilitamiento o cooptación significa por el contrario una seria alerta, no solo para la educación sino para la salud de nuestra democracia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*