Movilización, se necesita

Nelson Manrique

El derrotero de la actual crisis de representación está profundamente ligado a la capacidad, o incapacidad, del despliegue de una movilización popular que presione al sistema institucional para introducir cambios que garanticen una mayor democracia, transparencia e inclusión.

En el escenario político peruano actual hay un radical desfase entre las demandas de la sociedad civil y la representación política institucional que estas encuentran en el parlamento. De acuerdo a las últimas encuestas ocho de cada diez peruanos están a favor de profundas reformas políticas destinadas a combatir la corrupción. Pero es otra la correlación de fuerzas en el parlamento, donde el aprofujimorismo, que constituye la fuerza que más abiertamente defiende el orden institucionalizado por la constitución fujimorista de 1993, es repudiado por más del 80% de los peruanos pero tiene la mayoría suficiente en el Congreso para bloquear cualquier intento de enfrentar la corrupción y de castigar a sus responsables.

A lo largo del último año y medio se ha desplegado una vasta movilización popular demandando terminar con la corrupción que pudre nuestras instituciones. Martín Vizcarra, aupado al poder por la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski cuando se comprobó su involucramiento de este en arreglos corruptos, partiendo de una profunda debilidad, sin partido ni bancada propia, pudo remontar su aislamiento y alcanzar un nivel de respaldo popular excepcional gracias a que logró sintonizar con esta demanda y le dio forma institucional al convocar a un referéndum para aprobar un conjunto de reformas políticas y judiciales destinadas a enfrentar la corrupción. El bloque parlamentario aprofujimorista, constituido en el principal defensor de los corruptos, fue contundentemente derrotado por la masiva participación popular en respaldo las iniciativas del presidente Vizcarra.

Pero toda movilización social por su propia naturaleza es un hecho excepcional, que no puede mantenerse indefinidamente en el tiempo. En los periodos de ascenso de la movilización social se abre por un corto tiempo un espacio en el cual es posible introducir cambios radicales. Si estos no se producen, el movimiento se agotará, la movilización entrará en reflujo y quienes están en contra de los cambios podrán recuperar la iniciativa, bloqueando todo intento serio de transformación.

Es lo que viene sucediendo en el país hoy. El impulso que llevó a decenas de miles de peruanos y peruanas a salir a las calles demandando terminar con un orden social y político inicuo entró en reflujo luego de la gran movilización del 1° de enero, exigiendo la reposición de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, apartados del caso Lava Jato por el entonces fiscal de la nación Pedro Chávarry. Se logró la reposición de los dos fiscales, lo que cierra el camino para la caída de Chávarry, pero una señal importante de que el impulso reformista se agotaba fue la ausencia, algunas semanas después, de respuesta popular ante el apartamiento del juez Richard Concepción Carhuancho del mismo caso. Y las indecisiones del presidente Vizcarra, a la hora de enfrentar el sabotaje de las reformas por la mayoría parlamentaria aprofujimorista, nos llevaron a la situación actual, cuyo desenlace previsible, si no hay un cambio radical de dirección, será la aprobación de reformas mediatizadas y desnaturalizadas; un simple maquillaje para que todo permanezca igual.

A estas alturas parece evidente que Martín Vizcarra ha decidido ceder en todo, intentando flotar hasta el 2021. Está por ver si apristas y fujimoristas lo permiten.

las indecisiones de Vizcarra, frente al sabotaje de los aprofujimorista, nos llevaron a la situación actual, cuyo desenlace previsible será aprobar reformas desnaturalizadas

https://larepublica.pe/politica/1477126-nelson-manrique-movilizacion-necesita

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