Perú: “La “normalidad” era el problema”

Roberto Rodríguez Rabanal

Durante mucho tiempo hemos recibido un aluvión de mensajes orientados a que aceptemos como “normal” que : hayan pocos que tienen mucho y muchos que tienen poco o nada; lo privado es superior a lo público (aunque las grandes empresas capturan el Estado); lo prioritario es el individuo y no a la sociedad; las actividades extractivas (minería, petróleo) son lo más importante aunque depreden el medio ambiente y no respeten a las comunidades campesinas y nativas; los bancos y las AFP son “intocables”; la educación y salud “de calidad” es patrimonio de los grandes colegios particulares y clínicas privadas, y no un derecho ciudadano; como tampoco lo es la existencia de sindicatos y negociación colectiva.

La Constitución fujimorista de 1993 resume la “normalidad” de la desigualdad y la injusticia y es el principal candado para procesar cambios de raíz en nuestro país; por ello requerimos elaborar otra que exprese un renovado Pacto social por una nueva República de ciudadanos, forjando un amplio consenso democrático. Tarea para cuya ejecución es menester ganar el gobierno, proyectando una clara mayoría política y social que exprese el verdadero rostro peruano del siglo XXI y no el de la KONFIEP y sus socios, ese grupillo que únicamente a nivel de los 6 más ricos concentraba una fortuna de US $ 11,200 millones el 2019 (revista Forbes); cantidad mayor que los S/. 30 mil millones que el Gobierno está asignando para 350,000 empresas (Programa “Reactiva Perú”).

La “normalidad” ha sido desvestida a todo nivel, evidenciándose la incapacidad de los gobernantes ultraliberales para enfrentar responsablemente al coronavirus. Mientras los presidentes de Estados Unidos y Brasil se mofaban, tal como antes se burlaron del cambio climático, la pandemia avanza diariamente y uno de los infectados es “el Trump” británico, el Primer Ministro conservador Boris Johnson. Hoy está en cuidados intensivos, lo que puede ser un anuncio del ingreso de un paciente “global” que detrás de su prepotencia esconde su debilidad: el neoliberalismo. Paciente asustado por la dura recesión en marcha y sabe que la humanidad no está dispuesta a aceptar que el peso de la crisis recaiga en las espaldas de los pueblos; los que dicen basta a la codicia y el individualismo; afirmando la solidaridad y el accionar comunitario.

Según Bruno Latour, “la modernidad está acabada”. Y Henry Kissinger reconoce que “esta pandemia alterará el orden mundial para siempre”. Entonces, es un deber construir una nueva civilización y no maquillar la barbarie existente. No volveremos a la “normalidad” porque la “normalidad” era el problema.

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