El mundo después del Covid-19
Oswaldo de Rivero
La pandemia Covid-19 ha probado que la desigualdad social ha sido un factor determinante en la tasa de contagios y de mortalidad. También, ha probado que todos los países han sido incapaces, en menor o mayor grado, de enfrenar con éxito esta pandemia porque la capacidad de contagio del virus ha sido tremenda. Y también, porque la mayoría de los países han practicado el neoliberalismo económico, creando con ello una gran desigualdad social, debido a la poca inversión en el sector social, en comparación con las billonarias inversiones en las finanzas y los bienes transables a través del comercio internacional.
La pandemia, Covid-19 ha hecho también que el Estado intervenga en la economía con una intensidad sin precedentes en la historia. Irónicamente, después de 30 años de satanización del rol Estado por los ideólogos del neoliberalismo, la crítica a la intervención del Estado en la economía ha desaparecido en EEUU y Europa. En su lugar, surge ahora una crítica al capitalismo neoliberal.
Sin duda, el mundo después de la vacuna contra el Covid-19, no será igual al que existió antes de la pandemia. En muchos países los ciudadanos van a reclamar un Contrato Social para reducir la desigualdad a través de salarios mínimos, seguro de desempleo, reformas tributarias y políticas de acceso a la salud, a la educación y de defensa del medio ambiente.
No todos los países van a lograr un Contrato Social porque la situación post pandémica de pobreza y desempleo van a crear grandes turbulencias sociopolíticas en muchas naciones sobre todo en las que tienen enorme desigualdad social, como las latinoamericanas. Lo único que es certero es que no se va aceptar volver a la situación social que existía antes de del Covid-19, debido a que el mundo como resultado de esta pandemia y de las catástrofes que ya está causando el recalentamiento global, ha entrado en una era de inestabilidad y de oportunidades de cambio nunca vistas ni imaginadas.
La malignidad o la bondad del cambio social mundial post pandémico dependerá de que los EEUU, China y Rusia, que son las potencias más poderosos del mundo, cooperen entre sí. Algo que no será fácil, puesto que hoy las relaciones de los EEUU con China y Rusia son peores que las que tenían durante la guerra fría. Están infectadas de disputas sobre zonas de influencia, comercio internacional, espionaje tecnológico y sanciones económicas.
En medio de este desbarajuste, no hay control mutuo de las armas nucleares entre EEUU y Rusia, como el que existía en la guerra fría. Más bien, estamos ahora presenciando una carrera armamentista, entre ambas potencias, que consiste en modernizar sus arsenales nucleares para hacerlos aún más letales.
A pesar que la pandemia es una tragedia que enluta a toda la humanidad, los EEUU, China y Rusia, no se han unido para luchar contra Covid-19; y así crear un precedente para iniciar una era de cooperación tripolar frente a las tres más grandes amenazas que tiene hoy la humanidad, como son la proliferación nuclear, las posibles futuras pandemias y el cambio climático. Esta cooperación tripolar consistiría en detener la modernización de las armas nucleares, prevenir las futuras pandemias y reducir notablemente sus emisiones tripartitas de CO2 para impedir el recalentamiento del planeta dos grados más.
Sin duda, la actual falta de cooperación, entre los tres más poderosos potencias, va hacer aún más caótico el anárquico y violento mundo en que viviremos después de la pandemia, y que yo llamo: “un mundo apolar,” donde los EEUU ya no son más el Sheriff del mundo y Rusia y China, no pueden ni quieren reemplazarlo.
Vivimos así una crisis del ejercicio del poder mundial, donde un virus microscópico ha puesto de rodillas a los más poderosos Estados Naciones.
Una lección que nos dice que los humanos no somos tan “sapiens.”