Perú: La desesperación galopante

Gustavo Espinoza M.

Antes de los comicios recientes, todos vimos a Keiko Fujimori arrepentida de sus “errores del pasado”. Nos dijo, compungida y sollozante, que se había superado, que los meses de prisión le habían permitido reflexionar, que se había “encontrado con Dios” y que había asimilado los duros golpes de la vida.

Así estuvo hasta la noche del 6 de junio. Cuando vio que las cifras electorales le eran adversas, arremetió con todo y dio rienda suelta a su agresividad, celosamente escondida.

Desde entonces, no ha parado. Al contrario. En la medida que se vieron confirmados los guarismos de la ONPE, se fue incrementando su animadversión. Y ella, llegó casi al límite cuando, la noche del martes, demandó la nulidad de 802 mesas de sufragio situadas en el interior del país, en las que perdiera largamente la votación.

En un inicio, sin embargo, aun abrigó cierta ilusión. Dijo que esperaba los resultados del exterior, cuyas votaciones creía favorables. Adicionalmente, incubó ilusiones respecto a algunas impugnaciones, al voto de las personas de la tercera edad, o a los sufragios en ciertas zonas de la capital, del norte, o del oriente. Los números la volvieron a la realidad: nada le alcanzaría para ganar. Entonces, montó en cólera.

Recordemos que ella, fue la primera en hablar de “fraude”. Y aunque reculó después, cuando no logró presentar una prueba de sus afirmaciones; retomó sus bríos cuando alcanzó a percibir la inminencia de su derrota.

En paralelo, movió el pronunciamiento de 22 expresidentes de gobiernos de España y América Latina, desde Aznar hasta Peña Nieto y Álvaro Uribe, tocó la puerta de los cuarteles, y organizó el miércoles 9, una “marcha” hacia el Ministerio de Defensa para “exigir” a los uniformados “que actúen” para impedir la “victoria del comunismo”. En esa línea, cerraron filas los grupos más reaccionarios, y buena parte de la “Prensa Grande”, esa que hace eco de sus rabietas y lamentos.

Todo indica que fracasará en su intento. Cuando eso ocurra, dirá que perdió por culpa de otros: el Jurado no atendió sus demandas, y la ONPE validó votos indebidos. Sostendrá que eso sucedió porque el Presidente del Poder Electoral es “marxista-leninista-maoísta” -como dijo Beto Ortiz- y que el Presidente Sagasti no “se puso los pantalones”. Y acusará de todo, finalmente, a Martín Vizcarra, asegurando que fue “el guionista del fraude”.

No incuba, sin embargo, mayores pretensiones en torno al tema. Sabe que perdió en la contienda, y ahora busca otra cosa: deslegitimar al proceso electoral como una forma concreta de debilitar la imagen de Pedro Castillo. Como corolario, buscará obsesivamente un Golpe de Estado que –“ante sus graves denuncias presentadas”, desconozca las elecciones y haga escarnio de la voluntad popular. Y querrá que eso, ocurra en los próximos días.

Las instituciones castrenses, no obstante han puesto por lo pronto las cosas en claro. No es su tarea ilegalizar los comicios, ni invalidar procesos. Tampoco, derribar gobiernos ni inmiscuirse en asuntos del Estado. En ese sentido se ha pronunciado ya el Ministerio de Defensa y el Comando Conjunto de la Fuerza Armada. Aun así ese peligro, no ha desaparecido.

En el empeño, Keiko buscará promover acciones de violencia. Es posible entonces que ocurran actos terroristas que puedan atribuirse a un “renacer de Sendero”. Pero también enfrentamientos callejeros y conflictos sociales, además de atentados criminales. Agudizará sus críticas al actual gobierno, por las vacunas, o por lo que fuere, y podría tentar una Acusación Constitucional contra el Presidente Sagasti, para promover su caída. En el fondo buscará alentar el caos. Eso, forma parte de su esencia.

Cierta prensa ha evocado los sucesos de Chile en 1973, y culpado a Salvador Allende por el Golpe Fascista, asegurando que intentó “cambiar el modelo” y “optó por el socialismo”, Y eso fue –lo ha dicho “Perú 21”- lo que motivo la acción de Pinochet. También se ha aludido al derrocamiento de Evo Morales, asegurando que se produjo “como consecuencia de irregularidades en un proceso electoral”. Por poco, justifica esas acciones. Aquí, las pondrá como ejemplo.

Si la variante militar le fracasara, el Fujimorismo pretenderá aglutinar fuerzas para “vacar” al Presidente Castillo después del 28 de julio. Para facilitar ese propósito, pretenderá incuso adoptar decisiones desde ahora, usando la “Cuarta Legislatura”. Procurará introducir modificaciones constitucionales que le permitan actuar, pero probablemente fracasará porque se requiere de 87 votos para ese propósito.

Al mismo tiempo alentará el descontrol social. Trabajó mucho, ya por insertar una cuña entre Pedro Castillo y el núcleo dirigente de Perú Libre liderado por Vladimir Cerrón. Persistirá en ello. Más adelante, buscará generar contradicciones en el campo popular enfrentando a unos contra otros, sembrando en unos la desconfianza, y en otros la indiferencia. La derecha es maestra en esos ardides.

Aunque nada de eso le dé resultado, persistirá neciamente en su prédica. El gobierno de Castillo “no es legítimo”, dirá para que la oiga más los de afuera. Y buscara obsesivamente el apoyo norteamericano para su juego. Por lo pronto, ya viajó a USA Hernando de Soto “para informar a la Casa Blanca de los peligros que se ciernen sobre América Latina en el caso de la unción de Castillo”.

Después de todo, la mano aviesa del Imperio estará siempre detrás de esas y otras acciones. No hay que perder de vista hacia dónde miran los ojos de Washington City.

www.nuestrabandera.pe/2021/06/12/peru-la-desesperacion-galopante/

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