Perú: LA OPOSICIÓN “POR FIN” ASALTÓ EL GOBIERNO

Rudecindo Vega

Increíble nuestro Perú, laboratorio sofisticado de fenómenos políticos, todo puede pasar con naturalidad, los héroes pueden ser villanos y viceversa, los cadáveres políticos resucitan sin sobresaltos, los gobernantes pueden pasar de palacio de gobierno a la cárcel, las autoridades se deciden en la fila el día de las elecciones a pesar de una larga campaña o que las encuestas digan lo contrario, podemos elegir un desconocido o un prontuariado, nuestros partidos son vientres de alquiler para aventureros, clubes electorales que se prestan e intercambian candidatos y hasta organizaciones criminales según el Ministerio Público; además, somos un país donde los perdedores electorales han inaugurado una manera indirecta de llegar al gobierno vacando al presidente triunfador. En Perú, hoy, luego de la vacancia de Castillo, por su absurdo y burdo autogolpe, gobierna, quienes perdieron las elecciones, la oposición.

La oposición hoy gobernante nunca quiso a Castillo, en la segunda vuelta desató una campaña de desprecio y terruqueo que samaquea cualquier respeto democrático, luego de su derrota hizo todo para impugnar las elecciones inventando un supuesto fraude que fue negado por organismos internacionales y el propio congreso que ella controla, iniciado el gobierno impuso su campaña para sacar al presidente y vicepresidente mediante la vacancia, la suspensión o la inhabilitación. Tal fue su obsesión y desprecio a la democracia que el primer día de gestión presentó su primer pedido de vacancia que no fue admitida, 4 meses después fue admitido el segundo, pero no logró los votos para ser aceptado; luego se inició el tercer pedido de vacancia, paralelo a 6 investigaciones fiscales por corrupción y un pedido de suspensión temporal. A su vicepresidenta Dina Boluarte, su ministra del MIDIS, le abrió proceso de inhabilitación y la mantuvo siempre bajo amenaza. La oposición vivía obsesionada y desesperada por sacar al presidente y vicepresidente para tomar por asalto el gobierno.

El gobierno de Castillo todas las semanas daba motivos a la oposición para alimentar su voracidad vacadora, los actos de corrupción en el entorno del presidente eran escándalos cotidianos, la designación de impresentables y prontuariados en altos cargos eran vergüenza rutinaria y la ineficiencia gubernamental era escalofriante, todo, cargado, además, de una tonta, estéril y suicida confrontación. Cómo sobrevivió 16 meses un gobierno tan inútil y corrupto solo se explica porque la oposición vacadora del congreso era igual o peor que el ejecutivo. Además, era un congreso aterrorizado por la sola posibilidad de ser disuelto si se atrevía negar la confianza a 2 gabinetes. Tan desagradable situación llevó a tener 4 gabinetes cuestionados pero con voto de confianza congresal y un permanente desangramiento ministerial con amenazas y pedidos concretos de censura. El gobierno ineficiente de por sí, fue, además, paralizado por un congreso más ineficiente que él.

Ese empate inútil entre inútiles, gobierno y oposición, congreso y ejecutivo, donde el presidente no podía disolver el congreso y este no podía vacar al presidente, solo fue roto por el absurdo y burdo autogolpe de Castillo el 7 de diciembre, pantomima pura, duró menos de 4 horas, ni siquiera las bancadas afines y sus congresistas comprados lo respaldaron, ni que decir de los organismos constitucionales, Fuerzas Armadas y Policía Nacional; tan chabacano fue, que hasta el mensaje tembloroso leído fue copia de Fujimori del 5 de abril de 1992. Felizmente su preparación y ejecución, torpe y soez, evitó se consume, hasta la fuga del golpista fue frustrada por su seguridad. Pedro Castillo no supo cómo llegó al gobierno, no supo gobernar, felizmente no supo dar autogolpe, ni siquiera supo fugar, no supo cómo ha dejado el gobierno y por sus mensajes no sabe o no entiende que ya no es presidente sino un procesado que está legalmente encanado.

La angurrienta oposición vacadora aprovechó la circunstancia, dejó de lado el tercer pedido de vacancia y aprobó un nuevo cuarto pedido basado en el flagrante fallido autogolpe, vacó a Castillo y designó a su vicepresidente, a quien 2 días antes, previas negociaciones para quedarse todos hasta el 2026, había perdonado su inhabilitación. La juramentación de Dina fue inmediata, como inmediato fue el anuncio de quedarse hasta el 2026 con feliz anuencia de la oposición; además, fue evidente, su pacto oculto, tras bambalinas o bajo la mesa de giro a la derecha mediante la conformación de su primer gabinete que negaba las propuestas de izquierda con las que fue electa. La traición estaba consumada, no a Castillo que dejó de ser presidente por su torpeza y ella asume por sucesión constitucional, pero sí a la propuesta que ella encarnaba y hoy abandonada.

Las movilizaciones y desborde generalizado a nivel nacional, los 26 muertos, las centenas de heridos, los destrozos a propiedades públicas y privadas, la declaración del estado de emergencia, toque de queda y militarización nacional hicieron retroceder al nuevo gobierno: tuvo que proponer adelanto de elecciones para abril del 2024 y, a 10 días de gobierno designó su segundo gabinete. La ratificación del adelanto de elecciones sin ninguna nueva regla política electoral tendrá que esperar hasta marzo para saber si es realidad y el reciente gabinete, apenas ajustado, ratifica su acuerdo con las bancadas de derecha, no habrá cambios solo una transición para garantizar el continuismo. Reprochar falta de entendimiento a sus traicionados es combustible puro que debe recordar.

Tampoco hay que ser ingenuos y pensar que Castillo tuvo un gobierno de izquierda, ni gobierno ni de izquierda; fue desgobierno nacional plagado de cacócratas (incapaces) y cleptócratas (corruptos); el piloto automático anduvo sin control y sin plan de vuelo, enfrascado en una caótica y provocada confrontación mientras saqueaban y asaltaban el estado. El gobierno de Castillo, para quienes apoyamos su campaña, fue gran decepción, fiasco o el más grande fraude gubernamental en nuestro bicentenario. Su terrible desgobierno, con su fallido autogolpe, nos deja, además, a su vicepresidente y ministra, con un gobierno de derecha contrario a lo propuesto en las elecciones; la presidente, respaldada y copada por la oposición vacadora (hoy “oposición gobernante”) expresa un entusiasmo autoritario de temer que la calle y la protesta de izquierda querrán cambiar.

Enero del 2023 y la presentación del gabinete Otárola en el congreso serán el termómetro nacional. Mientras Castillo está legalmente en prisión y su gente y los desencantados de la clase política están en la calle, su vicepresidente hoy gobierna con la oposición congresal que buscaba obsesivamente vacarlos. El desgobierno ya no está en el gobierno, en el gobierno está la oposición. Difícil pestañar en el Perú, difícil aburrirse en este incierto proceso de ebullición política y social. Perú vivo, “problema y promesa” aún, en nuestro bicentenario republicano.

https://diariouno.pe/edicion-digital-24-de-diciembre-de-2022/   p9

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