Perú: Ruido y nueces

Eloy Espinosa Saldaña

I

“Mucho ruido para tan pocas nueces” es una de las obras más famosas de William Shakespeare. Sin embargo, aquí no voy a hacer una crítica literaria o teatral. Me referiré a la otra comprensión de esta expresión: “Mucho ruido para tan pocas nueces” significa hacer mucho movimiento o anuncio cuando los cambios que realmente se llevan a cabo son de una relevancia bastante menos significativa de lo que se anunciaba.

Y eso es lo que se puede decir de algunas últimas acciones de nuestro Congreso o nuestro Gobierno.

Paso primero a comentar lo hecho por el Congreso y nuestro Gobierno.

Empiezo con el Congreso. Según la última encuesta a nivel mundial de Ipsos, el 84% de los limeños y el 85% de la población que no se encuentra en Lima querían y quieren un adelanto de elecciones. Eso obliga a los congresistas a reconsiderar una insostenible votación inicial en sentido contrario, y a aprobar un adelanto de las elecciones generales hasta abril de 2024.

Ahora bien, eso es insuficiente para sostener la credibilidad ciudadana del Congreso cuya aceptación no llega siquiera a los dos dígitos.

Si el Congreso no aprueba la reforma constitucional que habilite ese adelanto de elecciones, o se pone de acuerdo en las medidas de carácter electoral y de reforma política que deben darse antes de las elecciones (en realidad, mucho antes), el descrédito del Congreso será mayor, y la permanencia de los y las congresistas en sus curules será de pronóstico reservado.

Y es que no puede dejar de determinarse si hay o no primarias en los paridos políticos (yo creo que eso en indispensable, si realmente quiere renovárselos y democratizarlos); si mantiene el voto preferencial (innecesario si hay primarias);o si sostiene la posibilidad de que sentenciados por la comisión de delitos puedan postular a la Presidencia de la República (aquí sería bueno que el Tribunal Constitucional, en un pronunciamiento, matice la radicalidad de su pronunciamiento al respecto). Y además de esto, un largo etcétera de lo que puede discutirse en el plano electoral.

Sin embargo, no solamente tienen que hacerse reformas en lo electoral, sino también deben darse reformas en el ámbito más político, y hay que decidir si se va a aprovechar el momento de las elecciones, o el momento previo a estas, para ver si se las pone en práctica.

Queda claro que el artículo 117 de la Constitución tiene que tener una reforma, y que deben aclararse, por ejemplo, los alcances de la vacancia “por grave y permanente incapacidad moral” (para mí, siguiendo lo planteado por nuestras constituciones desde 1839 debe entenderse y consignarse como mental).

Veo más complicado, con el tiempo con el cual se cuenta, entrar a decisiones como la de volver o no a la bicameralidad (rechazada por el grueso de la población).

Y creo que si hablamos de remover a la clase política, va a ser muy polémico aceptar la reelección inmediata de congresistas.

Sin embargo, si el Congreso trabaja al ritmo que la población le demanda, puede darse un debate sobre estos temas, así como si se toma en cuenta la propuesta de una asamblea constituyente.

En mi opinión, no estamos ante un momento constituyente, pero respeto mucho las opiniones en sentido contrario.

II

Como puede apreciarse, si el Congreso no asume todas estas tareas, y algunas más, la declaración de adelanto de elecciones será más ruido que nueces, y veremos si eso va a ser aceptado por la ciudadanía que estuvo marchando contra la clase política general, y también hubo un sector pidiendo la liberación del expresidente Castillo.

Entre esos manifestantes se infiltraron gente del Movadef, y personas sostenidas por el narcotráfico y otros delitos como la tala ilegal o la minería ilegal. Querer negar esto es como querer tapar el sol con un dedo. Y es que, frente a los manifestantes en forma pacífica (que los hubo y los hay), han existido quienes, de manera organizada, atacaron primero locales de fiscalías y juzgados (desapareciendo así miles de expedientes que podrían involucrarlos o involucrar a sus jefes o jefas), para luego ir sobre los aeropuertos locales, buscando impedir que lleguen refuerzos para la policía o las Fuerzas Armadas en contra de ellos.

Pero así como el vandalismo es inaceptable, más inaceptable, si cabe, son las muertes de personas que, en principio, fueron a ejercer su derecho a la protesta. No se puede admitir que hayan existido 27 muertos (en medios internacionales se habla de 33), como ha ocurrido en estas semanas en nuestro país.

Hay que determinar responsabilidades y sancionar de manera drástica a quienes resulten culpables de lo ocurrido, sobre todo si estamos ante casos de posible abuso militar o policial, pues son las fuerzas del orden las que tienen que actuar de la manera más escrupulosa en la defensa de los derechos. También se debe determinar, cómo no, quiénes, sin aparente justificación alguna, hirieron a más de doscientos policías, cuatro de ellos en unidades de cuidados intensivos.

La reacción del Gobierno frente a lo ocurrido ha sido considerada por lo menos lenta, y en base a ello, hay quienes piden la renuncia de la presidenta Boluarte. Boluarte ofreció reconfigurar su gabinete, y en realidad, no se han visto cambios de fondo al respecto.

Sin duda es meritorio tener diez ministras en el gabinete, y había que sustituir a los dos ministros renunciantes. Por otro lado, la salida del ministro del Interior estaba cantada luego de las muertes en el contexto de la protesta ciudadana. Pero ¿y sobre el resto? Aprecio que se expone más a Otárola, pues sigue siendo, por lo menos en principio, el único ministro con conocimiento técnico y habilidad para la negociación política, pero es también a quien se va a cuestionar por los muertos durante las protestas, pues nada justifica la pérdida de una vida humana, y menos aún en el presente contexto. Y eso va a pesar, aunque no sabemos cuánto, en un sector de congresistas cuando el gabinete Otárola pida contar con la confianza del Congreso.

Lamentablemente, otra vez más ruido que nueces. Hubiese esperado un gabinete con más interlocutores con manejo político (lo que es distinto a tener escuderos de la presidencia, los cuales dejan sus ministerios abandonados). Se alega que no se han hecho más cambios porque los ministros y ministras tenían pocos días en el cargo, y que había que darles una oportunidad. Puede ser, pero aceptemos que lo hecho no es una “reconfiguración” de un gabinete, y que alguien con “más horas de vuelo político” resultará indispensable para lo que se le viene a este Gobierno.

Si estos ministros y ministras no entienden su rol técnico-político, no toman acciones para la crisis alimentaria que se viene, no enfrentan los problemas de la minería (legal o ilegal), o los casos de corrupción o inseguridad ciudadana, tampoco el Gobierno sostendrá su credibilidad, y esto tendrá efectos irreparables.

En pocas palabras: abril de 2024 se encuentra muy lejos para la ciudadanía, y si bien las declaraciones y los gestos hechos son importantes, son todavía insuficientes. Al Perú no le sirve tener tanto ruido si de eso se obtienen tan pocas nueces.

https://larepublica.pe/opinion/2022/12/23/ruido-y-nueces-por-eloy-espinosa-saldana-barrera/ (I)

https://larepublica.pe/opinion/2023/01/06/ruidos-y-nueces-ii-por-eloy-espinosa-saldana/ (II)

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