Perú: Rumbo al Estado fallido
César Hildebrandt
Alan García, de 1985 a 1990: empezó a amasar una fortuna con los italianos del tren, los negocios de Zanatti y las sobras de los dólares MUC. Pasó de clasemediero con pinta de universitario a capo aprista de los bajos fondos. Alberto Fujimori, de 1990 al 2000: fue el festín de las arcas abiertas, los gastos de defensa destinados a la cúpula de Hermoza Ríos, el presupuesto vulnerable a toda extracción, la orgía de las privatizaciones a precios módicos. El autócrata tuvo, además, una banda de asesinos delivery y un socio –Vladimiro Montesinos– que festejó el suicidio de su padre.
Alejandro Toledo, del 2001 al 2006: está sumergido en un caso en el que todas las pruebas apuntan a sus huellas bancarias alrededor de un soborno sambista calculado en 30 millones de dólares.
Alan García, del 2006 al 2011: robó más que nunca y consolidó su inmenso patrimonio personal. Odebrecht, las loncheras, Andorra, Nava, Atala, el Apra como faltriquera infinita.
Ollanta Humala, del 2011 al 2016: recibió plata de Odebrecht y de la chequera suelta del chavismo mientras pretendía pasar por un militar socialdemócrata.
Pedro Pablo Kuczynski, del 2016 al 2018: un Congreso hediondo lo vacó después de que se archicomprobara que era el rey de la puerta giratoria, los intereses cruzados y las gerencias offshore.
Martín Vizcarra, del 2018 al 2020: está sometido a diversos procesos y múltiples sospechas razonables sobre su desempeño como gobernador de Moquegua. La tecnocracia provinciana subida a la ola del crimen.
Pedro Castillo, del 2021 al 2022: todo indica que armó una red de traficantes de influencias y disfrute de dineros públicos. La izquierda de origen rural se sumó al saqueo. El marxismo con cajero automático al costado.
Ese es el Perú del que deberíamos avergonzarnos: marcas mundiales de podre sucesiva, de infección continua, de deshonor de largo plazo.
Sigamos sumando:
-El Congreso está en manos de una pandilla de delincuentes de todo pelaje y sigla.
-El partido con más asientos en el Parlamento defiende la herencia de un ladrón y asesino cuya hija, lideresa de la organización, también ocultó un gran dinero dado por el lobismo empresarial las tres veces en que fue candidata (frustrada).
-El Ministerio Público sirve a la corrupción, a los intereses del gobierno ilegítimo de la actualidad y a la causa de los políticos sometidos a proceso penal por lavado de activos.
-El Tribunal Constitucional obedece al dictado del Congreso infestado por las mafias de la educación privada bamba, la obra pública digitada, la minería ilegal, la tala clandestina, el transporte informal y la protección de los monopolios.
-La Defensoría del Pueblo está en manos de un pobre hombre que fue puesto allí por el hoy prófugo Vladimir Cerrón, socio eventual del fujimorismo en banda.
-El primer ministro, o como se quiera titular el sujeto en cuestión, está fascinado con servir de sandalia a los empresarios en cuanto CADE se realice. Ama la servidumbre. Cree que los aplausos que le regalan servirán de algo a la hora de la verdad.
-La presidenta de la república, que fue vicepresidenta de Castillo y ministra hasta la última hora del régimen que ahora maldice, es capaz de decir que los asesinados por su gobierno se mataron a sí mismos o tornáronse difuntos por intervención de “ponchos rojos” bolivianos. Tiene notorias habilidades diferentes.
-Los fiscales que tienen a su cargo los casos salidos del expediente Lava Jato están siendo removidos y serán reemplazados por peones de la Fiscal de la Nación. La misión es tener una tenue e inhábil participación en los juicios que están próximos.
-El gobierno asfixia a los organismos del poder electoral siguiendo el guion de la coalición conservadora que maneja el país. El objetivo es tener bajo su mando al Reniec, la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones. Los tiempos del precivilismo aspiran a volver.
-La prensa, en general, dormita al lado de la mugre y normaliza el mensaje de la derecha: no aspiremos a más, esto es lo que hay, no agitemos más olas, nadie sabe qué puede venir.
-Los empresarios exigen un clima de confianza que consiste en salarios bajos, exoneraciones tributarias, seguridad jurídica, represión del descontento y empuje financiero estatal.
-El “milagro económico” peruano ha terminado. Las vacas flacas nos llegan con el gobierno de las mediocridades elocuentes. No tenemos respuestas porque ni siquiera nos hacemos las preguntas correctas.
Estos son algunos datos netos sobre el Perú, quizá el país más inconsciente de su realidad. Yo sí lo digo sin alharaca pero también sin miedo: vamos camino a ser un Estado fallido. Por ahora somos una nación sin rumbo.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 662 año 14, del 17/11/2023 p16