Más ayes por Benedicto XVI

Guillermo Giacosa

Una encuesta realizada entre los católicos franceses indica que el 55% de estos tienen una opinión negativa del papa Benedicto XVI. A la mala impresión causada por el reintegro de los obispos integristas, se ha agregado, para causar tal ola de rechazo, la opinión del pontífice romano sobre los preservativos. Hace seis meses, justo antes de su visita a Francia, Benedicto XVI gozaba de una aceptación del 81% de los fieles galos. Si se tratara de un hombre político, dice el director de la firma encuestadora, me permitiría afirmar que carece de futuro.

En Angola, el papa se ha opuesto al aborto terapéutico con estas palabras: “Cuán desconcertante es la tesis de aquellos que pretenden que el aborto es una cuestión de salud reproductiva. El aborto amenaza los fundamentos mismos de la sociedad”.

La iglesia Católica se ha pronunciado siempre contra el aborto pero, esta es la primera vez que se pronuncia específicamente contra el aborto terapéutico (comprendido cuando es el único medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y permanente). Apoya así Benedicto al obispo brasileño que excomulgó a la madre de una niña de nueve años que estaba gestando mellizos producto de la violación reiterada de su padrastro y al cuerpo médico que practicó el aborto. Según la opinión científica, la niña no resistiría ese doble embarazo.

Curiosamente, la asamblea de obispos brasileños había tomado distancia del autor de las excomuniones, asegurando que estas no se habían producido. Respecto al preservativo, el Osservatore Romano, diario del Vaticano, ha acusado a los medios de comunicación de “elevar la polémica hasta insultar” al papa “deformando los hechos”. Parece que para los periodistas del Vaticano decir que la distribución de los “preservativos acrecienta el problema del sida” no es una forma intolerable de satanizar los condones e invitar a los creyentes a la improbable castidad o a jugar a la ruleta rusa.

La conflictiva relación de la iglesia católica con el sexo parece no tener fin. En algunos casos, sin embargo, se ha avanzado. Aquí algunas ‘saludables’ costumbres que debían practicar los católicos. En el año 650, si alguien tenía una polución nocturna voluntaria debía levantarse y cantar nueve salmos de rodillas y, al día siguiente ayunar. Si alguien, solo en su mente, deseaba fornicar, haría penitencia todo un año. Si alguien amaba a cualquier mujer, aún sin realizar maldad alguna, más allá de unas cuantas conversaciones, haría penitencia por 40 días. Además, el casado debía ser continente durante tres períodos de cuarenta días, los sábados y los domingos –día y noche– así como los días de la semana señalados (miércoles y viernes) y después de la concepción. Los niños que imitaban el acto de la fornicación, ayunaban veinte días y, si lo hacían con frecuencia, cuarenta.

El sistema de dominación de la iglesia se basaba en esta suerte de extorsión a la propia naturaleza humana que condenaba a los católicos a vivir entre remordimientos y sentimientos de culpa.

FUENTE:
http://peru21.pe/impresa/noticia/mas-ayes-benedicto-xvi/2009-03-24/242008

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