El hombre que recordaba demasiado

Mirko Lauer

El retiro relámpago de Jorge Trelles de la vocería de Fuerza 2011 es un nuevo síntoma de que mientras Keiko Fujimori hace campaña en torno suyo se desarrolla un intenso sacamanteca entre grupos de influencia. No era mucho secreto que Trelles estaba en la mira, y su comentario sobre menos muertos bajo Alberto Fujimori fue la gota que rebalsó de un vaso que ya traía problemas por una rifa electoral.

Quienes se precipitaron a defenestrar a Trelles quizás perdieron la oportunidad de ganar un punto. Pues en efecto la captura de Abimael Guzmán en 1992 redujo el número de bajas en la guerra antisubversiva, y dio paso a un clima mucho menos salvaje que bajo los gobiernos de Acción Popular o el Apra. Sin duda es a eso que se refería Trelles.

La explicación que ha salido a dar Fernán Altuve causa cierta intriga. Si hemos entendido bien, Trelles cayó pues cometió un error en un momento en que no había que cometerlo, y este es un adelanto de la manera cómo serán tratados los errores si el fujimorismo llegara al gobierno. ¿Para quién está dando Altuve esta explicación?

Como control del daño es un texto más bien flojo, una extraña trenza de silogismos, a medio camino entre un lamento por la caída de Trelles y una amenaza al cuerpo de fujimoristas expectantes. Salir a dar relleno sobre la salida de Trelles parece un error en sí mismo, una revelación del nerviosismo de los fujimoristas en campaña.

Más aun, al calificar el comentario de Trelles como un error, tácitamente coloca su frase en el contexto de las masacres de La Cantuta y Barrios Altos, dos escollos serios para el reciclaje del fujimorismo. Como si lo importante hubiera sido deshacerse de este correligionario en la actual fase de la contienda.

Las campañas presidenciales suelen tener la estructura de una corte, donde la proximidad al hombre (en este caso a la mujer) define la importancia relativa de las personas. Ya antes Carlos Raffo Arce fue enviado a su casa por conflictivo, y Martha Chávez ha sido discretamente puesta de lado por parecidas razones.

Es perceptible la tensión entre una vieja guardia más cercana a Alberto Fujimori y un fujimorismo que sintoniza más con la imagen amnésica de la hija Keiko. Han logrado hasta aquí que la procesión vaya por dentro. Pero la preeminencia de los hombres de negocios interesados en sanitizar al fujimorismo es evidente.

Es probable que de ganar el fujimorismo pronto revele sus bandos internos: keikistas, albertistas, neoliberales puros, o militaristas interesados en reciclar a Vladimiro Montesinos. Para algunos de estos de pronto la presidencia sería demasiado importante para dejarla solo en manos de Keiko Fujimori. Quizás la advertencia de Altuve también es para ella.

http://www.larepublica.pe/21-05-2011/el-hombre-que-recordaba-demasiado

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