Era un individuo de ternura intensa y de odios que son fuego que impulsa

Entrevista a Sybila Arredondo

Gerardo Saravia Patricia Wiesse

Sybila no necesita de mayor presentación. Todos sabemos quién es y lo que significó en la vida de José María Arguedas. Posteriormente se dedicó a recopilar su obra. En la actualidad vive en Ardèche, un pueblo de los Alpes franceses, y desde allí aceptó concedernos la siguiente entrevista que es una mirada desde adentro a la vida de nuestro escritor.

Actualmente estás trabajando en las obras completas de Arguedas. ¿En qué consiste este trabajo de edición?

Estoy trabajando en varias cuestiones. Cuando uno se encuentra en un carrefour donde se cruzan hasta los Centenarios de buenos amigos que nos llevan la delantera, es difícil; más cuando uno ya va en camino hacia… Es el caso, por ejemplo, con Rosa Alarco o Emilio Adolfo Westphalen.

Durante muchos años trabajé en las Obras completas de José María. Los primeros tomos salieron en 1983. En 1990 ya quedó algo así como el 95% compilado. Posteriormente, datos bibliográficos que teníamos, sin haber conseguido el material, han aparecido con el transcurrir de 1990 al 2010, veinte años: uno que otro artículo, como sucede con la “Carta abierta” de José María Arguedas a César Falcón (Lima, La Noche, 1941).

A las vueltas de la vida y con la esperanza de conseguir el dinero para imprimir, seguimos con Editorial Horizonte en la tarea. Ahora hay que sacudir el polvo de los 20 años, junto a las nuevas generaciones actuantes, nuevas técnicas y nuevas alternativas financieras.

¿Hay todavía escritos e investigaciones que no se conocen y que no se hayan publicado? ¿Habrá sorpresas?

De lo que no habíamos conseguido originales y solo teníamos datos bibliográficos ya tenemos casi todo. Pueden faltar “sorpresas”, como en el caso del cuaderno de Viseca, ya publicado por Roland Forgues en 1995.

¿Estás coordinando con el Ministerio de Cultura, que ha anunciado la publicación de las obras completas? Porque tú tienes los derechos, ¿no?

El editor está coordinando con quien corresponde en el Ministerio de Cultura, en Lima. Sí, yo tengo los derechos de autor de toda la obra, pero el mundo es muy grande y en muchos casos no los recibo, porque a los abogados hay que pagarles su trabajo, que en este caso es difícil y a nivel internacional. Tampoco tengo talento para cobradora.

¿Cómo ha sido la celebración por el centenario de Arguedas en París?

He participado en tres actividades en París, una de ellas en la Maison de l’Amérique Latine. Yo no vivo en la capital y he estado solo dos días hábiles allí. Es muy posible que se hayan hecho otras actividades y se sigan realizando durante el 2011.

Sobre tu vida

Siempre estuviste en contacto directo con el arte, la literatura: tu madre, el poeta Tellier, José María Arguedas. ¿Antes de conocerlo habías leído algo de él? ¿Te sorprendió esa forma de escribir en castellano pero con la base quechua?

Sí, desde mis bisabuelos, Tomás Guevara y Eusebio Lillo. El primero, maestro historiador y etnólogo; el segundo, poeta autor de la actual canción nacional.


Como yo trabajaba en la librería de la Editorial Universitaria, leí “gorreado” Los ríos profundos. No me sorprendió su temática; no escribía con base quechua. Escribía en castellano siendo bilingüe “contagiado de por vida” por su experiencia vital.

¿Cómo nació la relación con JMA? ¿Qué fue lo que te impresionó?

Su manera de cantar, y, después, su modo de contar.

¿Antes de conocerlo tú ya tenías posiciones políticas definidas?

En mi época y en mi familia había dónde elegir “posiciones políticas definidas”. También en la vida pública y política competían los liberales manchesterianos, los radicales del Frente Popular, los socialistas, los comunistas, etcétera.

¿Qué referencias tenías del Perú antes de venir a vivir acá, tomando en cuenta la histórica rivalidad entre ambos países?

Nada especial. En el colegio en el que cursé primaria no estudiábamos mucha historia, y en secundaria daban más importancia a la historia universal y francesa; era alrededor de 1945. Casi no oí hablar de los problemas de la Guerra del Pacífico, a pesar de que vi a mi guapo abuelo Arredondo en una foto, de esas antiguas, adheridas a un cartón con realces dorados, vestido con el uniforme de soldado u oficial de esa guerra. Más tarde, los investigadores de la historia descubrieron en esa guerra un trasfondo del proceso del imperialismo, sus contradicciones y las colisiones y pugnas entre naciones-potencias que ya se repartían el mundo.

¿Cómo fue el proceso de tu acercamiento a la izquierda ? ¿Tus posiciones se radicalizaron?

¿En qué país? En Chile se discutía mucho de política, en forma bastante alturada, y desde niña tenía, además, libertad de movimiento, geográfica y socialmente. Así, comparando lo que oía, veía y leía, y, después, estudios, vida, libros, viajes, experiencia, definí ideas y me propuse aplicarlas donde me encontrara.

¿Cuánto ha cambiado tu percepción del país en estos últimos años? ¿Qué opinas de la Comisión de la Verdad y cómo se está procesando en el país la posguerra?

El Perú es apasionante. La historia se inscribe en la vida de su territorio, en diferentes épocas de procesos históricos. Es grande, “multi”, difícil y amable. Esplendoroso, oscuro; rico y misérrimo. Un pueblo admirable, fuerte y para otros temible; resistente, creador, combativo contra cielo y tierra; desde Caral, Pachacútec, Túpac Amaru II, Santos Atahualpa y la época contemporánea. Los historiadores tienen la palabra, pero al ritmo de los tiempos tenemos que dejar estelas para que nuestros tiempos sean juzgados con certeza, para forjar lo nuevo acertadamente, generosamente con todas las calidades que la nación- en formación- podría brindarnos. Podemos hablar de justicia, veracidad, honradez, bienestar, trabajo, cultura. Antes la norma era “ama sua, ama llulla, ama qella”.

La Comisión de la Verdad tiene la obligación de guardar todo el material que obtuvo de testimonios y otros documentos, producto de ese trabajo. Una sugerencia sería, si eso falta aún, biografías o autobiografías de sus creadores, componentes y artífices ejecutores. Ojalá que lo logren: es una responsabilidad con la historia.

Creo que si se aplicara más democracia se evitaría mayor antagonización de clases, menos miseria y otros tipos de enfrentamientos sociales innecesarios y dolorosamente estériles.

¿De qué manera ha marcado tu vida ser sobreviviente de la matanza de Castro Castro del año 1992?

De manera inesperada. Nunca se termina de aprender y enseñar. La efervescencia de la lucha de clases y el acrecentamiento de las contradicciones desgarradoras de la época nos hacen descubrir que “la fuerza del pueblo que crece no es mortal”. Claro que las circunstancias hay que aprehenderlas con sapiencia y valentía. “Ahora de pena, mañana de alegría” [citas de JMA].

¿Qué significa la libertad para ti después de 14 años de haber sido privada de ella?

La libertad es relativa y tiene carácter de clase, como tantos factores. Dicho de diversas maneras: “Si no tienes trabajo u otra fuente de dinero, no tienes libertad”, “si vives prisionero, no tienes libertad”, “si solo vives alrededor de tu tarea material y casera, no tienes libertad”, etcétera. Quisiera disculparme por ser aquí demasiado escueta o parca; digo: es bueno, siempre, tratar de servir al pueblo de todo corazón. Es una actitud proverbial que te puede ayudar a evaluar tu libertad, poder acrecentarla o verla disminuida por las fuerzas de las circunstancias muy adversas.

José María Arguedas

En una entrevista manifestaste que el estado de ánimo de JMA era “torturado”. ¿Esperabas ese desenlace?

Quizá podría comparar el suicidio con un rayo. Las nubes se cargan en un trayecto de electricidad y el rayo cae sobre la tierra. Ese desenlace era posible o no, la carga eléctrica es compleja y el suicidio es también un producto complejo de un transcurrir vital y social.

En una carta que hizo pública, JMA dice textualmente: “Destrozado mi hogar por la influencia lenta y progresiva de incompatibilidades entre mi esposa y yo, convencido de la inutilidad o impracticabilidad de formar un hogar con una joven a quien pido perdón…”. ¿Cuán difícil fue relacionarse con él?

A las personas complejas, sensibles, generosas, creadoras, de visiones y perspectivas, es necesario comprenderlas. Así lo experimenté, en diferentes intensidades, con mi madre, otros familiares y amigos; creo que es una suerte y experiencia que requiere “sacrificio”, no yoyoísta.

Tú has manifestado que, a pesar de todo, “era imposible no amar a José María”. ¿Por qué?

Quizá por su optimismo -ver lo contradictorio que esto puede resultar-, por su espíritu de trabajo en lucha para esclarecer la mente de una nación, más si ella está en formación y hoy, podemos decir, en peligro. Por sentir en él a “un individuo quechua moderno” de “ternura intensa” y de odios que son “fuego que impulsa”.

La obra

¿Cuánto le afectó el rechazo de los intelectuales en la famosa Mesa Redonda? Como él manifiesta en la misma carta a la que hemos hecho referencia: “Casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista de que mi libro Todas las sangres es negativo para el país, no tengo nada más que hacer ya en este mundo”.

Le afectó, pero él sabía que lo que comunicaba en sus obras, sus trabajos, era una visión real de la sociedad peruana. Eso se ha demostrado hoy; cada vez lo entendemos más y mejor. Pero él no iba a amilanarse y continuó plasmando su visión del país, por ejemplo en El zorro de arriba y el zorro de abajo.

¿Cuál es tu opinión de los homenajes que se le están haciendo en el país? ¿Cuánto le hubiera importado a Arguedas que un año lleve su nombre?

Seguramente se habría alegrado; pero él dejó expresado en su último libro, avizorando la ceremonia funeraria de sí mismo: “Me gustan, hermanos, las ceremonias honradas, no las fantochadas del carajo. Las ceremonias no ceremoniosas sino palpitación”. En el caso del “Año” habría sido una formalidad pero, cierto, clarísimamente apoyada por muchísimos peruanos. Ojalá que el próximo gobierno cumpla con apoyar el ofrecimiento del Ministro de la Cultura actual: apoyar la publicación de los tomos VI al XI o XII de las Obras completas de José María Arguedas, que esperan apaciblemente, hace unos 25 años, en algunas gavetas de una casa particular que las ha acogido. Con el aliento del doctor Ossio, el señor Ministro, están en proceso de sacudirse del sueño y ser publicadas.

¿No crees que se está utilizando la figura de Arguedas para sostener la tesis de que somos un país de todas las sangres, una nación mestiza e integrada, sin mayores conflictos?

No somos una nación; somos aún nación en formación. Bienaventurados aquellos no contactados que han vivido alimentados y sanos en sus tierras selváticas. Ahora habrá que luchar para que sobrevivan de enfermedades, rapiñas de tierras, de petróleo, de la mano de obra creadora del pueblo de Todas las sangres, de costa, sierra y selva.

Vargas Llosa ha calificado el pensamiento de Arguedas como arcaico. ¿Qué opinas de eso?

Es vox populi que del lado del neoliberalismo y del mundo globalizado al servicio de los países imperialistas estamos en una situación vieja, final, época en que reina esa sociedad devenida en monopolizadora, parasitaria y agonizante. Creo que la gente, los pueblos, quieren paz, pero no con hambre, miseria, sus derechos pisoteados, sus riquezas escamoteadas, como por ejemplo en el África. También hay movilizaciones de empleados estatales en los Estados Unidos; en Francia, manifestaciones de profesores y del pueblo a favor de los jubilados, contra las perforaciones para explotar el gas de esquistos, altamente tóxico especialmente de las aguas. En Alemania, contra las bases nucleares, y en Gran Bretaña, 250.000 manifestantes, en Londres, de mucha juventud. Mientras mueren radiados en Japón; bombardeados por la OTAN, en Libia; en la Costa de Marfil, por la ONU o Francia, inmersos en una guerra civil.

¿Era Arguedas un hombre opuesto al progreso y la modernidad? ¿Quería un regreso al pasado?

Los pueblos luchan. José María no es arcaico. Sus libros están plenos de perspectiva basada en la fuerza de esos pueblos, de los campesinos, trabajadores, obreros, indios, mestizos, morenos, blancos. Si queremos que se nos facilite la comprensión de nuestra historia contemporánea en el Perú, es en Arguedas donde podemos encontrar raíces, motivos, causas. Escribió para transformar una sociedad obsoleta, sirviendo con su amor infinito por el indio, principalmente quechua, al pueblo.

Hasta ahora, en las celebraciones por el centenario acá en el Perú tú no eres mencionada. Hay como un veto tácito. ¿Esperabas esto?

Yo estoy muy emocionada y agradecida de las celebraciones múltiples. Son para “un individuo quechua moderno…”. Veto o no, no tiene importancia. Supongo que las actitudes o preferencias de personas o instituciones se avienen al hilo conductor de la historia; aunque esto suene algo rimbombante.

Han aparecido algunas declaraciones que revelan que no la tuviste fácil en algunos círculos. Por ejemplo, Szyszlo recuerda que “la separación de su esposa y el nuevo compromiso generaron una profunda crisis en su círculo de amigos. Todo el grupo de la peña Pancho Fierro se sintió muy afectado. No querían ver a Sybila… yo hice un esfuerzo por tratar a José María y Sybila y los invitamos a comer, pero ella tenía unas convicciones políticas inflexibles”. “Ella lo metió en una actividad política en la que él nunca se sintió muy cómodo.”

José María me advirtió- cuando yo pensaba que por su profesión, su trabajo y sus actividades debíamos elegir quedarnos en el Perú,- que la sociedad peruana era muy terrible. Vine a conocer unos días y sucedió esa tragedia bien terrible ciertamente, que fue la muerte de personas en el Estadio Nacional porque alguien lanzó una botella (¿al árbitro?) y la Policía respondió con gases lacrimógenos. Si mal no recuerdo, un sobrino nuestro se encontraba en el Estadio durante esos hechos… sin embargo, tomamos decisiones.

Además, sobre la separación de Celia Bustamante, el pintor declara: “José María se sintió perdido al separarse de ella… Fue una tragedia. Su psiquiatra le dijo: ‘Para resolver sus problemas usted necesita dejar a su mujer y empezar otra vida’”.

Lo que recuerda Gody Szyszlo es verdad. Él y Blanca Varela, Emilio Adolfo Westphalen y Judith Ortiz, eran personas sensibles del “mundo de abajo” que respetaron la vida íntima y personal de José María en uno de los momentos más difíciles de su camino. Del “mundo de arriba” también lo hicieron Jaime Guardia y Lidia, Máximo Damián e Isabel Asto, entre otros… muchos.

Por su parte, Carmen María Pinilla dice: “Había valentía en lanzarse a lo desconocido. Pero al poco tiempo llegó la insatisfacción”.

No hay que simplificar situaciones vitales tan complejas y serias como un suicidio; pero respetos guardan respetos y presiento que ante el desafío de una vida nueva tomó una decisión difícil, la llevó adelante y enfrentó diversas contradicciones que toda persona viva afronta; más aun si la persona está embebida intensamente en el proceso social. ¿Será que uno muere de contradicción, de contradicciones no resueltas? Habría que entrar más allá de la psicología, quizá a la filosofía, o a las ideologías, para no quedarse en la superficialidad. Lo demás son opiniones.

Pinilla recuerda la entrevista que sostuvo con su psiquiatra Lola Hoffmann poco antes de su muerte. “Ella me dijo: ‘Creo que la causa profunda de las depresiones de Arguedas eran su insatisfacción frente a la mujer, pues él había interiorizado un modelo de mujer virginal’”.

“Interiorizar un modelo de mujer virginal” es parte ya de una religión, si no me equivoco. Es como el concepto de belleza en cuanto a cultura. La mujer o el hombre más bello en ciertos círculos eran, hasta hace no mucho tiempo, el de tipo grecorromano. Sin embargo, “… cambia el alma de los hombres y dioses a través del tiempo, a través de la historia, igual cambia el arte y hasta la geografía de este planeta”.

http://www.revistaideele.com/node/989

Jose Maria Arguedas 03.jpg

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*