¿Y la ciencia y la tecnología?


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Eduardo Ísmodes

Camino presuroso por la Av. Dintilhac. De repente me encuentro con Marcial, el de luengas barbas. Me saluda con amabilidad. Marcial irradia buen ánimo y tranquilidad de espíritu. Fue un alumno brillante de Ingeniería Civil en la PUCP en los tiempos dorados del movimiento hippie. Por ello nadie se extrañó cuando lo aceptaron en Berkeley. Allá también destacó como estudiante y como investigador. Llegó a dirigir un laboratorio en esa mundialmente famosa universidad de California.

Lo que sorprendió fue que retornara al Perú y, además, que convenciera en la aventura a su esposa, una simpática dama escocesa. Marcial no regresó en el mejor de los momentos del Perú, lo que merece un reconocimiento a la locura y al patriotismo. Por si fuera poco, se reincorporó a la docencia universitaria y, por supuesto, se dedicó a fomentar la investigación.

A pesar de mi apuro, me detengo un momento. Es agradable conversar con Marcial, hombre culto y flautista eximio. Raras veces lo he visto irritado, y cuando lo ha estado ha sido en defensa de sus ideas y de sus propuestas, o cuando se ha querido enfrentar a la mala burocracia y a la resistencia al cambio a la que estamos equivocadamente acostumbrados en el Perú. Intercambiamos algunas ideas, recordamos una fugaz pero apreciada estancia en el Concytec durante el gobierno de transición de Valentín Panigua y nos despedimos. Su paso como Decano de la Escuela de Posgrado, con reelección incluida, ha permitido mostrar las bondades de repatriar a nuestros talentos. Para impulsar a nuestro país hacia el verdadero desarrollo necesitamos cientos de personas como él. Estos cientos existen y están desperdigados por el mundo, más cerca de lo que creemos. La Universidad Cayetano Heredia ha demostrado lo posible, lo útil y lo conveniente que puede ser la repatriación de investigadores, siempre y cuando se les brinde ciertas facilidades para seguir investigando y algunos recursos básicos para que ellos mismos puedan ser actores en la obtención de fondos que apoyen sus actividades científicas.

Al despedirnos, Marcial me dice: “Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que escribes, pero no con ese calificativo que te has inventado de ‘países necios’”. Mientras me alejo lo pienso. ¿Estaré equivocado? Luego, recuerdo a otro buen flautista aficionado: PPK, en el 2004, en un encuentro realizado en noviembre en Lima y promovido por el BID y por la CEPAL. Ante un auditorio de ministros de Economía y de Ciencia y Tecnología de A. Latina, PPK pasó al podio y con el estilo jovial y campechano que lo caracteriza dijo lo siguiente:

“Debo confesar que no sé qué hago aquí. En realidad, he venido porque mi amigo, el organizador del evento, me ha pedido que participe en este encuentro de ministros de Economía para ver de qué manera apoyamos a los ministros de Ciencia y Tecnología de nuestros países; pero quiero decirles que nuestro gobierno, con todas las simpatías por el tema, no lo considera prioritario. Para nosotros la prioridad está en la pobreza extrema, en la salud, en el agua, en la educación”.

¿Cómo puede un hombre inteligente decir una sandez tan grande? Lo pienso más y concluyo que no es su culpa individual. Desde Boloña y Camet, pasando por Silva Ruete, PPK y hasta el actual Benavides, los ministros de Economía que hemos tenido en los últimos 20 años han despreciado impunemente a la Ciencia y la Tecnología. Con Carranza, Aráoz y algunos cuadros importantes del MEF empezaron algunos cambios, pero con Benavides pareciéramos haber regresado a la normalidad. Los ministros de Educación, de los cuales depende el Concytec, el “Órgano Rector del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del Perú”, le han asignado un presupuesto infame y nuestros sucesivos presidentes ni se han inmutado. Por ello, aunque en el fútbol quedemos entre los cuatro primeros en la Copa América, en lo que se refiere a la generación y gestión del conocimiento estamos bien a la cola de la tabla de posiciones y por eso –discúlpame, Marcial–, en tanto la situación no varíe, seguiré pensando que estamos en un país necio. ¿Cambiarán las cosas con el nuevo gobierno? Prendamos las velas y contribuyamos a que las promesas se cumplan.

http://www.larepublica.pe/24-07-2011/y-la-ciencia-y-la-tecnologia

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