Buscar atajos no paga

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Juan Sheput

¿En qué se parecen los casos Conga y Chehade? En varios puntos. En ambos se mezcla la política con la empresa en búsqueda de atajos. En ambos se intenta pasar por alto el interés de poblaciones y trabajadores afectados. En ambos se desprecia el rol que juegan las instituciones, y en ambos se sigue apostando por un estilo de hacer empresa que no se ha sacudido de los usos y costumbres que dejó como herencia el fujimorismo y que resucitó con renovados bríos bajo el segundo alanismo.

¿A qué llamamos buscar atajos? A optar, por ejemplo, por la asesoría de estudios de abogados que priorizan sus contactos políticos en lugar del talento jurídico. A creer que el lobby consiste en la amistad o cercanía a un congresista o alcalde, ministro o dirigente, con llegada a los que “toman la decisión”. A generalizar o, peor aún, a pretender que todos los jueces o policías son corruptos, cuando en el Poder Judicial y en la Policía Nacional hay también jueces y oficiales honorables. A buscar el apoyo de imagen en aquellos que opinan por encargo o como parte de una rentada asesoría comunicacional ¿Y todo para qué? Para construir una eficacia, una productividad, una competitividad, ficticia por cierto, en el arte de hacer negocios.

Cuando se tiene este tipo de prácticas, difundidas ampliamente por necesidad o comodidad, los hacedores de empresa se olvidan de lo fundamental. Primero, que el desarrollo se construye sobre la base de instituciones. Segundo, que la ética no es una mala palabra sino el fundamento de la gobernanza empresarial. Tercero, que cualquier proyecto pasa por un análisis de involucrados, de stakeholders, a los cuales no se les puede despreciar y mucho menos subestimar.

Pareciera que algunos empresarios se han olvidado de lo último: del análisis de involucrados. En la definición de sus proyectos se olvidan de tomar en cuenta lo que dicen o piensan o sufren las poblaciones que se verán afectadas por el desarrollo minero, agrícola o comercial. No es cuestión de decir te trasladaré o te construiré una nueva vivienda. Es una cuestión de cosmovisión, de legado, de hábitat, de ecología, y todo ello requiere de un trato especial.

La fiebre del oro o de, por extensión, la ambición, es, por definición, cortoplacista. Enfrenta a hermano contra hermano. Es la lucha entre la riqueza inmediata y la defensa del entorno. El proyecto minero Conga sufre las consecuencias de creer que con el apoyo político bastaba, ignorando a los pobladores de las cuencas altas de Cajamarca. La reacción de estos últimos es digna y tiene como fundamento la defensa de lo que ellos consideran la desaparición de su medio ambiente, de su sentido de vida, de su relación con la naturaleza, de allí que despierten simpatías en todo el país. Gran problema tiene en sus manos el gobierno que debe buscar una solución, desde la política, equilibrada, a semejante conflicto.

Finalmente, al ver tanta prepotencia, pienso que Arguedas, Scorza y Alegría habrían tenido abundante material en estos días para escribir sobre este nuevo gamonalismo que, al igual que el viejo, no aprende a respetar a aquellos que tienen como única riqueza su dignidad.

http://diario16.pe/columnista/7/juan-sheput/1324/buscar-atajos-no-paga

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