El cinismo banal

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Rocío Silva Santisteban

Otra mujer muerta y otro acto de basurización simbólica instituido desde los medios de comunicación: finalmente, machismo o cinismo, ambos son las dos caras de la moneda del cadáver en potencia que son cientos de mujeres por el solo hecho de serlo. ¿Es un feminicidio o un televicidio como ha sugerido Fernando Vivas? No importa la tipificación penal, ni los nombres que se le asigna a este acto, si no comprendemos el nudo de esta situación: la altísima tolerancia a la muerte de mujeres en manos de sus ex maridos o maridos o novios o algún imbécil que se cree dueño de su cuerpo y de su vida. ¿Quién le dio a Bryan Romero la potestad para sentir que la mejor manera de pagar la afrenta de unos supuestos “cachos” enunciados en público, esa humillación masiva ante millones de televidentes, era cobrándole a la “sacavueltera” o que pagara con la vida?, ¿cuánto valía la vida de Ruth Thalía Sayas?, ¿cuánto vale la vida de una mujer en el Perú?, ¿cuánto valdrá la mía?

Por supuesto que el programa aludido, “El valor de la verdad”, está en el centro de este acto de basurización simbólica: la exposición de esta joven de 19 años a un escrutinio moral ante las respuestas que daba al polígrafo fueron el suceso causante de la situación posterior. ¿Ella era consciente de estas implicancias?, ¿le explicaron los productores las consecuencias de una posible exposición pública a este nivel de abyección? Los conductores y productores deben asumir su responsabilidad ante la opinión pública, porque es absolutamente falso que planteando esta exigencia se le haga un favor al asesino. Y más falso aún eso de que “todos estamos en la mierda” porque esa pose pretende recubrir con cinismo banal, aquel cinismo del que se asume estar más allá del bien y del mal, un hecho que si requiere de un escrutinio público. No, no todos los peruanos son ladrones, no todos son conversables, no todos son corruptos, no todos son culpables.

Hacer sentir, pensar y creer que todos somos de la misma calaña es una forma de destrozar la cultura y de suavizar la culpa. No se trataría de un simple autoengaño, sino de realizar una operación de uniformización del resto en base a la forma cómo percibimos, suavemente, nuestros porosos límites. Creer que un acto personal es la prueba fehaciente de la instauración de una forma de ser es una operación arrogante y una conclusión falsa. Hay que decirlo, hay que gritarlo, hay que publicarlo. Por eso una tarea es levantar la voz en cualquier tribuna para recordar que no todos los periodistas son desvergonzados, ni todos los políticos son corruptos, ni los que no se vendieron fue porque nunca se les puso precio.

Es imperativo ejercer la crítica al cinismo banal con más argumentos que nunca y para poder lograrlo es imprescindible diferenciar entre lo que nos quieren hacer creer y la realidad. Este es el momento adecuado para desarrollar un pensamiento crítico que se instale más allá de discursos normalizadores de lo aberrante y lo insano. Ejercer la crítica al razonamiento de “todos somos culpables” es una forma de fortalecer un lenguaje ciudadano claro, una praxis de objeción de conciencia movilizadora.

El feminicidio no es solo un acto delictivo aislado; se trata de una política de ejercicio del sometimiento a la mujer a través de su estrategia más radical: el asesinato. Hoy en el Perú las mujeres entre 15 y 44 años tienen más posibilidades de ser asesinadas por hombres, que de morir de cáncer, malaria, accidentes de tráfico o guerra combinados. Estas mentalidades que piensan en las mujeres como desechos están organizadas a partir de muchas justificaciones: la peor de todas es la supremacía del varón pero el cinismo banal abona la omisión y la negligencia de las autoridades y de los medios.

http://www.larepublica.pe/columnistas/kolumna-okupa/el-cinismo-banal-30-09-2012

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