Bienestar y felicidad (1)

Pablo Quintanilla

Con esta columna iniciaré una serie de artículos sobre las relaciones entre dos conceptos centrales en la vida humana: el bienestar y la felicidad. Todos nos hemos preguntado, en muchas ocasiones, cuáles son las obligaciones más importantes que los padres tenemos para con nuestros hijos. Una respuesta que casi siempre viene a la mente es prepararlos para la vida. Esto implica muchas cosas, pero, especialmente, darles afecto y seguridad para formar su capacidad empática, así como transmitirles normas y criterios para que puedan decidir apropiadamente. El punto, sin embargo, es que estos son medios, no fines. Lo que nos interesa en última instancia es darles los instrumentos necesarios para que ellos puedan lograr su propio bienestar y felicidad, que es lo que verdaderamente nos importa. Pero no nos importa solamente la felicidad de nuestros hijos, sino también la de quienes los rodean y los rodearán cuando nosotros no estemos cerca. No únicamente porque la felicidad de quienes los acompañarán es importante en sí misma, sino también porque la felicidad de nuestros hijos dependerá de que ellos sepan hacer felices a quienes los acompañen.

Esto nos conduce a preguntarnos sobre la naturaleza de la felicidad y la relación que esta guarda con el bienestar, que son conceptos y experiencias diferentes. La felicidad es un estado subjetivo difícil de medir y estudiar con criterios objetivos, mientras que el bienestar es algo más objetivo. Es decir, lo que hace feliz a una persona podría no hacerla a otra. Además, la felicidad es algo culturalmente condicionado. Finalmente, aparentemente hay jerarquías de felicidad, pues algunas formas de ser feliz son más valiosas que otras. Por ejemplo, ser feliz disfrutando del arte, produciendo conocimiento o ayudando a los demás es más valioso que serlo acumulando poder o dinero. El bienestar, por otra parte, es un concepto más objetivo porque puede ser medido en base a ciertos criterios compartidos como, por ejemplo, calidad de vida, educación, seguridad, acceso a oportunidades, salud, etc. En líneas generales, puede haber bienestar sin felicidad y felicidad sin bienestar (aunque eso último es más improbable). En los casos más usuales, el bienestar es necesario para la felicidad. Sin embargo, el concepto de felicidad es más impreciso que el de bienestar. Por eso, hasta hace poco tiempo, los estudios en ciencias sociales, economía y psicología solían concentrarse en el bienestar y dejaban la felicidad para la reflexión más especulativa de los filósofos. Eso está cambiando en los últimos años, desde que la filosofía ha entrado en un productivo contacto con la psicología experimental y las neurociencias, disciplinas que pueden proporcionar información acerca de lo que hace que el promedio de las personas sea más feliz, así como la naturaleza misma de la experiencia subjetiva de la felicidad. Con ese tema continuaremos el próximo jueves.

http://diario16.pe/columnista/32/pablo-quintanilla/2221/bienestar-y-felicidad-1

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