Cuento neoliberal del progreso


Oswaldo De Rivero

«Querer insertarse eficientemente en la economía global como un país moderno capitalista sólo liberalizando, desregularizando y privatizando la economía, manteniendo exportaciones con bajo contenido tecnológico y regímenes autoritarios o democracias de muy baja intensidad, es como comprarse una computadora sin el software adecuado.

A fines de siglo, la mayoría de los llamados países en desarrollo se encuentran en el no-desarrollo, a la merced de un mercado global que va prescindiendo de las únicas ventajas comparativas que los hacían viables, abundante mano de obra barata y materias primas. Hoy la revolución tecnológica impulsada por una intensa competencia económica global funciona como una selección natural, descartando miles de trabajadores no capacitados y toneladas de materias primas. Es más, esta selección por el mercado y la tecnología, inclusive, comienza ahora a descartar también con bajos precios las manufacturas con poca intensidad tecnológica que son producidas con abundante mano de obra y que constituyen el primer escalón de industrialización de los países pobres.

La única manera para que estos países no sufran la selección natural por la tecnología y el mercado y se vuelvan eco-nómicamente inviables sería modernizar aceleradamente su producción y comenzar también a exportar manufacturas y servicios con cada vez mayor contenido tecnológico. Tendrán que zafarse de la trampa de la venta exclusiva de minerales, productos agrícolas, maderas, cueros, bebidas, textiles y comenzar también a exportar otros pro-ductos más sofisticados, como aparatos electrónicos, semiconductores, biotecnología, farmacéuticos, petroquímica y, sobre todo, software y partes para las industrias transnacionales de la telecomunicación, del transporte y aeroespacial. Además, deberán invertir en servicios nacionales más competitivos, en modernas infraestructuras y, sobre todo, en investigación y desarrollo científico-tecnológico.

Esta modernización no se podrá hacer con capital nacional, que es totalmente insuficiente y con recursos científicos-tecnológicos domésticos que son inexistentes. Se necesitará de una masa crítica en inversiones y tecnologías transnacionales, que los especialistas estiman en, por lo menos, unos 300 billones de dólares anuales. Las posibilidades de recibir esa masa crítica de inversión directa de empresas transnacionales para modernizar las economías atrasadas son totalmente improbables. Las nuevas y modernas inversiones transnacionales en industrias y servicios son extremadamente selectas, se reproducen dentro de un círculo virtuoso, se dirigen siempre a países que tienen un alto desarrollo económico y tecnológico. Es por ello que casi el 70 por ciento de la inversión transnacional productiva se sigue concentrando en la TRIADA (EE.UU., Unión Europea y el Japón).

Inclusive, en el hipotético caso que viniera esta masa crítica de inversión transnacional y comenzara a producirse la soñada modernización de la producción y de las exportaciones, este proceso industrial, para ser competitivo globalmente, emplearía modernas tecnologías poco intensivas en mano de obra, que difícilmente podrían dar empleo a los casi 30 millones de hombres y mujeres, poco capacitados, que buscan empleo en las grandes ciudades del África, Asia y América Latina. Además si los países se industrializan reproduciendo los patrones de producción y consumo del actual modelo de crecimiento, que utiliza intensamente hidrocarburos y el medio ambiente como una materia prima, el costo ecológico sería catastrófico, produciría una gran contaminación de tierras, ríos, mares, lagos y una emisión de gases que afectaría aún más el clima del planeta. Para muestra están los países del Asia-Pacífico, que han sido los que recibieron la mayor parte de las pocas inversiones productivas en el mundo subdesarrollado entre 1970-1990. Estos países en el año 2020 producirán, ellos solos, la tercera parte de las emisiones mundiales de gases hacia la atmósfera. ¿Qué pasaría si todos los países pobres, China e India asumen los actuales modelos de producción y consumo globales?

Todos estos desafíos hacen cada vez más difícil salir del no-desarrollo   nacional. Hace algunos años colapsaron los modelos de no-desarrollo estatistas y comunistas. Hoy se está desvirtuando el modelo global neoliberal. Sus patrones globales e irracionales de producción y consumo están desintegrando sistemas ecológicos enteros y creando exclusión social. El casino financiero planetario ha llevado a la bancarrota inclusive a economías emergentes y el uso de las modernas tecnologías está haciendo cada vez más difícil crear suficiente empleo. Hoy es más importante explorar Marte que acabar con el hambre en la Tierra. El desarrollo de la ciencia y tecnología no marcha unido con un desarrollo de una con-ciencia ética que considere a la humanidad su prioridad. Todo ello está acentuando, aún más, la desigualdad entre las naciones y ha hecho más evidente, a fines de este siglo, lo que Raymond Aron llamó, hace treinta años: la desilusión del progreso.

¿Será posible, dentro dé ese contexto, integrar al capitalismo global a la mayoría de la población del sur? ¿Se logrará que los 4.880 millones de habitantes del mundo subdesarrollado se conviertan en una clase media consumidora global? ¿Se resolverá la dicotomía entre la revolución tecnológica y la explosión demográfica? ¿Podrá la tecnología moderna inventada en el norte, donde la población no crece y que por lo mismo está destinada a ahorrar labor humana, absorber en los próximos años los millones de jóvenes que ingresan al mercado laboral como consecuencia de la explosión demográfica en los países pobres? ¿Llegará el capital del mercado financiero global, cada vez más especulativo y volátil, a convertirse en un torrente de capital productivo que transforme y modernice la producción y libere de la trampa de la producción primaria a más de 80 países subdesarrollados del sur?¿Podrán miles de empresas y más de 4 mil millones de potenciales consumidores de China, India, Asia, América Latina y África urbanizarse, asumir los patrones de consumo del norte sin aumentar peligrosamente las emisiones de gases, erosionar la tierra agrícola, deforestar, contaminar y depredar ríos, lagos y mares?»

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