Elecciones: la ciudad que queremos

Teresa Tovar Samanez

Cuando un escolar quiere subir a una combi llena, ésta no se detiene. Total es medio pasaje y primero son los negocios, piensa el chofer. Cuando los vecinos defienden sus espacios públicos, parques y tranquilidad, se enfrentan a alcaldes que quieren dar luz verde a construcciones para centros comerciales, edificios al por mayor, etc. de la mano de poderosos lobbys. Total, primero es la comisión, piensa el alcalde. Cuando una persona afrodescendiente quiere ingresar a una discoteca es a menudo rechazada con una mirada de desprecio. Total, primero son los dueños/grupos de poder, piensa el vigilante. Cuando alguien cruza una calle por el lugar correcto y el semáforo a su favor, igual corre peligro de ser atropellado por el carro que voltea de la esquina acelerando y tocando la bocina. Total, primero son los autos, piensa el conductor.

Vivimos en una ciudad donde las personas son la última prioridad, donde el afán de lucro barre con todo. ¿No hay otra ciudad posible? La hay. Existen ciudades que colocan en el centro y no en los márgenes a las personas y que, además, educan a los ciudadanos para ello. Son Ciudades Educadoras. Forman parte del Movimiento Internacional de Ciudades Educadoras que agrupa a más de 390 ciudades de 34 países. En su Carta fundacional afirman sus principios básicos: la formación en valores y prácticas democráticas, el respeto a las personas, la erradicación de la discriminación, la preservación y mejora de los espacios públicos, la oferta de espacios y oportunidades para el conocimiento, el deporte y el arte.

De las múltiples experiencias recordemos la de Bogotá, que busca que el bienestar personal vaya de la mano con el mejoramiento de la calidad de vida y, mediante mimos y estrategias culturales, va modificando comportamientos inadecuados y construyendo una ciudad compartida, donde el respeto a los espacios públicos es fundamental. Otra propuesta: la Ciudad de los Niños (F. Tonucci) plantea que las ciudades deben priorizar a sus niños y niñas porque una ciudad donde un niño pequeño puede andar solo sin peligro es la mejor garantía de bienestar.

En Lima hay una propuesta: Lima Ciudad Educadora que se propone mejorar la ciudad como entorno de vida y aprendizaje, haciendo de ella un lugar donde se encuentren las diversas culturas y no se denigre a nadie, que sea accesible, donde sus habitantes aprendan a reconocerse como iguales, a expresarse libremente y defender una ética pública; a emprender y conseguir progreso a la par que equilibrio ambiental; teniendo como sello la calidad de vida y el desarrollo pleno de la niñez.

El movimiento de ciudades educadoras ha planteado que sus propuestas sean permanentes en los países, que formen parte de los planes de gobierno municipal, se mejoren progresivamente y se conviertan en utopía y sentir de sus habitantes.

En Lima, ¿debemos volver al reinado de Orión, La Parada, el cemento por doquier y el “roba pero hace obras”, o debemos impulsar un proyecto de ciudad a escala humana?

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