El hambre es la mayor vergüenza mundial

Róger Rumrrill

El hambre es la mayor vergüenza mundial, sostiene José Esquinas, experto internacional en seguridad y soberanía alimentarias, exalto funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Solo bastaría el 2.5 por ciento de que lo que se gasta en armamentos (el presupuesto militar de Estados Unidos supera los 800 mil millones de dólares y es mayor que todos los presupuestos militares del resto de países) para dar de comer a los 850 millones de hambrientos del planeta.

Pero la comida sobra. Porque se arrojan a la basura un promedio de 1300 millones de toneladas de alimentos y aproximadamente el 30 por ciento de los alimentos que se compra en los mercados también tiene el mismo destino.

El problema de fondo es la concentración de la producción y comercialización alimentaria y la especulación. Solo un puñado de multinacionales, Cargill, Monsanto, Dreyfus, Syngenta, Bunge y algunas más, controlan el 70 por ciento de la canasta alimentaria del mundo. Pero eso no es todo: acaparan también las tierras, el agua y están en proceso de mercantilizar a la Madre Naturaleza.

Los más afectados por el hambre, convertida ya en una pandemia global, son las mujeres del campo, los pobres urbanos y los pueblos indígenas, castigados además por los devastadores impactos del cambio climático.

Toda esta dramática realidad fue analizada a fondo en búsqueda de respuestas y soluciones en el seminario internacional “Diversidad Cultural, Sistemas Alimentarios y Estrategias Tradicionales de Vida” organizado por la FAO en el Cusco, del 4 al 6 de este mes.

Productores del campo de África, Asia y América Latina, mujeres y hombres, expusieron las terribles condiciones políticas, sociales y económicas que enfrentan para seguir conservando sus sistemas agroalimentarios tradicionales, base de la conservación de la biodiversidad y que alimenta, incluyendo la pequeña agricultura familiar no indígena, al 70 por ciento de la población mundial.

Una de las conclusiones que surgió de los debates fue que el hambre y la pobreza están directamente asociados a la pérdida de las tierras y territorios de los pueblos indígenas y de la población rural en general.

La seguridad y la soberanías alimentarias son la base de la paz y el desarrollo humano. Para ello es necesario, afirma José Esquinas, una nueva gobernanza mundial porque “el planeta Tierra tiene -decía Gandhi- la riqueza suficiente para satisfacer a todos. Pero no para satisfacer el egoísmo de algunos”.

http://diariouno.pe/columna/el-hambre-es-la-mayor-verguenza-mundial/

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