Cómo hizo Vietnam para mejorar espectacularmente la calidad de su educación

Andreas Schleicher *


El desempeño de Vietnam en la última prueba PISA -el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE- fue un éxito impresionante.

Era la primera participación del país asiático en estas pruebas y los jóvenes vietnamitas de 15 años tuvieron puntuaciones más altas en lectura, matemáticas y ciencias que muchos países desarrollados, incluidos Estados Unidos y Reino Unido.

Fue un logro que sorprendió igualmente a las autoridades de Vietnam y a los observadores externos.

¿Cómo se explica que Vietnam lo hiciera tan bien?

Hay tres factores clave que contribuyeron a estos deslumbrantes resultados:un gobierno comprometido, un plan de estudios bien pensado y una fuerte inversión en profesorado.

Alta inversión en educación

El gobierno de Vietnam le dedica tiempo a evaluar los desafíos que tiene por delante en cuanto a la educación de sus jóvenes.

Muy pocos países han mostrado un nivel similar de determinación y disposición por mirar al futuro.

El Ministerio de Educación se fijó un plan de educación a largo plazo.

El gobierno vietnamita está deseoso de aprender de los países con mejor desempeño cómo ejecutar dicho plan con éxito y está dispuesto a destinarle el financiamiento que requiera.

Casi el 21% de todo el gasto público de 2010 se dedicó a la educación, una proporción más grande que en cualquier país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.

Los educadores del país también diseñaron un plan de estudios que se centra en que los alumnos adquieran un conocimiento más profundo de los conceptos centrales y un dominio de las habilidades básicas.

Si se compara con los planes de estudios de la mayor parte de Europa y América del Norte, que suelen abarcar mucho pero profundizar poco, es fácil entender por qué muchos de estos estudiantes vietnamitas sobresalen.

Más allá de la memorización

Se espera que estos estudiantes, al culminar la educación, no sólo sean capaces de recitar lo aprendido en clase sino de aplicar estos conceptos y prácticas en contextos que no les resulten familiares.

En las aulas vietnamitas hay un impresionante nivel de rigor, con profesores que desafían a los estudiantes con preguntas difíciles.

Los profesores se centran en enseñar unas pocas cosas bien y con una gran coherencia, algo que ayuda a los estudiantes a progresar.

Los maestros en Vietnam gozan de mucho respeto, tanto en la sociedad como en las aulas.

Esto puede ser un atributo cultural, pero también refleja el papel que les dan a los profesores en el sistema educativo, que se extiende más allá de dar la lección en la escuela y engloba funciones de apoyo al estudiante y preocupación por su bienestar.

Se espera que los maestros inviertan en su propio desarrollo profesional y en el de sus colegas, y trabajan con un alto grado de autonomía profesional.

Vietnam y Estados Unidos en las pruebas internacionales.

Vietnam entró por primera vez en las pruebas PISA en 2012 y alcanzó los siguientes puestos: 17 en matemáticas, 8 en ciencias y 19 en lectura, todas ellas posiciones más altas que las de Estados Unidos, que quedó 36 en matemáticas, 28 en ciencias y 23 en lectura.

En las clasificaciones globales publicadas por la OCDE en mayo de 2015, basadas en ciencias y matemáticas, Vietnam ocupó el lugar 12 mientras EE.UU. estaba empatado en el puesto 28.

De hecho, los profesores de matemáticas, especialmente aquellos que trabajan en escuelas desfavorecidas, reciben más formación profesional que la media de los países OCDE.

Alumnos fuera de la escuela

Estos profesores saben cómo crear un ambiente de aprendizaje positivo, fomentan la disciplina en el aula y ayudan a construir actitudes positivas de los estudiantes hacia la educación.

Sin olvidar el estímulo de los padres, que generalmente tienen grandes expectativas para sus hijos, y el hecho de que la sociedad vietnamita le da mucho valor a la educación y al trabajo duro.

Lo que Vietnam logró en educación en tan poco tiempo es extraordinario.

Pero cerca del 37% de los vietnamitas de 15 años no están escolarizados y el desafío ahora es lograr que vayan a la escuela. Los resultados de la prueba PISA, basados en aquellos que sí van a la escuela y están dentro del sistema educativo, no dicen nada de aquellos jóvenes que no están escolarizados.

El gobierno se ha fijado como prioridad escolarizar a todos los jóvenes y, hasta el momento, el sistema ha conseguido absorber a los niños desfavorecidos y darles un acceso equitativo a la educación.

Aprovechar el talento

Pero conseguir y mantener la calidad es más difícil que extender la cantidad y Vietnam tendrá que tener cuidado para no perder calidad conforme amplíe el acceso a la educación.

Tal como muestran los países que tienen mejor desempeño, la excelencia generalmente se asocia con otorgarles a las escuelas más autonomía para fijar su plan de estudios y exámenes.

Para Vietnam esto significa que tendrá que encontrar la manera de equilibrar un gobierno centralizado con un entorno flexible y autónomo para cada escuela.

Para cosechar totalmente los frutos de la inversión en educación, Vietnam tiene que modificar no sólo la oferta de conocimiento sino también la demanda.

Como sugiere un reciente informe, Vietnam puede ganar tres veces su actual PIB para 2095 si todos sus niños asisten a la escuela secundaria y todos ellos adquieren al menos conocimientos básicos en matemáticas y ciencias para 2030 – y si el mercado laboral del país es capaz de absorber y utilizar todo ese talento.

Si Vietnam no crea una demanda para quienes tienen más conocimientos, el país corre el riesgo de que los más cualificados elijan desarrollar su talento en otro lugar.

Se debe tomar en cuenta una posible liberalización del mercado laboral del país, al mismo tiempo que el país se esfuerza en construir una fuerza laboral más capacitada.

Quizá sea mucho pedir para un país y sus ciudadanos, pero Vietnam ya ha demostrado que está listo para el desafío y, lo que es más importante, que está dispuesto y ansioso por aceptar el reto y superarlo.

*  Andreas Schleicher es Director de educación y conocimiento en la OCDE

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