Keiko en Harvard: Cinismo de campaña

Claudia Cisneros

Ojalá Keiko Fujimori realmente creyera lo que ha dicho en Harvard. No solo demostraría una valentía y personalidad que jamás ha mostrado para separarse del oscuro legado de su padre, sino que implicaría que está dispuesta a deshacerse de todo ese lastre que siempre ha ensombrecido sus modos educados y protocolares, y que contrastan con los modos de los representantes más mediáticos del fujimorismo: Becerril, Martha Chávez y otros soeces insultadores o mentirosos profesionales que se escudan en su inmunidad para embarrar con mentiras a quien los pone en evidencia.

Si lo de Keiko en Harvard fuera auténtico, el paso lógico sería separar a lo más insidioso y repudiable que la rodea porque sus nuevas opiniones, sobre todo acerca de la CVR, generan con ellos discrepancias de fondo. Porque algunos como la Chávez o Becerril no renunciarán por cuenta propia aun cuando su lideresa, al menos en palabra, haya contrariado líneas base del fujimorato que ellos siempre han defendido. El poder vale más para gente como ellos que “estúpidos” principios que suelen ver como obstáculos para sus ambiciones. La otra posibilidad es que tengan claro –y esté previamente acordado– que lo de Harvard es solo un discurso de campaña para ensanchar su base de votantes en una probable segunda vuelta. Con ello, la Chávez y compañía se excusarán minimizando las nuevas opiniones de Keiko o argumentando que no son nuevas. Si algo sabe el fujimorato es mentir y valerse de cualquier medio para alcanzar su fin, en este caso, hacerse nuevamente del poder que alguna vez tuvieron. 

Keiko ansía el poder que alguna vez rozó como primera dama, aunque eso significó suplantar sin remordimientos a su madre, quien fue torturada por el gobierno de su padre (según propio testimonio), luego de que esta denunciara a los tíos de Keiko por robarse ropa donada, familiares que siguen prófugos sin que Keiko haya hecho nada para que la justicia los alcance (http://bit.ly/1ELHdZO). Por otro lado, sus congresistas acarician el sueño de ser gobierno otra vez para volver a desplegar a sus anchas todas las formas autoritarias, abusivas y transgresoras de la ley y derechos que fueron su praxis política.

Sería una gran noticia y gratificante que Keiko creyera de verdad lo que dijo en Harvard, porque implicaría que al fin conectó con una sensibilidad humana y ciudadana que el fujimorismo no conoce ni ha ejercido jamás; sería tan buena noticia para la política peruana que habría que agradecerle por fin haber abierto los ojos propios y entendido que el ser humano está por encima de la ambición política, que la vida es fin en sí mismo y que jamás debe instrumentalizarse para lograr objetivos de poder político. Un líder que así lo sintiera y entendiera sería lo mejor que podría pasarnos.

Pero con pesar sabemos –quienes hemos seguido por años las fechorías, crímenes, mentiras y abusos del fujimorato– que es imposible que las palabras de Keiko en Harvard tengan un ápice de verdad. Porque ello supondría el rompimiento radical con su padre preso por crímenes y no “errores” como insiste en llamarlos, contradiciéndose con lo dicho en Harvard sobre la CVR. Supondría que reconociera los delitos de su padre y los crímenes que promovió su gobierno. Si lo de Harvard fuera sincero, no culparía a los doctores de las esterilizaciones forzadas sino que reconocería que fue una política de Estado del fujimorato (http://bit.ly/1JMjefwhttp://bit.ly/1iUv1mx), tal como se lo acaba de recordar la propia Federación Médica (http://bit.ly/1YYzxBe). Supondría además que Keiko rompa políticamente con los sindicados responsables (y a quienes junto con su padre la Fiscalía ha reabierto investigación por delito contra DDHH), los ex ministros de salud: Eduardo Yong Motta, Marino Costa Bauer y Alejandro Aguinaga, este último aún miembro de su bancada (http://bit.ly/1PbXWiy). 

Si fuera honesto lo de Keiko en Harvard, Keiko tendría que pedir perdón por negar los delitos de lesa humanidad de su padre y crímenes de su gobierno contra miles de mujeres, niños y víctimas ejecutadas sin procesos judiciales; o enterradas en fosas; o las violadas y asesinadas por militares azuzados por el fujimorato.

Si fueran verdaderas sus palabras en Harvard, Keiko debería reconocer los 15 mil desaparecidos por esas políticas sanguinarias de Estado. Por lógica y consecuencia tras lo dicho sobre la CVR, Keiko tendría que abjurar del fujimorato y refundar un/su nuevo movimiento. Pero eso jamás pasará. Keiko no ha demostrado nunca ser ni tan valiente ni tan humana. Por eso, muy, muy a nuestro pesar como ciudadanos, vemos que lo dicho por Keiko en Harvard es pura ficción, calculada a tiempo para la campaña presidencial y apelando, arteramente, a la buena fe de quienes sin conocer bien las entrañas del fujimorato podrían darle algún beneficio en la duda. Nosotros, que conocemos el monstruo desde hace 15 años, solo hemos visto en Harvard sus afilados dientes y ambiciosa mirada.

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