Fujimori, De Soto y el narcotráfico en el Perú

Róger Rumrrill

El Perú es hoy el primer productor mundial de cocaína y no es por azar que hemos llegado a este primer lugar. Esta poderosa industria criminal se inició tempranamente en los setenta del siglo XX. Pero se consolidó en los noventas, durante el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori, cuando según muchos analistas nacionales y extranjeros, el Perú llegó ser un narcoestado.

Uno de los personajes clave del gobierno de Fujimori fue Hernando de Soto, asesor presidencial y el primer “Zar antidrogas” del fujimorismo. Ahora es el “Zar de la minería informal e ilegal” del equipo de gobierno de Keiko Fujimori. Quizás en el futuro este reconocido economista con muchos premios internacionales podría ser elegido como “El Zar de las causas perdidas”.

De las causas perdidas. Porque la famosa “Doctrina Fujimori” que de Soto redactó y donde planteaba, lo que ahora propone para la minería ilegal, la titulación y la formalización de los cocaleros para incorporarlos a la economía legal como sujetos de crédito legitimándolos además como “interlocutores válidos” del Estado, se hizo añicos, igual que la Autoridad Autónoma para el Desarrollo Alternativo (ADA) que también él presidió, a causa de este Estado sonambúlico que tenemos, porque tropezaba con las políticas represivas y militaristas de la lógica norteamericana contenidas en el primer acuerdo antidrogas y sobre todo porque el gobierno y el Estado fueron fagocitados por la corrupción.

De Soto, contratado por Fujimori principalmente por su excelentes conexiones con Washington, antes de renunciar todavía tuvo tiempo de desembarcar en la Casa Blanca y negociar el “ Convenio Antidrogas Perú-Estados Unidos sobre el control de drogas y política de desarrollo alternativo” de mayo de 1991 en que, además de insistir en la doctrina de la erradicación compulsiva de la coca y la militarización de la lucha contra las drogas que ha sido y sigue siendo un fiasco mundial pero un éxito geopolítico, se impuso la camisa de fuerza del dogma del Consenso de Washington: solo el libre mercado salvará al mundo.

Todo lo demás quedó bajo el poder oscuro, casi ilimitado y criminal de Vladimiro Montesinos. A quién Estados Unidos le toleraba los pagos mensuales del “Vaticano” y otras nauseabundas trapacerías a cambio de su puntual, oportuna y valiosa información a la CIA. Estaba claro que Washington prefería cerrar las narices ante la podredumbre del narcotráfico y actuar frente al riesgo de que Sendero Luminoso tomara el poder en el Perú.

Hernando De Soto, el “Zar de las causas perdidas”, quiere volver al gobierno como en 1990, esta vez al servicio de la hija de uno de los mayores cleptócratas que ha desgobernado el Perú.

http://diariouno.pe/columna/fujimori-de-soto-y-el-narcotrafico-en-el-peru/

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