Desinformación es poder

Jorge Bruce

La gran canción Plástico de Rubén Blades habla de “la ignorancia que nos trae sugestionados”. Blades es un fantástico compositor, de esos pocos capaces de captar el espíritu de una época y un lugar: Latinoamérica de antes y de hoy. En el Perú hemos sido testigos, estos últimos días, de intentos de capitalizar la desinformación al servicio de un poder retrógrado, oscurantista y violento.

La primera arremetida fue contra el currículo del Ministerio de Educación. Como parte de la campaña para traerse abajo al ministro Saavedra, fujimoristas y apristas detonaron un huayco de falsedades. El plan era convencer a los padres de familia que sus hijos estaban en manos de pervertidos que –¡horror!– los iban a inducir a la homosexualidad. Esto no se dijo, pero a mi entender el miedo que se procuraba inocular tenía, precisamente, lo que ellos llaman una “ideología de género”.

Es decir, los niños en riesgo de ser arrastrados a la homosexualidad por el Minedu, el SUTEP, los rojetes y la caviarada eran esencialmente los hombres. El machismo tiene mucho más arraigo en nuestra cultura que el temor al lesbianismo. Aquí convergen intereses políticos empeñados en censurar a un ministro competente, con posturas religiosas conservadoras que ven con susto cómo su control de las mayorías se va deshaciendo.

Poco después surgió el grotesco psicosocial de los traficantes de órganos. En un documentado informe de David Hidalgo para El Comercio, se observa que las fotos de los supuestos traficantes, publicadas en Facebook, provienen de México o Chile. Más aún, hay serias sospechas de que la voz femenina de un audio en el que se alerta a los ciudadanos de Lima Este, acerca de los traficantes imaginarios, es la misma de otro audio que, antes de la marcha No a Keiko, amedrentaba a la gente para que no salga de su casa, alertando por un golpe de Ollanta Humala (era durante su Gobierno).

El miedo es una emoción muy poderosa, capaz de aglutinar masas de audiencia –lo que en jerga psicoanalítica se conoce como grupos grandes– en una dinámica agresiva y atemorizada, como la que se vio en Huaycán. Más aún cuando se trata de personas que viven en condiciones de desprotección. Traficar órganos –lo que no resiste el menor análisis científico, como alguna vez me explicó el médico especialista en trasplantes, Luis Poggi– encaja con la carencia de servicios de salud y seguridad. Es un miedo que se alimenta del desamparo y la zozobra de unas condiciones de vida durísimas.

Esto es lo que buscan todos aquellos que se sienten beneficiarios del caos y la violencia. Así murió de un balazo la señora Eva Solano. Así vivieron una situación brutalmente traumática dos encuestadores que trabajaban en ese lugar, en ese momento. Montesinos está en prisión, pero sus émulos están libres. Y trafican no con órganos, sino con temores primarios.

http://larepublica.pe/impresa/opinion/827824-desinformacion-es-poder

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