Fortuna de la familia Fujimori

Rodrigo Montoya Rojas

En mi última columna del domingo 4 de marzo, dejé abierto el camino para traer a la escena política el tema de la fortuna de la familia Fujimori: “… sigue abierto para ella [Keiko] un proceso por lavado de activos que podría agravarse si se toma en cuenta que Joaquín Ramírez y Jaime Yoshiyama, sus exsocios y exjefes de su partido, tienen en común haber perdido documentación clave por un probable robo imaginario, y si los jueces se atreven a buscar más en el baúl de la fortuna amasada por su padre y dejan de creer en los cuentos de regalos de amigos, cocteles de lujo y contribuciones de fantasmas”.

Habría que sumar al señor José Chlimper como probable cómplice, por sus servicios en favor de Keiko, premiado con un puesto como director en el Banco Central de Reserva.

Hay en los medios de comunicación concentrados que controlan la TV, gran parte de las radios y periódicos, una clara tendencia a examinar los hechos limitándose al presente inmediato, tratando de no ir más atrás en el pasado, con el evidente propósito de ocultar la información que podría ser utilizada para develar los compromisos y responsabilidades de los actores de la política peruana y de ese 1% de la población peruana que controla por lo menos el 40 % de la economía y vive con todos los privilegios de sus pares en el primer mundo.

Es la política del poder-olvido, frente a la libertad-memoria. Trataré de ofrecer una primera aproximación sobre la fortuna de la familia Fujimori a través de algunos hechos.

Una. Sus polladas de lujo. La pequeña historia de las polladas de mil dólares de contribución por persona en cenas en grandes hoteles como la fuente principal de ingresos para financiar las campañas electorales de Fuerza Popular y Keiko Fujimori, es un cuento para tontos, que puede ser creído -tal vez- por algunos funcionarios de la ONPE. Para los dueños de los medios y gran parte de los periodistas sería un simple dato de la realidad. Lo menos que deberían haber exigido es la lista de participantes y contribuyentes en esas polladas.

Dos. Pobrecitos los Fujimori. La imagen que surge de los medios de comunicación es que los Fujimori no tendrían recursos. Pareciera que Alberto Fujimori no tiene un centavo y que sus amigos pagaron sus gastos para salir de Japón e ir a Chile y pagan ahora la casa de lujo de 5 mil dólares mensuales, en la que vive luego de su libertad negociada con el impresentable Pedro Pablo Kuczynski. ¿Quiénes son esos amigos? No hay modo de saberlo. Se trataría de un secreto familiar. ¿Quién o quiénes pagaron los gastos del reo preso en sus decenas o centenas de visitas a clínicas privadas para tratarse de un cáncer inventado por sus médicos cómplices, y que habría sido operado de ese terrible mal como seis veces sin que tuviera tumor alguno?, ¿fueron también sus amigos secretos o los gobiernos de Toledo, García, Humala y Kuczynski?, ¿con qué dinero?

Tres. ¿De dónde salieron los fondos para los negocios de Kenji y Keiko? ¿También de los amigos secretos, en otras polladas clandestinas? No sabemos si ambos hermanos ejercieron alguna vez las carreras que siguieron en universidades norte americanas. ¿Con qué dinero compraron las casas del partido Fuerza Popular?

Cuatro. De lo que no se habla o no se quiere recordar. Millones de peruanos vimos las imágenes de la gentil visita de Alberto Fujimori y sus esbirros a las casas de su gran cómplice Montesinos y las maletas que partieron con él a Japón. Está probado, y fue razón de una de sus muchas condenas, que Alberto Fujimori pagó 15 millones de dólares a su cómplice Montesinos, con fondos del Tesoro, como indemnización por los servicios prestados al país, antes que huyera. Se sabe también, con pruebas, que Montesinos tuvo alrededor de 60 millones de dólares en diferentes cuentas de bancos en el mundo. Por haber cobrado millones de dólares siguen presos algunos de los generales cómplices de Fujimori. ¿Cuánto cobró o se pagó a sí mismo el señor Alberto Fujimori por sus servicios prestados al país?, ¿15 millones como a Montesinos o mucho más por haber sido la cabeza del gobierno y de la red para delinquir?

Cinco. Ya sabemos que se robó en todos los gobiernos del país, desde tiempos coloniales. El libro Historia de la corrupción, de Alfonso Quiroz, (IEP, 2103) muestra las pruebas de los gigantescos robos en el gobierno de Fujimori. ¿Fueron seis, cinco o cuatro mil millones de dólares? El astuto y criollísimo Alberto Fujimori, no dejó huellas en cuentas de bancos. Ya es casi una leyenda que en cada uno de sus viajes llevaba maletas con dólares y barras de oro. Es un hecho que su hermana y su marido, embajador peruano en Japón, quedaron para siempre en esas tierras y si volvieran irían a la cárcel. La pregunta del millón es: ¿No tendrán los Fujimori una pequeña fortuna en Japón? Hipotéticamente, pensemos en una cifra pequeña de mil millones para el profesor de matemáticas Alberto Fujimori y otros dos mil millones repartidos entre todos los miembros importantes de su gobierno.

Seis. Esa fortuna de la familia es la fuente de donde saldría el dinero para lavarse en Japón, en Estados Unidos y en Perú. De ahí saldría el dinero atribuido a sus anónimos amigos, para los negocios de sus hijos y, tal vez los 15 millones de dólares que Joaquín Ramírez habría recibido de los Fujimori para ponerlos en circulación (“lavarlos”) en Estados Unidos.

Ocho. Como todos los candidatos, Keiko pidió y/o recibió apoyo económico de la empresa Odebrecht. Barata ya contó de todos los pasos seguidos por el millón doscientos mil dólares para llegar a manos de Jaime Yoshiyama, secretario general de Fuerza Popular en 2011, y a un dirigente de la CONFIEP. Una pequeña y minúscula parte de la fortuna de los Fujimori sería suficiente para pagar diez campañas electorales completas. Pasar por la vergüenza de pedir dinero a Barata, simulando falta de recursos, dice mucho de esta dinastía, desgraciadamente producida por el Perú del mismo modo que Montesinos y Abimael Guzmán.

http://diariouno.pe/columna/fortuna-de-la-familia-fujimori/

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