Como decíamos ayer…

Marco Sifuentes

Hoy es el último domingo sin Mundial, y, pronto, todo lo importante será desplazado por lo emocionante. Las denuncias periodísticas caerán en arco roto y el oficialismo podrá meter incluso más fouls de los que acostumbra. El pobre hombre que se sienta en Palacio como si se sentara en la banca podrá respirar. Nuestro mundo serán Gareca y los 23. Así que, como los políticos, aprovecharé el pánico previo al delirio colectivo para contrabandear algo personal: traigo un breve manifiesto individual, con la esperanza de que sirva como muestra de cómo discutimos nuestro país desde los medios.

Hace casi diez años, Fritz Du Bois me ofreció un espacio privilegiado en Perú21: la columna dominical, justo debajo de la suya, página 2. Dudé mucho en aceptar. Habían sacado malamente a Álvarez Rodrich de la dirección de P21 y ya muchos pensaban que le harían la camita a la candidatura de Keiko en las siguientes elecciones. No se equivocaron. Pero, pensé, justo ése sería el reto: ir contra el sentido común del público habitual del medio que me aloja. Total, para hablarle a los conversos ya tenía mi blog. Así, muchas veces terminé desmintiendo datos publicados por el mismo diario. A pesar de eso, nadie nunca me cambió ni una coma.

Pasadas las elecciones del 2011, dejé P21. Humala era presidente y lo correcto era fiscalizar sus actos de gobierno. Pero tampoco quería sumarme al previsible cargamontón del GEC. Entonces, decidí venir a LR porque, si bien no sería oficialista, sí llegaba a un público antifujimorista que, de por sí, era mucho menos receptivo a las críticas contra Humala. Aquí publiqué columnas con títulos tan psicotrópicos como “Martha Chávez tiene razón”.

Con la campaña del 2016 inminente, llegó la oferta de Fernando Berckemeyer de escribir en El Comercio. Convencido de que la victoria de Keiko era ineludible, salté hacia ese barco, con la mente en el público más bien conservador, herencia de la época pre-Berckemeyer. Imaginé –no sin cierto melodrama– que sería un violinista del Titanic, que el fujimorismo no tardaría en regresar y que, más temprano que tarde, volvería a La República. Erré en los tiempos pero valió la pena la oportunidad de conversar con un público no acostumbrado a los argumentos que podía llevarles.

Dos años y medio después, aquí me tienen de vuelta. Otra vez el escenario ha cambiado. Los herederos de los 90 han copado desde la ONPE hasta la Sunat. Vizcarra almuerza con Wolfenson. Keiko ejecuta en vivo a su hermano. Pero todo eso ya lo saben los lectores de LR. Hay algo más: la polarización alrededor del fujimorismo se ha vuelto irreconciliable. O te pongo like o te bloqueo. ¿Cómo conversar así? Y, en ese mundo, ¿cuál es mi rol en este espacio? Tengo poco tiempo para descubrirlo: hasta que volvamos a la realidad, hasta que acabe el Mundial, hasta que la blanquirroja deje de hermanarnos.

https://larepublica.pe/politica/1258099-deciamos-ayer

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*