El Valle de Tambo, el corazón del Perú

Gustavo Espinoza M.

De acuerdo a las informaciones oficiales, el Valle de Tambo forma parte de la provincia de Islay, donde se encuentran los distritos de: Cocachacra, Dean Valdivia, Islay, Mejía, Mollendo y Punta de Bombón, en la zona, radican alrededor de 60 mil personas, siendo Mollendo y su puerto aledaño –Matarani- los lares más poblados.

Aunque Tambo no es una de las regiones más deprimidas del país, gracias a su producción agrícola, el 20% de los niños que allí viven, sufren los efectos de la Anemia, en tanto que el 25% de sus habitantes fluctúan entre la pobreza, y la pobreza extrema. Estadística neta.

El Valle, es un prodigio de la naturaleza en materia de agricultura. Allí se produce arroz, cebolla, ajo y papa; pero también zapallo, Páprika, alcachofa y otros alimentos de significativa importancia. Por lo demás. Matarani es una zona comercial de primer nivel y la Punta de Bombón podría ser -con un poco de empeño- un muy calificado y bello centro turístico del sur peruano.

Aunque pareciera riesgoso y audaz afirmarlo ahora, existe el peligro real que todo eso desaparezca; y la zona sea convertida –como es hoy Toquepala- en un gigantesco proyecto minero que lleve inmensos tesoros a las corporaciones extranjeras, y que deje tan solo miserias a nuestro pueblo.

Alguien podría decir que eso no es así; que Toquepala corresponde a una etapa muy primitiva de la minería –hace más de 60 años- pero que en nuestro tiempo, los adelantos tecnológicos permiten una industria más “limpia”, acorde con el progreso y el desarrollo.

Hay que ver, aunque fuera sólo en fotografía, la diferencia entre lo que fue el hermoso valle de Cerro Verde hace apenas dos décadas, con lo que es hoy la zona minera de la empresa que lo explota; para darse cuenta que eso no es verdad. Que la minería, en las condiciones de un país como el nuestro, sólo genera riqueza para los poderosos, pero amplía los horizontes de la pobreza y la muerte para la inmensa mayoría de los poblados, y de sus habitantes.

Objetivamente, esa es la realidad en el Perú de nuestro tiempo. Más allá de los “informes técnicos”, de las promesas formales, y aún de las cláusulas que se inserten en los contratos de concesión y explotación minera; la destrucción del medio ambiente, la muerte de la bio diversidad, el daño al eco sistema y los afectos perversos para la población que habita en la zona; resultan ineludibles.

Nada ganan las autoridades sustentando con papeles promesas y compromisos que, ellos mismos, saben que nunca se habrán de cumplir. Los relaves mineros, la contaminación del aire y el agua, la toxcisidad ambiental; llegarán ineluctablemente a dañar la vida de los peruanos.

Eso no ocurre –dicen los que sustentan los privilegios de las grandes corporaciones- en Europa. Allí, la minería, no daña. No es verdad. Se podría decir, quizá, que no daña tanto, tal vez porque los propios consorcios sienten un poco de vergüenza de mirar a poblaciones que finalmente consideran “sus iguales”; pero en nuestros países –donde las corporaciones no vienen sino envían a sus funcionarios- los “pueblos originarios” son considerados “ciudadanos de segunda clase”, pueblos “nativos” que carecen de importancia y de derechos. Allí pueden actuar –en colusión con las autoridades locales- a su real saber y entender, es decir, a su antojo.

En nuestros países, entonces, la minería no es -objetivamente- fuente de riqueza. Sólo beneficia a las grandes empresas que se llevan el mineral muchas veces en barras y que, incluso, ni siquiera pagan impuestos.

De todos modos, en esta parte del mundo, la experiencia boliviana puede ser gratificante. Allí, las empresas se llevaban el 83% de los beneficios extraídos y dejaban para el país el 17%. Evo Morales invirtió la cifra. Hoy las empresas dejan para Bolivia el 83%, y se llevan el 17%. A un comienzo, hicieron resistencia, pero finalmente debieron allanarse porque saben que incluso así, hacen un gran negocio. Aquí, en cambio, se llevan hasta el Santo y la Limosna

Por eso Pasco es una región miserable. Y por eso las localidades mineras –Huancavelica y Andahuaylas- lucen paupérrimas. Por eso, Cajamarca -la región minera del norte- es la más deprimida ¿Alguien puede negarlo?

Todo eso, es de dominio de los pueblos. Y de esa sabiduría, nace la resistencia de las grandes mayorías. Hoy el 70% de la población del Valle de Tambo, está en contra de la concesión hecha a la Southern. De allí también el rechazo se irradia.

Hoy, Arequipa entera está movilizada. Puno se aviene a lo mismo. Y Moquegua cierra filas con similar propósito. Y es que todos saben que, finalmente, en el Valle de Tambo late el corazón del Perú.

http://diariouno.pe/columna/el-valle-de-tambo-el-corazon-del-peru/

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