Perú: Fascismo II

Carlos Monge

“No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado” es una afirmación de Bertold Brecht, frecuentemente citada para explicar la reacción de sectores de nuestras élites y de nuestras clases medias ante la victoria electoral de Pedro Castillo. La comparto plenamente. Sectores de las élites temen perder sus privilegios y su poder, sectores de las clases medias lo que han ganado en las últimas dos décadas. Reaccionan de manera autoritaria y racista, desconociendo resultados, descalificando votantes, cuestionando la autoridad electoral, fomentando un golpe de estado.

Terminada la guerra y derrotado el fascismo europeo, Brecht lanzó esta frase brutal: “Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque, aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al bastardo, la puta que lo parió está de nuevo en celo”. Se refería al capitalismo europeo de la primera mitad del siglo XX amenazado, entonces, por revoluciones comunistas inspiradas en la victoria bolchevique de 1917 en Rusia.

Lo que está en juego hoy para las élites y para las clases medias peruanas no son solamente ingresos, ahorros, propiedades, empresas o un determinado nivel de vida, en muchos casos conseguido honestamente, mediante el trabajo sacrificado, y en otros mediante el abuso de las posiciones de poder en el mercado o relaciones corruptas con el Estado. Lo que está en juego es el ejercicio colonial del poder, la capacidad de algunos de seguir manejando el país de acuerdo con su conveniencia, ignorando a esos otros que son diferentes, viven lejos, hablan y piensan de otra manera. Otros a quienes se les niega capacidad de decidir por ser inferiores.

Lo que está en cuestión finalmente es la continuidad de nuestro capitalismo neoliberal, asentado en el ejercicio colonial y racista del poder por grupos económicos manejados por familias que son parte de las élites sociales de siempre, que controlan cargos clave en la tecnocracia estatal y los grandes medios de comunicación.

Tenemos que derrotar al golpe de estado, en la forma que tome. Pero tengamos muy claro que, si no avanzamos en cambios de fondo, el fascismo nuestro seguirá ahí, al acecho.

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