Perú: El estado mental fascista

Jorge Bruce

El fascismo es ampliamente conocido debido al movimiento de extrema derecha y ferozmente anticomunista, fundado por Benito Mussolini en 1919, el cual hizo émulos en lugares tan alejados de Italia como el Perú. Por ejemplo, la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro. Aunque hubo otros movimientos locales, detallados por el historiador Nicanor Domínguez en Noticias SER.PE. Dicho historiador nos recuerda que en las recientes elecciones presidenciales el término recobró fuerza debido al movimiento de Rafael López Aliaga. Lo cual no le impidió a su movimiento Renovación Popular obtener una significativa representación parlamentaria ni canceló, para usar un término de moda, sus opciones como alcalde de Lima o incluso presidente del país.

Lo cual nos lleva a mi punto psicoanalítico. Mi colega Christopher Bollas escribió un brillante texto cuyo título es el que he tomado prestado para esta nota (The fascist state of mind. En Being a Character). Una de sus hipótesis es que el fascismo, aparte de ser una ideología política, es un estado mental que todos llevamos dentro. Más claro: todos tenemos un fascista en nuestro mundo interno. Cierto, este estado con un perfil psicológico altamente identificable, es compatible con un talante democrático. En la medida que seamos capaces de compensar esa tendencia totalitaria –típica de los inicios de la vida– con un principio de realidad que nos enseñe a respetar los derechos ajenos, todo bien.

Pero apenas se imponga el trabajo de lo negativo, mediante afectos como la envidia, el odio, el resentimiento o la pulsión de dominio, nuestro fascista se puede imponer. Entonces intentaremos aniquilar el pensamiento, los derechos, la existencia del otro. Esto trasciende la división de izquierda o derecha. Sendero Luminoso es un ejemplo tan válido como Bolsonaro o Trump, las dictaduras de Nicaragua o Cuba, Pinochet o Fujimori. En su fuero interno, pregúntense cuántas veces han deseado desaparecer a personajes cuya ideología o actos generan repudio y azuzan impulsos destructivos.

Cuando Cerrón y sus acólitos culpan de todo a los caviares, entran en resonancia con la extrema derecha. Poco importa que los denominados caviares carezcan de poder económico y su influencia sea mínima. En la mentalidad binaria, simplista del fascismo, el chivo expiatorio es muy funcional. Lo propio sucede a nivel individual. En cualquier momento nuestro sistema parlamentario personal colapsa, y se instala una dictadura paranoica, violenta e injusta

https://larepublica.pe/opinion/2021/11/15/el-estado-mental-fascista-por-jorge-bruce/

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