Las recomendaciones del FMI

Pedro Francke

(A Javier Diez Canseco, en recuerdo de su claridad y valentía, que tanta falta nos hacen)

Esta semana se lleva a cabo en Washington DC las reuniones anuales organizadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial conocidas como los “spring meetings”. Estas “reuniones de primavera” son el espacio principal de discusión internacional sobre el rumbo y los retos de la economía mundial. Esta semana han sido particularmente importantes, dada la situación económica, política y social impactada por la pandemia y la guerra.

GUEORGUIEVA ABRE EL PISO

Las palabras iniciales de la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva son un buen balance general de la situación, y vale la pena citarla: “En pocas palabras: nos enfrentamos a una crisis sobre otra crisis. Este es un gran revés para la recuperación global. En términos económicos, el crecimiento es bajo y la inflación sube. En términos humanos, los ingresos de las personas disminuyen y las dificultades aumentan”. Su balance general es que “este es el entorno político mundial más complejo de nuestra vida, que plantea opciones tremendamente difíciles”.

La Georgieva marcó las grandes diferencias que hay entre diversos grupos. Por un lado, los más afectados como son las economías “importadoras netas de alimentos y combustibles en África, Medio Oriente, Asia y Europa”. Por otro lado, “el aumento de los precios de las materias primas ha mejorado las perspectivas de crecimiento de muchos exportadores de petróleo, gas natural y metales. Pero estos países también se ven afectados por una mayor incertidumbre y sus ganancias están lejos de ser suficientes para compensar una desaceleración global general, en gran parte impulsada por la guerra(…) Al mismo tiempo, los precios más altos de la energía y los alimentos se suman a las presiones inflacionarias, reduciendo los ingresos reales de los hogares en todo el mundo”.

En esta presentación el FMI ve las diferentes situaciones desde una perspectiva mundial, pero este gran contraste se reproduce dentro de nuestro país, donde tenemos interiormente esos dos lados de la moneda: somos importadores de alimentos y combustibles, y por eso han subido el diésel, la gasolina, el pan y el pollo, y por ello nuestro pueblo está muy afectado. Los hogares peruanos son parte de esos que en todo el mundo, al decir de Kristalina Georgieva, han visto reducir sus ingresos reales, es decir, su capacidad de compra de una canasta de consumo. Pero nuestro país también es exportador de metales, como cobre, oro, zinc, hierro y plomo, y el alza de esos precios ha aumentado enormemente los ingresos de las mineras; sus ingresos adicionales ya exceden los 17 mil millones de dólares y sus precios de venta han seguido subiendo. Parte, minoritaria, de esos ingresos adicionales llega al Estado como impuestos.

Haciendo el balance para el Perú, mientras el impacto negativo sobre las familias es casi automático mediante las alzas de precios de las importadoras y comercializadoras, varias de ellas verdaderos oligopolios, los beneficios son principal e inmediatamente para las grandes mineras, llegando una parte más lentamente al Estado.

LA VISIÓN MUNDIAL DEL FMI SOBRE POLÍTICA FISCAL

La situación económica mundial es difícil, compleja, dura. En palabras de Georgieva: “Para abordar estos desafíos, los países deben estar preparados para utilizar el conjunto completo de herramientas disponibles”.

En semanas anteriores hemos insistido en estas páginas y en diversos medios sobre la urgencia de no quedarnos cruzados de brazos y dar ayuda urgente a las familias golpeadas por la inflación. En esa misma línea, esta semana en el marco de estas “reuniones de primavera” el FMI recomienda “tomar medidas específicas para ayudar a las poblaciones vulnerables… esto puede tomar la forma de reducir las facturas de servicios públicos o la transferencia de efectivo a los hogares de bajos ingresos”.

Sobre las mejores políticas de finanzas públicas en esta coyuntura, el FMI ha hecho un informe específico que presentó el lunes pasado. El autor principal del informe, el director adjunto para estudios de la economía mundial del FMI, Jean-Marc Natal, lo explicó así: “El principio general de las finanzas públicas es que debes encontrar dónde están los recursos e intentar compensar a quienes más sufren”. En esa orientación, de ver dónde están esos recursos para ayudar a los pobres, el análisis del FMI plantea impuestos más altos: “Al igual que debe hacerse y a veces se hace después de las guerras, donde también mientras unas empresas luchan por sobrevivir otras se vuelven más boyantes que nunca, los gobernantes pueden hacer que estas últimas compensen a las primeras con un impuesto adicional y temporal”.

¿Cómo se puede entender y aplicar esta política en el Perú? Está clarísimo: el sector que está “más boyante que nunca” es la minería, gracias a que el precio del cobre excede los 4 dólares 60 cuando ellos cubren sus costos con menos de 2 dólares la libra y el precio del oro se aproxima a la barrera de 2 mil dólares la onza. Este es el sector que debe compensar a los afectados.

Tenemos, además, el estudio que hizo el Departamento de Asuntos Fiscales del FMI específicamente para el Perú y ha sido publicado el mes pasado, que analizó las reglas tributarias peruanas para atraer inversiones mineras y encontró que había un espacio para poder elevar la carga tributaria a ese sector manteniéndonos en el mismo lugar del ranking internacional de competitividad.

Resumiendo, hay dos argumentos para sustentar la conveniencia de mayores impuestos al sector minero, bajo condiciones que el estudio del FMI detalla y que consisten en una combinación de elevar las tasas de las regalías, el impuesto especial a la minería y a los dividendos o utilidades distribuidas por las empresas a sus accionistas (impuesto que tiene la ventaja de incentivar la reinversión). La primera es que podemos hacerlo sin perder competitividad respecto a otros países mineros, asunto demostrado por el FMI comparando con una veintena de países y territorios a nivel mundial. La segunda es que estamos en un momento excepcional, donde millones de familias se han empobrecido y al mismo tiempo el sector minero está obteniendo ganancias extraordinarias, con precios incluso superiores a los ya muy altos que tenían el año pasado. Una mayor carga tributaria a la minería se justifica desde una mirada de largo plazo y competitividad minera, y también en el corto plazo para dar apoyo urgente a quienes sufren pobreza.

EL COMBO

¿Es lo mejor rebajar IGV o ISC? Nuevamente el FMI responde: “Para aliviar la carga sobre los hogares, garantizar la seguridad alimentaria y evitar las tensiones sociales, la mayoría de los gobiernos han anunciado medidas para limitar el aumento de los precios internos. Sin embargo, estas medidas podrían tener grandes costos fiscales y agravar los desajustes entre la oferta y la demanda mundiales, que ejercerían nuevas presiones sobre los precios internacionales y, posiblemente, darían lugar a escasez de alimentos y energía. Esta situación perjudicaría aún más a los países de bajo ingreso que dependen de la importación de energía y alimentos”. Clarísimo.

El FMI recomienda, en la misma dirección de los que hemos insistido sobre el otorgamiento de una transferencia directa o “bono” a las familias, que “el apoyo fiscal debe dirigirse a los más afectados y a los ámbitos prioritarios (…) Las respuestas de los gobiernos al aumento de los precios internacionales de las materias primas deben dar prioridad a la protección de los más vulnerables. Un objetivo fundamental es evitar que se produzca una crisis alimentaria, al tiempo que se mantiene la cohesión social. Los países con redes de protección social pueden desplegar transferencias monetarias temporales y focalizadas en los grupos vulnerables”.

Las transferencias son un dinero que no se queda en el camino. Nuestro país ha logrado en los últimos años implementar un mecanismo para apoyar con estos “bonos” a las familias, utilizando el Banco de la Nación –que va avanzando con las cuentas DNI– y el sistema bancario. Eso es lo que hay que hacer. Desde luego también hay que asegurar la sostenibilidad fiscal, pero no siendo amarretes ni limitando a migajas una ayuda que se necesita de urgencia sino haciendo que quienes concentran mucha riqueza, y hoy tienen ganancias extraordinarias, colaboren con el pueblo y la nación en este momento de extrema dificultad.

Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N°583, del 22/04/2022  p20

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