Perú: GRADUADOS COMO CANCHA, SALARIOS COMO RIPIO

Hugo Ñopo

Este ejercicio estadístico le dice NO a la creación de nuevas universidades chatarra

Durante las últimas semanas hemos visto con mucha vergüenza que varias tesis de nuestros gobernantes presentan serios indicios de deshonestidad. Además, lo que hemos podido leer de esos trabajos profesionales o de investigación nos indica que nuestro representantes tienen pobre calidad argumentativa, mala redacción, marcos teóricos mal armados y un débil uso de las herramientas metodológicas, lo cual constituye un legado directo del boom de universidades de baja calidad y sin regulación. En este artículo mostraré otro resultado nefasto de tal periodo, con impactos generalizados y una directa implicancia en los bolsillos de la gente.

Existen por lo menos un par de argumentos por los que el boom de estas universidades debería afectar los salarios y, en general, la empleabilidad de la población. El primero es uno muy simple de oferta y demanda. Si la cantidad de graduados aumenta sin que la demanda por este tipo de trabajadores lo haga al mismo nivel, la sobreabundancia de graduados hará que sus salarios bajen. El segundo argumento tiene que ver con las señales: el hecho de que alguien sea un graduado universitario o de alguna maestría le da una señal al mercado de trabajo de que debe tratarse de alguien dedicado, metódico y esforzado. Pero si luego el mercado de trabajo percibe que tales grados se reparten sin mayor exigencia, el valor de tal señal se reduce.

Más allá de los argumentos teóricos, ahora mostraré evidencia empírica. Para eso, permítanme presentarles un concepto muy útil: el premio a la escolaridad. Este se define como la ganancia en salarios que se obtiene después de alcanzar uno o varios grados de escolaridad extra. Concretamente, aquí les voy a mostrar dos premios a la escolaridad: (i) el de los graduados universitarios en comparación con quienes se graduaron de la secundaria, (ii) el de los graduados de maestría en comparación con quienes se graduaron de la secundaria.

Lo ideal sería medir tales salarios con un grado de secundaria y con un grado superior (universitario o de maestría) en una misma persona, pero eso es imposible. Por lo tanto, aplicamos una aproximación estadística: comparamos el promedio de los salarios de los graduados de secundaria con los promedios de los salarios de los graduados de educación superior (universitaria y maestría). En ambos casos les mostraré el cociente entre el salario promedio de los graduados universitarios o de maestría y el salario promedio de los graduados de secundaria. La medida es imperfecta, pero suficiente como para darnos información relevante.

Existe un elemento adicional para darle credibilidad a los resultados: ¿cómo obtener la información de los salarios de las personas? Para ello he utilizado la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), una base de datos que es representativa de los hogares del país. Allí hay información de varios miles de personas con diferentes niveles de escolaridad y sus respectivos salarios, además de otra información relevante para muchos otros estudios.

A continuación, la evolución de los premios a la escolaridad (universitarios y de maestría) con respecto a los graduados de secundaria entre los años 2001 y 2020:

 

Como puede notarse, el premio a la maestría (línea verde) es superior al premio del grado universitario (línea amarilla), lo cual tiene mucho sentido. Pero la siguiente observación es la más relevante para lo que queremos mostrar: ambos premios a la escolaridad han venido cayendo en el tiempo.

Para los premios a la maestría no he utilizado el dato más alto, que corresponde al 2003, sino el segundo más alto, del 2002. Por entonces el salario promedio de los graduados de maestría era poco más de 3 veces el de los graduados de secundaria. La caída en los premios a la maestría es notoria hasta 2012 cuando nuestro indicador alcanzó tan solo a 2. De ahí en adelante esos premios han venido subiendo ligeramente, al punto que hoy el indicador está acercándose a 2.5.

Para los premios al grado universitario aplicaré el mismo criterio de no usar el dato más alto, sino el segundo. Este corresponde al año 2001, cuando el salario promedio de los graduados universitarios era poco más de 2 veces el de los graduados de secundaria. Hoy en día tal ratio esta cercano a 1.7 con una tendencia al alza desde 2014.Los premios a la escolaridad han venido cayendo. Tanto el valor del grado universitario como el del grado de maestría son más bajos que antes. Pero aquí hay un dato más que le da credibilidad a la idea de que el problema tiene que ver con las nuevas universidades: esto afecta con más fuerza a los más jóvenes. A continuación mostraré la evolución de los mismos indicadores del cuadro previo, pero restringida a los graduados de 30 años o menos.

 

Así las cosas, permitir la creación de nuevas universidades o más programas de maestrías en más filiales dentro del país es un despropósito. No necesitamos más oferta universitaria, la necesitamos mejor. Volvamos a darle a nuestros jóvenes la confianza de que el esfuerzo por el estudio vale la pena: la moratoria a la creación de nuevas universidades chatarra debe continuar.

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