Perú: El Estado imposible

Eloy Jáuregui

A estas alturas soñar que el Perú se parezca a Finlandia es una insensatez. Aquí no valen los optimismos. Desde hace 200 años vivimos en un país contrahecho y adulterado donde se entretejen el Perú virtual y el país real. La patria parturienta de un estado legal, otro ilegal, uno más informal y finalmente el Perú delincuencial. Todos existiendo en fraternidad y conciliación. Con sus poderes indeliberados, con sus burocracias indomables y con su líderes resistentes.

La utopía nacional observada con desazón por Jorge Basadre y analizada con fastidio por Mariátegui nos producen ansias de retornar a sus tesis como claves consejeras en estas horas infaustas. Pero luego de casi un siglo esa seducción de sus ideas (sobre todo de los ensayos) nos producen consternación y sobresalto. Cierto, ya no se los lee en el colegio y son rara avis en las universidades. Acaso solo unos cuantos muchachones en los años 70 (y ahí me cuento) disfrutamos de esa visión excelsa de sus textos, aquello que llamamos “la literatura de las ideas”.

Y qué fue de la promesa peruana y de los 7 ensayos de interpretación de la realidad nacional. En qué caverna fue a parar. Les cuento, yo todavía en el colegio y ayudando a mi padre en su librería del Parque Universitario tuve la suerte de asistir a una clase de Raúl Porras Barrenechea en la vieja casona de San Marcos. Más que un impacto de admiración fue un deslumbramiento. El viejo maestro Porras nos cambió la vida como luego lo hizo Luis Jaime Cisneros en sus clases de la Católica.

Pero un día nos olvidamos de ellos porque un imbécil con poder aseguró que las ciencias humanísticas no se comen y nos mandaron a todos a estudiar los senderos enlodados del neoliberalismo para terminar de “emprendedores”. Sí, esa patraña donde van a dar los mendigos del capital y la gran empresa. Entonces nos destinaron a ganarnos la vida en el emporio Gamarra o en los Mall Unicachi. Y como todos resultamos empresarios, fuimos creando una noción-nación de autorrealización y felicidad, desde la exacerbación del individualismo indiferente y egoísta, que se manifiesta en la figura del gran emprendedor.

Así, la república que se fundó hace 200 años con la misma lógica colonial anterior es este país de las carencias y la mediocridad en el que hoy vivimos con una derecha y sus elites incapaces de construir un proyecto nacional compartido de vida y de plantear retos para la acción de ciudadanos sanos y decentes, como lo imaginaron Basadre y Mariátegui.

https://larepublica.pe/opinion/2022/08/30/el-estado-imposible-por-eloy-jauregui/

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