SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR HISTORIA

Natalia Sobrevilla

Este artículo aparece en el último día del Hay Festival en Arequipa y lo escribí hace un par de días, cuando me puse a pensar en lo maravilloso que era estar en un ambiente dedicado a celebrar el arte de escribir.

La primera vez que fui al pequeño pueblo galés de Hay-in-Wye fue en 2009, cuando mi gran amigo, Daniel Hahn, escritor y extraordinario traductor al inglés, me animó a ir con toda la familia. Fue un espectáculo indeleble en el que pude escuchar a algunos de mis héroes de toda la vida y conocer a muchos autores nuevos. Fue la vez en que pude ver que la cola para pedirle firmas al legendario historiador británico Eric Hobsbawm daba la vuelta a la esquina, mientras que el telegénico Niall Ferguson se quedaba solito.

Ese mismo año escuché a Luis Moreno Ocampo, hoy conocido por la interpretación que de él hace Juan Pedro Lanzani en Argentina 1985: por entonces era afamado no solo por su histórica participación en el megajuicio a las Juntas, sino también por ser el primer procurador de la Corte Penal Internacional en la Haya. En ese rincón del Reino Unido no lo conocían mucho y tuve la suerte de poder quedarme hablando con él un buen rato. Cuando le conté que daba clases en la universidad sobre los años del terror en la Argentina, prometió regalarme su libro y mi sorpresa fue inmensa cuando, semanas más tarde, llegó a mi oficina una publicación imposible de encontrar en librerías con una cálida dedicatoria.

En esos tiempos, quien escribe solo había publicado en revistas especializadas y en libros colectivos. Eran trabajos a los que les había dedicado años, pero que con suerte solo leían algunos de mis colegas y amigos. Mi sueño siempre había sido escribir, incluso cuando de niña barajaba las posibilidades de ser arqueóloga o artista plástica, pero las palabras me traicionaban cuando las ponía en el papel porque a causa de mi dislexia mi ortografía era imposible.

Después de deambular un poco por el mundo y de intentar escribir sin mucho éxito, volví al ejercicio de la Historia y fue desde ahí donde pude comenzar a desmadejar las ideas para comenzar a escribir. La práctica de la Historia, como cualquier otra disciplina de las ciencias sociales, tiene reglas claras. Escribir está al centro de esta práctica, pero se hace siempre desde unos parámetros estrechos, donde lo que importa es el proceso por el cual se reconstruye el pasado utilizando una variedad de fuentes.

Lo que buscamos los historiadores no es necesaria o únicamente establecer una cronología sobre los hechos que sucedieron. Tener claridad sobre esta sucesión de eventos es la base desde donde podemos estudiar las sociedades del pasado, pero no se limita a un listado de cosas que ocurrieron. Nuestro interés va mucho más allá y tiene mucho más que ver con las preguntas que nos hacemos hoy sobre nosotros mismos y sobre cómo llegamos a ser las sociedades que somos, más que si A pasó después que B por la intervención de C. El otro día, tratando de explicar qué es lo que realmente hacemos, pensé en un símil que puede ser útil: así como no es posible hacer física sin matemáticas, tampoco es posible hacer historia sin un conocimiento de la cronología. Al igual que la física no es únicamente matemáticas, sino que las utiliza en su búsqueda para explicar el mundo, la historia no es solamente una cronología de eventos.

En estos días en Arequipa me encontraré con colegas historiadores y participaré en paneles sobre actualidad, porque mucha de mi práctica como historiadora consiste en buscar las conexiones entre el pasado y el presente. Será, además, una oportunidad de ver a amigos que escriben sobre toda clase de materias y de conocer en persona a algunos con los que solo he interactuado de manera virtual.

Será, además, una oportunidad para pensar sobre lo que significa ser historiadora y lo que significa ser escritora. En 2009 terminé mi primer libro, que salió en inglés en 2011 y en castellano en 2015. Desde entonces mi ritmo de publicaciones se ha acelerado y cada uno de mis libros ha tenido una trayectoria distinta. El primero, la biografía de Andrés de Santa Cruz, lo hice por encargo y me sirvió como espacio para plasmar el proceso por el cual surgieron las naciones que hoy son Perú y Bolivia, que por un momento intentaron ser una confederación.

He tenido también la oportunidad de hacer libros colectivos, como el que edité en 2015 con Scott Eastman sobre el impacto de la Constitución de Cádiz de 1812 en el mundo Atlántico. Este 2022, Scott y yo publicamos un libro sobre la independencia de toda América Latina, que escribimos a cuatro manos. Cada uno escribió tres capítulos y luego el otro reescribió cada uno de ellos. Otra experiencia grupal fantástica fue hacer Repúblicas sudamericanas en construcción, donde cinco autores escribimos sobre todo el subcontinente enfocándonos en un tema particular y en el que cada capítulo fue leído y reescrito con los comentarios de cada uno.

En estos años han aparecido, además, mi colección de ensayos académicos Inicios de la República Peruana. Viendo más allá de la “cueva de los bandoleros”, que no deja de darme alegrías porque, si bien reúne ensayos que fueron escritos para historiadores, según los libreros llama la atención del público en general. Finalmente, con la intención de que se pensara el proceso histórico desde un punto de vista más amplio, publiqué Independencia. A doscientos años de lucha por la libertad, y es muy probable que haya servido para ampliar el debate.

Sin embargo, debo confesar un gran pendiente: desde hace más de quince años vengo batallando con una historia social del Ejército peruano en el siglo XIX. Se trata de una monografía clásica con muchas fuentes primarias que me viene costando muelas y espero pronto poder compartir con ustedes. Varias veces me han preguntado por qué tanta demora: por un lado, los proyectos ligados a la Independencia debían salir en fechas precisas y, por otro, el rigor con el que se debe evaluar las monografías históricas es alto y toma mucho tiempo. Pero creo que, en realidad, la demora se debe a que para poder decir lo que quiero necesitaba alcanzar un grado particular de madurez como historiadora y escritora, y en ese camino continúo.

https://jugodecaigua.pe/sobre-el-arte-de-escribir-historia/

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