Perú: El fujimorismo pudrió a militares y policías
Ronald Gamarra
La hipocresía, la doblez de los políticos que fungen de defensores de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional ante el reciente Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre violaciones del derecho a la vida en la represión de las protestas de diciembre, enero y febrero en nuestro país, no tiene límites ni conoce de escrúpulos. Pretenden aparecer como patriotas íntegros, cuando son todo lo contrario: oportunistas que levantan la bandera de la soberanía nacional solo para encubrir crímenes que a ellos les conviene para quedarse en el poder; cínicos que declaran intocables a las FF.AA. y la PNP cuando son ellos mismos quienes han hecho lo peor para desprestigiarlas y corromperlas.
Por ejemplo, en un comunicado público, el fujimorismo critica el “sesgado” Informe de la CIDH, clamando a grito herido: “Exigimos respeto a nuestras Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional”, señalando que “al gobierno no le interesa que se ponga en tela de juicio las acciones desplegadas por nuestras gloriosas Fuerzas Armadas y nuestra valerosa Policía Nacional” en los hechos, subrayando dramáticamente que gracias a ellas el sistema democrático no sucumbió. A juzgar por esta declaración, el fujimorismo se pone en pie, como un puño cerrado, en defensa del buen nombre de las instituciones armadas. ¿De veras?
Hay que hacer memoria y decir rotundamente que nadie ha envilecido, humillado y corrompido tanto a las Fuerzas Armadas y Policiales en la historia de nuestro país como el fujimorismo durante la década de los noventa. Una época en que el régimen promovió directa e intencionadamente la corrupción más desenfrenada en las filas de las FF.AA. y la PNP, empezando por sus altos mandos, a quienes convirtió en sus cómplices directos ya no solo de la dictadura impuesta el 5 de abril, sino en los robos sistemáticos al erario, incluso en perjuicio del presupuesto de las propias fuerzas de seguridad.
Fujimori empezó la humillación sistemática de las FF.AA. y la PNP imponiéndoles de hecho el mando incontestado de Vladimiro Montesinos, un abogado de narcos y excapitán del Ejército, expulsado por espionaje contra su propia institución, que tenía prohibido el ingreso a toda instalación militar… hasta que llegó Fujimori. La dupla Fujimori-Montesinos reunió bajo su poder en el SIN a todos los órganos de inteligencia de las FF.AA. y la PNP, poniendo como jefe nominal a un contralmirante que era un fantoche. Quien quería ascender en las FF.AA. y la policía, debía contar con la aprobación del excapitán Montesinos.
Fujimori y su asesor personal promovieron la formación de comandos militares clandestinos, como el destacamento Colina, para la ejecución de asesinatos y masacres como las de Barrios Altos, La Cantuta, el Santa, hechos brutales que dañaron y mancharon permanentemente el prestigio y el honor de las instituciones castrenses. Y esto lo pusieron en práctica de la mano con los preparativos para el golpe de Estado del 5 de abril de 1992, haciendo que las FF.AA. y la PNP violen el mandato constitucional de respetar la democracia y se conviertan en el soporte armado de una nueva dictadura.
El fujimorismo tampoco se detuvo ante la traición a la patria pura y dura, aprovechando para hacer negocios y ganar dinero en la compra de armamento, y lo hizo adquiriendo chatarra sobrevalorada, en plena situación de conflicto internacional para el Perú, convirtiendo a los mandos de las FF.AA. en sus cómplices en este sucio negocio a costa de la seguridad y la soberanía nacional. Es más, comprometer a las FF.AA. en las andanzas de la dictadura tuvo como consecuencia descuidar la integridad de la frontera norte, lo que llevó a un grave conflicto militar para el cual nuestras FF.AA. no estaban preparadas ni alerta.
Fujimori y su asesor Montesinos alentaron la corrupción de los altos mandos militares, empezando por sus jefes máximos, los generales Nicolás Hermoza, César Saucedo y José Villanueva Ruesta, culpables incluso confesos de gravísimos delitos de corrupción, incluyendo el desfalco a sus propias instituciones, que terminaron purgando en la cárcel. La lista de militares presos por corrupción en esa época es enorme y todo ello es obra de la complicidad con la dictadura corrupta. El fujimorismo saqueó sin freno ni pudor la Caja de Pensiones Militar Policial y la convirtió en una de las cajas chicas para las felonías menores de Montesinos.
Qué mayor humillación y vergüenza para todo el conjunto de las FF.AA. que aquella reunión convocada por Montesinos en la cual se obligó a toda la alta oficialidad de las tres armas a suscribir lo que en buena cuenta era una “carta de sujeción” a la dictadura, todo debidamente grabado en video, con la intención de comprometer a todos los oficiales de mando alto e intermedio en un pacto de silencio e impunidad en torno a las violaciones de derechos humanos y la corrupción del régimen. El almirante Montoya, que estuvo entre los firmantes, ha querido hacernos creer que solo firmaron un registro de asistencia, jajaja.
Con qué autoridad hablan de “respeto a las gloriosas FF.AA. y PNP” quienes cometieron todas las tropelías que hemos resumido apretadamente y omitiendo un recuento detallado para destruir la honra y el espíritu de las instituciones militares, y que jamás han pedido perdón al país y a esas mismas instituciones por el daño irreparable que les infligieron. La derecha se desgañita gritando “honor y gloria” para oponerse a toda investigación por violaciones de derechos humanos. Pero no les importa realmente el honor ni la gloria de las FF.AA. y policiales, que han enlodado cada vez que han tenido la ocasión.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 635 año 14, del 12/05/2023, p13