Las cuentas de Nadine

César Hildebrandt

La señora Nadine de Humala es víctima de una campaña malévola que busca, desde el peor estilo Valenzuela, fusilarla mediáticamente y contaminar la campaña de su marido para el 2011.

Eso está claro. Porque nadie va a creer que los Agois están preocupados por la moral de los asuntos públicos y el dinero que discurre debajo de las candidaturas.

Una vez dicho esto, añado lo siguiente: es lamentable que la señora Nadine no pueda explicar la naturaleza de los trabajos por los que ha sido remunerada, tal como lo demuestra ayer en la entrevista, respetuosa pero severa, que le hizo el diario “La República”.

Y más lamentable todavía es que el binomio conyugal Ollanta-Nadine sea tan vulnerable y ofrezca tantos flancos a las búsquedas que, frecuentemente, organiza en contra suya la prensa derechista.

O es Madre Mía y sus pasados pesares o es el reloj de lujo que se luce como si de un cursi aspirante a rico se tratara. O es este capítulo desagradable de los dineros que se reciben por escribir asesorías para un diario que no las necesitaba porque no era un diario sino una repartija publicitaria de la diplomacia de Caracas.

¿Que la derecha hipócrita no tiene autoridad moral alguna para cuestionar a la señora Nadine?

Es cierto. Pero que la derecha avale, con su silencio, que los capitalistas-comunistas chinos financien al Apra (o que el alcalde de San Miguel le regale más de 500,000 soles al patriarca Luis Bedoya Reyes por una asesoría improbable) es un asunto de la vieja y podrida derecha que se apoderó del país desde 1824.

La izquierda no puede adoptar la ceguera, la sordera, la afasia y el cinismo de sus adversarios. La izquierda no puede ser la derecha colorada.

¿Que el Banco de Crédito, cuyo presidente fue asesor de Fujimori y pedigüeño judicial en el SIN, le ha pasado datos confidenciales al diario “Correo”?

Así es. Pero el Banco de Crédito no le habría podido pasar ningún dato a ningún maligno requiriente si la señora Nadine no tuviese las cuentas tan pródigas y enredadas.

¿Que el Banco de Crédito ha cometido un delito de infidencia?

Seguramente. Pero eso no borra ni las cuentas ni los aportes misteriosos ni las triangulaciones inexplicables ni las consultorías omniscientes de una señora que parece experta en todo pero que no aclara nada a la hora de las aclaraciones.

Todo esto demuestra, al fin y al cabo, que la izquierda peruana hace muy mal en seguir confiando en la locomotora Humala. Y quizá demuestre también que el señor Humala no es de izquierda ni debería representarla.

Catatónica, sepultada por los escombros del muro de Berlín, con la cara de la momia de Lenin, huérfana de José Carlos Mariátegui y viuda de Alfonso Barrantes, la izquierda peruana quiere dejarse llevar por la viada de un nacionalismo errático y de un líder que deja para su esposa las cuitas financieras de la casa.

A pesar de Stalin, a pesar de don Jorge del Prado, a pesar de sus pecados, la izquierda peruana merece algo mejor. Merece, por ejemplo, una candidatura propia salida de una elección abierta y limpia.

Porque si la izquierda no es limpieza y cuentas claras, ¿qué diablos es?

FUENTE:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/las-cuentas-de-nadine_38120.html

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