HISTORIA DE LA CULTURA JÍBARA

Benito Antonio Palacios Solsol

La opinión predominante es que el hombre del continente americano, llamado “amerindio”, “indígena”, “nativo”, etc. vino del Asia hacen miles de años, pasando por el Estrecho de Bering en migraciones periódicas sucesivas, desplazándose lentamente hacia el Sur.

En su largo y lento desplazamiento, los antepasados del pueblo jíbaro migraron de la región Arawac – Caribe del Norte de Venezuela y las Guayanas hacia las cabeceras de los ríos Orinoco, Negro, Caquetá, Putumayo, Napo, Tigre y Pastaza; llegando a establecerse, – (cientos de años antes de que Cristóbal Colón desembarcara en el Nuevo Mundo) – entre los ríos Pastaza por el Este hasta el Chinchipe por el Oeste, entre Loja por el Norte hasta Bongará por el Sur, comprendiendo dentro de su territorio ancestral los ríos Pastaza, Morona, Santiago, Cenepa, Chinchipe, Utcubamba, Chiriaco, Nieva, Alto Marañón y Lago Marcayo, hoy llamado también Rimachi.

Se trata de un pueblo de gente inteligente y genio recio con características raciales homogéneas, idioma propio e interesantes costumbres y tradiciones que mantienen vigentes y conservan con orgullo. Factores que les dan una identidad inconfundible.

Históricamente, el primer contacto de los jíbaros con los invasores europeos españoles se produjo 17 años después que Pizarro asesinó a Atahualpa en Cajamarca (1532), luego de estafarlo con el cuento de que iba a ponerlo en libertad a cambio de una habitación llena de oro y dos de plata.

Fue en 1549, que Hernando de Benavente partiendo de Zamora al Sur del Ecuador bajó por el río Santiago con una tropa de 150 invasores españoles, con sus armas de fuego, cascos y corazas, apoyados por nativos macas y malacatos , negros esclavos, caballos y perros de guerra.

Después de recorrer 200 kilómetros por territorios de bosques cerrados, dice Benavente que vieron unos humos a la distancia, acercándose. Las primeras personas con las que se toparon se escondieron por la montaña, sin que los perros pudieran tomar ninguno.

Con mucho esfuerzo lograron capturar un prisionero a quien interrogó Benavente con ayuda de un intérprete malacato, para que diga el nombre de la tierra en que estaban y dónde se hallaba su cacique. Por toda respuesta Benavente escuchó la palabra SHIBAN y recibió la amenaza de que su jefe era muy fuerte, que a él y a los demás los iba a matar, cortarles sus cabezas y beber festejando, y que sus huesos los iba a colocar en los caminos por donde habían venido.

Después de estas palabras el jíbaro no quiso hablar más, ni por las buenas ni con maltratos.

La palabra SHIBAN fue deformada por los españoles a JIBARO, nombre que dio la vuelta al mundo y se hizo famoso.

En los informes que presentó Benavente sobre su expedición, según consigna el P. Martín Cuesta en su libro “Jaén de Bracamoros”, los llamados jíbaros hablaban una lengua parecida a la de los malacatos, ubicados en los linderos de los paltas, al Sur de Loja y Zamora.

Cuenta también Benavente que los caballos se encabritaban sin razón aparente y como locos se soltaban y corrían.

Después de estos incidentes Benavente avanzó 100 kilómetros más hacia el Este hasta llegar a un río grande, que puede haber sido el Morona.

Al ver en la otra orilla unos 50 jíbaros armados con lanzas y escudos (nanki y tatam), y considerando imposible en esas circunstancias pasar los caballos, decidieron regresar a Zamora.

Los jíbaros los persiguieron sin tregua, atacándolos constantemente, tendiéndoles celadas y armándoles astutas trampas mortales. Benavente reconoce que “salieron malparados y desbaratados “, llegando a Zamora tan sólo 30 invasores españoles, 120 murieron. Los sobrevivientes narraron que los jíbaros eran terribles combatientes y comentaban que de un solo lanzazo atravesaban al mismo tiempo al caballo y al español que lo montaba.

Los españoles no quisieron reconocer el valor y el heroísmo patriótico con que los jíbaros peleaban para defender sus familias, sus casas, sus tierras y sus vidas y empezaron a difundir la gran falsedad de que eran unos salvajes feroces, que achicaban las cabezas que cortaban a sus enemigos y que además comían gente.

Nada más inexacto. La verdad palpable es que los SHIBAN o JIBAROS son personas pensantes con un poder de raciocinio admirable, que han desarrollado una profunda filosofía en armonía con la naturaleza y que tienen muy arraigado su derecho a la autonomía e independencia.

Al igual que los egipcios que veneraban a RA (sol) y los Incas que rendían culto a INTI (sol), los jíbaros consideran a ETZA (sol) como el Ser Supremo Creador de todo cuanto existe, a LLAMPAN su esposa principal, que es una mujer generosa y protectora, que da a los hombres los alimentos multiplicados, a NUNKUI divinidad que vive bajo la tierra (Nunka) y que enseñó a los seres humanos el cultivo y el conocimiento de las plantas alimenticias y medicinales, a BIKUT, hombre sabio y bueno que fortalecido desde niño en cuerpo y mente con el uso de plantas especiales como el datem (ayahuasca – santo daime), toé y otras de carácter secreto, adquirió conocimientos valiosos que enseñó a los aents (gente) como Reglas o Lecciones de Vida para lograr una vida sana, armónica y pacífica que les proporcione bienestar y tranquilidad.

Los jíbaros tienen muy clara la noción del bien y del mal; APAJUI (Dios) y el JIWANCHI (diablo); son la base de esa polaridad. Y crearon también un personaje cuya misión es cautelar la supervivencia de la especie humana, el SANKUCH, que espera a las almas más allá de la muerte para iniciar sexualmente a los (hombres y mujeres) que se conservaron vírgenes en esta vida, atentando contra la propagación de la especie. Pensamiento que además lleva implícita la idea de la inmortalidad del alma.

Los invasores españoles, por su ignorancia dieron a los SHIBAN diferentes nombres como paltas, shuares, achuales, muratos, candoshi, aguarunas, huambisas, etc.

El nombre de AGUARUNA es una combinación de la palabra española “agua” y de la palabra quechua “runa” (gente), es decir “gente del agua”, derivada de la observación que hizo Diego Palomino, fundador de Jaén, cuando llegó al río Chinchipe y vio que los nativos wampukus, nadando con una sola mano arrojaban su lanza desde el agua y las mujeres, aún las que recién habían parido, se zambullían largo trecho con sus hijos a la espalda.

La Biblia dice que la raza humana después del diluvio universal se volvió a propagar partiendo de los tres hijos de Noé: Cam, Sem y Jafet y los Incas hablaban de los cuatro hermanos Ayar como la semilla de su pueblo.

Los SHIBAN reconocen cuatro familias como las raíces de su nación, que son los CHAPI SHIBAN, ANTA SHIBAN, PINCHU SHIBAN Y WAMPUKUS SHIBAN.

Siete años después de la fracasada expedición invasora de Benavente, el 10 de Noviembre de 1556, el tercer virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza nombró a don JUAN DE SALINAS LOYOLA, Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor de la Provincia de YAGUARZONGO Y PACAMUROS con amplios poderes para conquistar, poblar, nombrar autoridades, fundar ciudades y desterrar de ellas a los indeseables. Le señaló su jurisdicción en 1,000 kilómetros a partir de 100 kilómetros hacia el Sur de las ciudades de Loja y Zamora, en la cordillera “donde nacen las aguas y ríos que van a la mar del Sur y a la mar del Norte (Océanos Pacífico y Atlántico a través del Río Amazonas).

Salinas Loyola fundó seis ciudades en el territorio jíbaro, que fue el espacio geográfico que le señaló el virrey: VALLADOLID, LOYOLA, SANTIAGO DE LAS MONTAÑAS, SANTA MARÍA DE NIEVA, SEVILLA DEL ORO Y LOGROÑO DE LOS CABALLEROS. Gobernó este buen vasco durante 26 años, hasta su muerte a los 89 años de edad. Su relación con los nativos fue amigable y de armonía. .

Descubrió una rica mina de oro, metal que extraía en gran cantidad, al punto que el rey, por el volumen y calidad de su contribución le rebajó el impuesto del quinto (20%) al diezmo (10%), lo colmó de honores y títulos de nobleza y le dio Escudo de Armas para la ciudad de Valladolid.

Muerto Salinas, lo reemplazó en la Gobernación de Yaguarzongo y Pacamuros su cuñado JUAN DE ALDERETE MERCADO, que gobernó 16 años entre 1582 y 1598, continuando con la sana política de relaciones armoniosas y amigables con los SHIBAN.

Pero a su muerte en 1598 lo reemplazó FRANCISCO ORTÍZ DE MARIACA, individuo de carácter prepotente, soberbio e intratable, ocasionando la reacción de los SHIBAN.

La gota de agua que rebalsó el vaso y desencadenó la GRAN GUERRA DE LA INDEPENDENCIA JÍBARA , fue la orden del encomendero de Macas, quien para celebrar la coronación del rey Felipe III ocurrida en 1598, exigió a los nativos la entrega de mayor cantidad de oro.

Los nativos macas y huambayas se resignaron, pero no los jíbaros (SHIBAN) que se reunieron secretamente para deliberar. Unos propusieron alejarse más al interior de la selva, pero el pamuk (líder máximo) QUIRUBA opinó que alejarse de los españoles no resolvía la situación y propuso enfrentarlos con la fuerza, lo que fue aprobado por todos los waimacos (jefes).

Quiruba habló con el encomendero español y le dijo que los esperara en Logroño, que allí le llevarían el oro. El día señalado, a la media noche, llegó Quiruba a Logroño con sus gentes armadas, inmovilizó a los soldados españoles en sus barracas, capturó al encomendero, lo desnudaron, ataron de pies y manos y abriéndole la boca con un hueso le hicieron tragar oro derretido, diciéndole que querían ver si alguna vez iba a quedar satisfecho de oro.

Al amanecer del día siguiente, todos los españoles de Logroño estaban muertos y sus mujeres repartidas. Todas las ciudades formadas por los españoles fueron atacadas. Algunos pobladores de Huambaya lograron escapar a Riobamba, otros huyeron a Sevilla del Oro, donde llegaron al anochecer del día siguiente con la esperanza de ser socorridos, dándose con la terrible sorpresa que ya los jíbaros se habían apoderado de la población y acabaron con sus vidas.

Los invasores españoles de Valladolid, Loyola y Santiago de las Montañas ofrecieron fuerte resistencia. Se libraron sangrientos combates y terribles carnicerías, sin pedir ni dar tregua por ninguna de las partes.

Muchas quebradas (entzas), tienen hasta hoy el nombre de NUMPATKIN porque sus aguas enrojecieron con la sangre de los combatientes.

Finalmente los jíbaros impusieron su valor, habilidad para la guerra y mejor conocimiento del medio, superando a los españoles y derrotándolos en toda la región.

Hicieron sentir su calidad de dueños de los montes y los invasores europeos con sus caballos, sus armaduras, sus arcabuces, sus perros de guerra, sus negros esclavos y sus aliados macas tuvieron que aceptar su derrota.

Sevilla del Oro fue incendiada, igual que Valladolid, Loyola, Santiago de las Montañas, Nieva y Logroño. Sus habitantes fueron muertos o escaparon a Jaén, Loja y Chachapoyas.

El virrey del Perú Luis de Velazco y el Presidente de la Audiencia de Quito , Recalde, enviaron mayores fuerzas hacia YAGUARZONGO. Sólo encontraron cenizas y cuerpos insepultos. Todos sin cabezas.

Ningún jíbaro se dejó ver, se habían ocultado entre los árboles, quemando sus propias casas (jegas) y destruyendo sus chacras. Los españoles no se atrevieron a seguirlos, presintiendo con terror que eran observados desde los montes por ojos invisibles y que en cualquier momento podía llegarles implacable la muerte.

Los invasores españoles regresaron por donde vinieron y los SHIBAN (jibaros) recuperaron su independencia en sus territorios ancestrales.

El infeliz Ortiz de Mariaca fue cambiado por DIEGO VACA DE VEGA que recibió el nombramiento de Gobernador de Yaguarzongo y Pacamuros el 8 de Noviembre de 1603 con la esperanza de los españoles de restaurar su dominio en la jibaría, porque su territorio había proporcionado muy importantes remesas de oro para la corona española.

Los esfuerzos de Diego Vaca de Vega fueron inútiles y al no poder ejercer su cargo firmó una Capitulación con el virrey del Perú Francisco de Borja y Aragón, recibiendo un nuevo nombramiento el 17 de setiembre de 1618, esta vez como Gobernador y Capitán General de MAYNAS, COCAMAS Y JÍBAROS.

El 8 de diciembre de 1619 Diego Vaca de Vega fundó Borja al otro lado del Pongo de Manseriche, que bien pronto los jíbaros redujeron a cenizas.

Muerto Diego Vaca de Vega fue reemplazado como Gobernador de MAYNAS por su hijo PEDRO VACA Y VEGA DE LA CADENA, quien también intentó vanamente “reducir” a los jíbaros, que contestaron destruyendo y quemando Borja, que había sido fundada nuevamente el año 1535 por el padre Rincón.

Los españoles volvieron a fundar Borja; y el 6 de febrero de 1538 llegaron los padres jesuitas LUCAS DE LA CUEVA Y GASPAR DE CUXIA, dando inicio oficial a las MISIONES DE MAYNAS, que sólo comenzaban a ser efectivas y con muchas limitaciones, hacia el Este del Pongo de Manseriche, porque los jíbaros no permitían el ingreso a sus territorios.

Muerto Pedro Vaca y Vega de la Cadena en 1656, fue reemplazado como Gobernador de Maynas por JUAN MAURICIO VACA DE VEGA y sus esfuerzos para “pacificar” a los jíbaros tampoco dieron resultado.

Fue famosa la guerra que emprendió Juan Mauricio entre 1653 y 1656 en compañía de MARTIN DE LA RIVA HERRERA, venido especialmente con numerosa tropa desde Chachapoyas y Cajamarca.

Una aplastante derrota los obligó a retirarse después de tres años de pelea en que sufrieron grandes pérdidas de hombres y pertrechos de boca y guerra.

Un nuevo esfuerzo de los españoles para entrar a la jibaría se produjo el año 1669, protagonizado por el misionero jesuita LORENZO LUCERO, fundador del pueblo de La Laguna a orillas del río Huallaga, quien intentó ingresar por métodos pacíficos y llevando gran cantidad de herramientas para obsequiar a los jíbaros.

El error del P. Lucero fue que se hizo acompañar de una escolta de soldados al mando del sargento mayor PEDRO DE ARÉVALO y un grupo armado de indios cocamas del Ucayali.

Los jíbaros odiaban a muerte a los soldados españoles y la sola presencia de la tropilla los alteró. El plan del P. Lucero era restaurar la antigua ciudad de Logroño. Estableció contacto con los waimacos (jefes) MAYORICO Y MANAWÉ y una mujer llamada SHIGMA WALI. Los pobladores de KAYA WANGAZA se opusieron, mataron a dos soldados españoles y 4 cocamas. El P. Lucero para evitar mayores desgracias decidió regresar.

El intento más grande de volver a ingresar al territorio jíbaro lo hizo el cuarto gobernador de Maynas, JERÓNIMO VACA DE VEGA, contando con la financiación del virrey del Perú y de la Audiencia de Quito y con el apoyo del P. Francisco Viva, un misionero italiano que más parecía un soldado que un cura. Trajeron cientos de soldados españoles de Borja, y Jaén al mando del capitán Pedro Bustamante y miles de nativos cocamas del Ucayali y jeberos del Huallaga, escogidos entre los más aguerridos.

Los reyes de España no se resignaban a la pérdida de las ciudades fundadas por Juan de Salinas Loyola, ni el Consejo de Indias, que conocía muy bien sobre las ricas remesa de oro recibidas por concepto de quintos reales primero y diezmos después, procedentes de las minas de Yaguarzongo en el territorio jíbaro.

En 1864 se inició el ataque, partiendo de La Laguna, Jeberos y Borja hacia el río Santiago. Doce largos años duró esta vez la lucha, los SHIBAN (jíbaros) como siempre, presentaron una resistencia infranqueable. Los españoles reemplazaban una y otra vez a sus soldados con nuevos refuerzos llegados de Jaén, Chachapoyas y Moyobamba y llevando a la fuerza a los indios del Huallaga y el Ucayali, cocamas, chapeos, cunivos y piros. Trajeron gente española desde Quito para restablecer la ciudad de Logroño, proyectando construir un camino desde Cuenca.

Los gastos eran enormes y debilitaban las arcas del virrey del Perú y de la Audiencia de Quito. Como base logística formaron el pueblo de Los Naranjos cerca a la boca del río Santiago (hoy Pinglo).

Sin embargo, los continuos asaltos de los jíbaros no les permitían organizar con éxito sus operaciones militares.

Los pocos prisioneros que lograban coger eran sacados a Jeberos y La Laguna para tratar de agruparlos en poblaciones y vencer su rebeldía; pero estos huían a la primera ocasión y los que no lo lograban se suicidaban. Las madres mataban a sus hijos tiernos llenándoles la boca con arena y tierra.

La resistencia de los jíbaros era terrible y sin descanso. Los soldados españoles, pese a su valor, acostumbrados a vencer en otras regiones, acá se hallaban desmoralizados y la mayoría enfermos, se negaban a seguir combatiendo y desacataban a sus jefes. Los indios traídos del Ucayali y del Huallaga se escapaban porque habían cogido un miedo irreprimible a enfrentarse con lo jíbaros.

Finalmente, a los doce años, en 1696, y 97 años después de iniciada la Gran Guerra de la Independencia por QUIRUBA, con grandes pérdidas de vidas y gastos de dinero por los españoles; y ante el peligro de un alzamiento general de españoles y de sus indios aliados, que ya se negaban abiertamente a combatir, el virrey del Perú dio orden al gobernador de Maynas para suspender la guerra y desistirse de allí en delante de hacer entradas a la jibaría.

A partir de entonces y en todo el tiempo que duró el virreinato, ningún blanco (apach) se atrevió a poner los pies en el territorio jíbaro. Fue la primera región del Perú y de América que logró su independencia del coloniaje español.

Actualmente los miembros de esta gran raza amazónica, permanecen organizados por comunidades y unidos en federaciones por ríos, conservan y utilizan con orgullo su idioma y se van poco a poco incorporando a la peruanidad, sin abandonar sus costumbres y tradiciones.

Hay más de 50,000 jíbaros. Muchos de ellos son ciudadanos con su respectivo DNI (Documento Nacional de Identidad), que les permite sufragar y elegir a sus autoridades. De hecho, en Nieva y Chiriaco se suceden alcaldes y regidores pertenecientes a la etnia. En la Municipalidad Provincial de Chachapoyas hay un regidor shiban.

Varios han llegado ya a las universidades e institutos de educación superior, egresando como profesionales muy capaces. En las escuelas primarias bilingües de la región, los maestros y maestras son todos jíbaros.

Conservando con orgullo sus tradiciones y su idioma el pueblo jíbaro se integra a la nacionalidad peruana y a la cultura occidental.

Basta señalar una síntesis de la Declaración del IV Congreso – IPAAMAMU – del Pueblo Jíbaro realizado en Agosto de 1997, que dice:

RECONOCEMOS AL PERÚ COMO NUESTRA ÚNICA PATRIA Y A LA VEZ REAFIRMAMOS NUESTRA IDENTIDAD ÉTNICA Y CULTURAL.

DEMANDAMOS QUE TODA ENTIDAD PÚBLICA O PRIVADA, NACIONAL O INTERNACIONAL ANTES DE EMPRENDER CUALQUIER PROGRAMA DE DESARROLLO EN LOS TERRITORIOS TRADICIONALMENTE OCUPADOS POR EL PUEBLO JÍBARO DEBE ENTRAR A UN DIÁLOGO DIRECTO A TRAVÉS DEL IPAAMAMU PARA ASEGURAR NUESTRA CONSULTA, PARTICIPACIÓN Y COOPERACIÓN Y POR ENDE NUESTRO DESARROLLO SOSTENIBLE.

EL PUEBLO JÍBARO NO SE OPONE AL DESARROLLO PERO DEMANDAMOS QUE SE EJECUTE SIN CONTRAVENIR NUESTROS LEGÍTIMOS DERECHOS.

El año pasado, 2,008, los SHIBAN (jíbaros) consiguieron con un contundente paro la derogatoria por el Congreso de la República de la mal llamada “Ley de la Selva”, que en realidad no era “de la selva” sino “contra la selva y contra los selváticos”; resultado que no habían podido lograr pese a su patriótica oposición y sus fuertes protestas los Frentes de Defensa de otros lugares de la selva.

Este año, el viernes 5 de Junio del 2,009, defendiendo al medio ambiente y sus derechos ancestrales amazónicos y los derechos de todos los pobladores de la Amazonía, del Perú y de la humanidad entera a vivir en paz y en armonía con la naturaleza, cuando reclamaban al gobierno la derogatoria de varios decretos legislativos lesivos a sus derechos, dictados sin cumplir la consulta a que estaba obligado el gobierno por el Convenio OIT 169, Norma Internacional suscrita por Perú, y que también son contrarios a la Constitución Política Peruana, fueron masacrados por tierra y aire, ocasionándoles no menos de 500 muertos y número mayor de heridos y prisioneros, que el gobierno niega pese a la evidencia de los videos y testimonio de muchas personas de las ciudades de Bagua Chica, Bagua Grande y Jaén y de periodistas nacionales y extranjeros. Los extremos cometidos por la policía incluyen torturas y maltratos a heridos y prisioneros que son pateados y golpeados en el suelo. Desfiguración del rostro de los muertos, quema de los cadáveres, que fueron embolsados y arrojados al río Marañón para impedir su reconocimiento. Ocultamiento de los prisioneros que retienen en Bagua, Chiclayo y Lima sin revelar sus identidades. Campaña de calumnias emprendida por el gobierno y malos periodistas. Que los tildan de ciudadanos de tercera categoría, salvajes e ignorantes y hasta terroristas que obedecen consignas internacionales.

Reaccionando contra la brutalidad policial, en su audacia y valor ancestrales los jíbaros se trensaron en lucha cuerpo a cuerpo, les arrebataron sus armas y con ellas se defendieron. El gobierno que es el responsable de dar la orden de represión, reconoce la muerte de alrededor de 30 policías, que fueron azuzados para sacrificar y ser sacrificados en provecho de intereses económicos y de la soberbia inhumana.

Pese a todo esto, nadie cree lo que el gobierno peruano se empeña en repetir y surgen por todos los países del mundo las expresiones de solidaridad con la causa de estos nativos amazónicos, que ya se han convertido en ejemplo de dignidad y valor moral humano.

Por fundadas razones basadas en la elevación de su nivel cultural a través de la educación y el estudio, se espera que el pueblo jíbaro contribuirá de manera efectiva, en un futuro no tan lejano, al desarrollo sostenido y digno de la Amazonía, del Perú y de la humanidad entera; especialmente con el aporte del conocimiento de las virtudes de los vegetales útiles al hombre, para alimentarse, prevenir y curar las enfermedades, como enseñaron NUNKUI y BIKUT.

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